¿Qué hacés para que pase? ¿Desde dónde te posiciones para dar paso a los hechos?
¿Qué tomás de la sobreinformación que recibís? ¿Cómo te comportás cuando te movés en masa? ¿Y solo? ¿Se activan las defensas? ¿En qué situación más? ¿Solo o acompañado?
El reflejo de la contradicción misma del habla es que enuncia antes de actuar en consecuencia. Y principalmente nos comunicamos por ahí, contando, sacando y luego dramatizando.
“No es para dramatizar”, dicen muchos. ¿Y si lo ponés en carne? ¿Cómo te puedo invitar a hacer cuerpo tu pesar? ¿Hay miedos que te lo impiden? ¿Lo distinguís o lo obviás? Otra no hay. Y tarde o temprano se te hace presente. Sumando voces y ampliando el criterio, dando paso a la manifestación del grupo, se puede soltar, distinguir los hechos a consumar mcomo más palpables, tangibles, cercanos, y permitirse así el indefectible nexo entre lo dicho y lo hecho. El psicodrama aporta a acortar el trecho.