Revista Coaching

✓ ¿Qué hago ahora?

Por Jeroensangers @JeroenSangers

Interrogante

Una de las preguntas que casi siempre recibo en mis sesiones de consultoría y en mis cursos de productividad es: “Cuando finalizo una tarea de un proyecto, ¿qué es mejor: continuar con el proyecto o elegir otra tarea desde mi lista?”
Es una pregunta interesante, porque no tiene una respuesta única. Como siempre, la mejor solución depende de diversos factores.

Por un lado, cuando estás trabajando en un proyecto, ya has hecho una inversión inicial: has pensado un poco sobre dónde te has quedado y sobre cómo hay que seguir. Incluso, puede ser, que hayas buscado el material de referencia. Si, después de finalizar la primera tarea, dejas el proyecto para trabajar en otras tareas, pierdes esta inversión y el moméntum.

Por otro lado, es posible que la primera tarea del proyecto es muy importante o urgente, mientras las tareas sucesivas pueden esperar. Si hay otras tareas importantes pendientes de hacer, sería mejor que dejaras de trabajar en el proyecto para dedicarte a las acciones más prioritarias.

Leer un libro

Trabajar en un proyecto es comparable a leer un libro: tienes claro cuál es la meta —la última página del libro— y el marcapáginas te enseña por dónde hay que empezar. Muy pocas veces acabas todo el libro en una sesión de lectura. Nuestros proyectos también tienen una meta, el resultado deseado y un marcapáginas, la próxima acción en la lista de tareas.

Cuando leo un libro, dejo el marcapáginas en la mesa hasta que finalizo la sesión de lectura. La sesión acaba cuando es hora de hacer otra cosa o cuando me he cansado de leer.

Si trabajo en un proyecto hago lo mismo: no apunto cada tarea en mi lista de acciones, sino trabajo en mi proyecto hasta que finalizo la sesión porque tengo que hacer otra cosa o porque ya no estoy motivado. Solo entonces marco la posición actual del proyecto como tarea en mi lista de quehaceres.

Es decir, prefiero —si es posible— continuar trabajando en el proyecto en lugar de cambiar de contexto. Obviamente, siempre teniendo en cuenta las demás cosas pendientes. Tampoco me puedo permitir dedicarme todo el día a la lectura del libro, ¿verdad?


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