Revista Diario
Esta pregunta se la formulo a mi hijo mayor cada día que lo recojo en el colegio. Unos días me responde que no lo sabe, otros que no se acuerda, otros parece que se inventa lo que dice... pero algunas veces me explica con pelos y señales todo lo que ha hecho en cada momento y lo que ha comido. Desde hace mucho tiempo que le hago preguntas de este tipo. De este modo, aunque las respuestas no sean las correctas, creo que le ayudo a ejercitar su memoria. Sobretodo cuando le pregunto sobre cosas que le gustan, como recordar qué pasó el día de Reyes, o a dónde fuimos en verano, se acuerda al dedillo. Los niños viven en un eterno presente. A su edad no son conscientes del tiempo pero empiezan a construir lentamente el esquema de las horas, los días, las semanas. Cuando le pregunto sobre algo pasado, a él le ayuda a ubicarlo también en un momento concreto: “Ibamos a la piscina en verano; cuando vinieron los Reyes Magos era invierno...” Es un modo sencillo de que aprendan y se acostumbren no sólo a recordar, sino también a narrar una suerte de historia. Del mismo modo, hacerles explicar el cuento que acaban de leer también les sirve de aprendizaje y tú te vas dando cuenta hasta qué punto te escuchan y hasta qué punto entienden lo que han oído. Además de ayudarles en su crecimiento, consigues crear un vínculo mucho más estrecho con tu hijo. Como decía, desde hace mucho tiempo que le hago preguntas. Y también le hablo como a un pequeño adulto. Sin caer en el error de hablar con metáforas o conceptos abstractos como aquel de “hace un día de perros”, podemos hablar con nuestros hijos desde que son bien pequeños. Primero sólo nos miran, luego nos contestan con algún gesto o algún monosílabo (sobretodo el tan famoso “no”) pero poco a poco van hilvanando sencillas frases hasta que te das cuenta que aquel bultito pequeño que sólo gimoteaba y balbuceaba se ha convertido en un ser humano a escala. Hablarles como adultos e intentar explicarles las cosas es también un modo de respetarles. No me gustan respuestas como “Calla que no entiendes” o “Eres muy pequeño, ya te lo explicaré otro día”. Siempre intento explicarle todo lo que puedo, aunque lo que oiga no entienda o no le guste. Lo que sí que tengo clarísimo es que ve que le respeto, que le trato como a un igual consiguiendo un vínculo importante con él. He de aclarar que aun no me ha hecho preguntas demasiado difíciles como hablar de la muerte o otros conceptos complicados. Cuando me encuentre ya veré que hago.Si respondemos a sus preguntas, tendrán interés por el mundo. Aunque cuando llegan a la fase del “por qué” te pueden llegar a desesperar. Pero de eso hablaremos en otro momento.