Con perdón de los pactos postelectorales, del movimiento 15M y de Grecia, la semana pasada hubo otra noticia que llamó poderosamente mi atención. La Federación Internacional de Baloncesto (FIBA) quiere estrechar y acortar las camisetas y pantalones de las jugadoras. Dicen que así, estrechitas, jugarán más cómodas y mejor, pero para mí que lo que quieren es incrementar el número de espectadores que asisten a los partidos, sospecho que lo que quieren es que los atributos del cuerpo femenino en movimiento sirvan de gancho para ver unos partidos que, supongo, creen demasiado aburridos como para lograr por sí mismos animar al público a que acuda a la cancha. Entonces, ¿por qué no obligan a las jugadoras a batirse el cobre desnudas? Creo que atraería a mucho, qué digo, muchísimo, más público si, además, jugaran en un ring de barro, ¿se lo imaginan? Una decena de mujeres fibrosas y desnudas peleando por la pelota en una piscina de barro… Claro, pero entonces no sería baloncesto, sino “barropolo femenino”. ¡Qué más da lo importante, es lo importante! Sí, creo que voy a enviar mis propuestas a la FIBA. No entiendo cómo las jugadoras han protestado tanto, cuando de lo que se trata es de que jueguen más cómodas a la vez que se le da más proyección al deporte femenino. Incluso han creado un grupo en facebook para oponerse. Incomprensible.