La Feria del Libro es un acontecimiento eminentemente comercial, su éxito se mide por cantidad de visitantes y ventas. Es lo que sucede también con otras ferias ligadas a la actividad: en la última Feria de Francfort, por citar el ejemplo paradigmático de estos eventos, los acontecimientos más difundidos fueron la venta de los derechos de la obra de Borges y la algarabía que el nombramiento de Vargas Llosa como Premio Nobel había causado en el stand de Alfaguara, la multinacional que tiene los derechos del peruano.
Esto no impide, o mejor dicho, quizá provoque que la Feria opere también como caja de resonancia de la actualidad política. Es lo que sucede con la invitación, por parte de la Fundación El Libro, del autor de La tía Julia y el escribidor a la apertura no oficial de la Feria.
Es una impostura, por tanto, la acusación que intelectuales kirchneristas le endilgan a la Fundación El Libro de ser un frente de los monopolios editoriales, cuando pocos meses atrás ellos se peleaban para conseguir pasaje en la delegación oficial a la Feria de Francfort. En última instancia, tanto el gobierno de Cristina Fernández como Vargas Llosa y la Fundación El Libro están de acuerdo en la defensa del negocio de los grandes pulpos editoriales.
Los escritores ligados al oficialismo se acordaron de la condición capitalista de la Fundación El Libro a raíz de la invitación a Vargas Llosa para que pronuncie el discurso inaugural. El director de la Biblioteca Nacional, Horacio González, reclamó una modificación de la agenda con el argumento de que "hay dos Vargas Llosa, el gran escritor que todos festejamos, y el militante que no ceja ni un segundo en atacar a los gobiernos populares de la región". Para salvar el inconveniente que representa el peruano, propuso que "para este evento inaugural se designe a un escritor argentino en condiciones de representar las diferentes corrientes artísticas y de ideas que se manifiestan hoy en la sociedad argentina". ¿Quién encarnaría a semejante espejismo? Semejante "síntesís" sería repudiable como emblema del eclecticismo y de la mediocridad. El país ha visto a numerosos escritores que les chupan las medias a "los gobiernos populares", pero no por eso deberían inaugurar la Feria. La mayoría de ellos ha atacado al Partido Obrero por el asesinato de nuestro compañero Mariano Ferreyra, con el inocultable propósito de encubrir a la burocracia sindical, la estatización de los sindicatos y la coalición político-económica que mantiene el gobierno con la patota asesina. Si designaran, llegado el caso, a semejante "síntesis" de "las corrientes de ideas de la sociedad argentina", iríamos a repudiarlo como un agente de la patota de la Unión Ferroviaria. Por otro lado, ¿por qué debería ser un escritor el que inaugure la Feria y no un lector, si la Feria es "del escritor al lector", por ejemplo un obrero ferroviario? Este podría transmitir a "la sociedad" la vivencia de un explotado con la literatura. Para que ocurra esto no es necesario prohibir la presencia de Vargas Llosa, sino cancelar el carácter capitalista de la Fundación El Libro. A los "intelo" K es lo último que se les ocurriría. Lo que diferencia a Vargas Llosa de un K es la consecuencia: el peruano sigue defendiendo las políticas menemistas que impulsaron los K (y que hoy protegen de la desaparición) bajo el menemismo. Con relación a la cuestión palestina, sin embargo, Vargas Llosa se encuentra a la izquierda de los K, tutelados por el sionismo.
En el mundo abundan los grandes escritores que son políticamente reaccionarios -desde Balzac hasta Céline y Borges. El autor de La ciudad y los perros es, desde hace mucho, un vocero del Departamento de Estado norteamericano.
González no aclara quiénes militan en la coalición de derecha que él ataca, aunque muchos de los consuetudinarios habitués de las coaliciones de derecha que han pululado en la Argentina son o fueron aliados del gobierno kirchnerista, como Duhalde, Scioli y la burocracia sindical, o son sus socios políticos en algunos emprendimientos de seguridad, como Macri en el acuerdo de acción conjunta entre la Federal y la Metropolitana en la masacre del parque Indoamericano, o en la unificación de las elecciones comunales acordada en la Legislatura porteña.
Las dos organizaciones más importantes que nuclean a escritores dieron también su opinión respecto de la invitación al Nobel. En su declaración, el presidente de la Sade, Alejandro Vaccaro, quien hace muy poco afirmó en un reportaje en Clarín que su organización sólo pretendía defender los derechos de los escritores sin meterse en cuestiones ideológicas -cosa que dejaba para la SEA-, interviene en el debate en favor del gobierno. En cambio, la "ideológica" SEA, por boca de su vicepresidente, dice: "Hubiéramos querido que fuera otro; expresamos nuestro disgusto, pero lo aceptamos". Para la SEA, cooptada por el macrista Lombardi, "Vargas Llosa ha tenido expresiones casi injuriantes para la Argentina", sin aclarar si se refiere a las denuncias de corruptela y latrocinio gubernamentales por parte del Premio Nobel. Tampoco queda claro a cuál Argentina se refiere: si a la de Pedraza, el pago de la deuda al Club de París y el veto al 82% móvil para los jubilados, o a la de la lucha de los tercerizados por su pase a planta permanente, la de los trabajadores del subte por el reconocimiento de su dirección combativa y la de los que luchan por el castigo a todos los responsables del asesinato de Mariano Ferreyra.
Horacio González, al final, cometió un delito de lesa literatura: primero, se anticipó a sus mandantes para pedir la proscripción del novelista; luego se plegó, como los otros seguidistas K, al rechazo de la Presidenta a su reclamo -algo que Vargas Llosa no ha hecho hasta ahora con el poder político, aunque sea un propagandista político del imperialismo. LuchArte expresa su rechazo a que Vargas Llosa inaugure la Feria, pero no a que participe de ella bajo cualquier forma; también rechaza el carácter comercial, es decir capitalista, de la Feria, y todas las proscripciones que esto implica -desde las limitaciones económicas hasta las políticas para participar. Del mismo modo, rechaza la pretensión de los K de ocupar ese puesto, lo que no sería más que una tentativa de regimentar la opinión, como ocurre con todos los emprendimientos que ha tomado el oficialismo. La Feria del Libro debe representar al campo de los escritores, de la educación y de la clase obrera. El carácter de la inauguración no sería determinado por la Fundación Nobel ni por la Fundación El Libro, ni tampoco por organismos disciplinados al poder político. Los "intelos" que aplauden el pago de la deuda externa con dinero de la Anses no tienen condiciones para dar lecciones de antiimperialismo a nadie. Reclamamos sí que la Feria del Libro organice mesas de debate sobre lo que diga Vargas Llosa, abiertas a todas las corrientes políticas e intelectuales de la Argentina. Sabemos que las opiniones políticas son expresiones de la defensa de intereses determinados; por eso no nos resulta ingenua la invitación de la Fundación El Libro al autor de Pantaleón y las visitadoras. La Feria debería abrir un espacio para el debate de estas posiciones, de modo que quede claro de qué lado está cada quien.
Ni la Sade ni la SEA defienden la intervención independiente de sus afiliados. Proponemos a todos los escritores la creación de una corriente independiente del Estado y de los partidos patronales, que se alinee con la lucha de los trabajadores por la defensa de sus derechos y reivindicaciones.
LuchArte - Escritores