Que la nada algo sea

Emblemas estampados en el arco iris de nuestras vidas asumen el riesgo de chaparrones espirituales que mojarán nuestras lágrimas incesantemente. Se pierden los estribos de piedra de los colosos que galopan hacia las entrañas de la Tierra despertando duendes de sus cobijados sueños que los arropan de agrias golosinas con amargos comienzos y siempre dulces finales. Se esperaba que todo fuese una ilusión, que la realidad en los andamios justificara las alturas. Que el coraje enquistado en los espinosos tallos embriagara los ambientes con el perfume de sus pétalos, brillantes sus colores desafiantes al Sol, metálicas sus raíces engarzadas en las Agujas del Tiempo. Y se dejan escuchar los tambores de austeridad, su redoble nos alimenta a todos... nada se necesita ya. Todo está provisto en nuestras atómicas células.
La autocreación, el autoabastecimiento, lo primero de todo y todo lo primero, somos todos, nosotros, los únicos, imperecederos, que acostumbrados al cambio estático de lo permanente nos presume elevados, altos, lo máximo, cuando debajo no hay nada más que espacio que nos sostiene permitiéndonos descender y aún continuar estando a la misma altura. Seguir siendo lo que somos. Murmurar palabras inexistentes que nos hagan sentir bien. Inventarlo todo a partir de nada. Ser nuestros propios creadores y degustadores de nuestra esencia. Que ante el vacío se llena, ante la oscuridad se ilumina, ante el diluvio se seca, ante el pedido se entrega, ante los cielos se abre... ante el final se cierra.
* Miembro de la Asociación Israelí de Escritores en Lengua Castellana (AIELC). * Miembro de Escritores Club (Agrupación de Escritores Independientes de Habla Hispana). * Asesor de la Academia Filosófica Hebrea "Sinaí".

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