Que la realidad esté en flujo perpetuo no significa que A venga sucedido por B y B por C, ocupando cada uno de ellos un instante, sino que no hay un solo instante en el que A, B o C sean, dado que todo instante conlleva inmovilidad y, por ende, la detención del flujo, que dejaría de ser perpetuo. Por tanto, que la realidad esté en un perpetuo flujo significa que todo existe y no existe simultáneamente. Lo cual, si aceptamos el principio de no contradicción y su soberanía imprescriptible sobre lo real, equivale a decir que nada existe.
Ahora bien, si el flujo se detiene -y es obvio que lo hace, dado que la realidad existe- y a pesar de ello el tiempo y la sucesión no quedan abolidos, hay dos realidades: la que se detiene con el flujo y la que no se detiene con él. Luego, si algo existe en el espacio y en el tiempo, existe doblemente: deteniéndose y no deteniéndose. Y dado que dos predicados opuestos no pueden vincularse a un mismo sujeto, es indudable que existen en la realidad dos sujetos, a saber, el que da la forma o detiene y el que la recibe o es detenido.
Ninguno de estos sujetos es necesario, pues el que detiene no puede existir sin el detenido y el detenido no puede existir sin el que detiene. Asimismo, por la ley del tercio excluso, la realidad consta sólo de dos tipos de entes: los móviles y los inmóviles. Por otro lado, hemos visto que para poder ingresar en la existencia espaciotemporal todo lo inmóvil detiene y todo lo móvil es detenido. Luego, si tanto lo inmóvil como lo móvil son contingentes y nada hay en el devenir distinto de ellos, la suma de ambos, a la que llamamos realidad, también lo es. Siendo contingente, puede no ser y no es eterna.
Mas lo que es contingente, si existe, exige causa, la cual, siendo causa del tiempo, será una causa eterna. Por tanto, existe una causa de la realidad cuyo ser no estriba ni en estar en flujo -pues estarlo conlleva no existir- ni en mover -ya que si lo móvil no es eterno tampoco lo es el mover- ni en detener -pues este obrar se da ya en lo real sin necesidad de causa extrínseca- ni en ser movido o detenido -dado que lo que es causa del espacio y del tiempo no está en ellos ni puede moverse o detenerse. Su ser sólo estriba en ser siempre o en ser necesario.
Sin embargo, aquello que mantiene una relación causal con lo móvil o bien lo pone en movimiento o bien lo detiene. Pero hemos visto que la causa de la realidad no tiene un ser que estribe en detener ni puede predicarse de ella el movimiento. Y si bien no está obligada a mover por razón de su naturaleza, es innegable que moverá al ser causa de un cambio. Por consiguiente, la causa de la realidad, obrando sin movimiento, pone en movimiento a lo móvil, sin que por ello quepa afirmar que su ser estriba en obrar de este modo, puesto que podría no hacerlo. Existe, pues, un primer movimiento que, al ser contingente, no es desde siempre y es la creación del mundo ex nihilo.
Traté sobre esta cuestión en el Argumento Hilemórfico de la Contingencia.