El sistema patriarcal y la plutocracia justifican de forma insolente la violencia contra la mujer. El concepto que estas estructuras neoliberales ofrecen de lo femenino es de mero objeto creado para la satisfacción masculina, susceptible de ser comprado, explotado y usado hasta agotar su valor.
La violencia de género ha arraigado profundamente en la estructura social machista, un sistema autoritario que subsiste de mantener y transmitir sus postulados sosteniendo mentiras obscenas basadas en unos principios y valores que son cualquier cosa menos eso. La diferencia sexual se presenta como razón superior, base y fundamento de la discriminación. Se propaga desde el nacimiento y a lo largo de la vida del individuo.
No obstante la paradoja es que, las personas así socializadas, cuando llegan a la edad adulta, unas se convierten en militantes de la ideología impuesta, y otras defensoras convencidas de la necesidad de unos valores modernos e igualitarios.
¿Por qué existe esa resistencia al cambio por parte de la sociedad? Porque vivimos en un mundo globalizado donde la élite neoliberal echa sus redes y atrapa en ellas a sus víctimas, estratos sociales desfavorecidos, mujeres, inmigrantes y todos aquellos núcleos de la estratificación más baja; mercancías con las que negociar.
Duele ver cómo la pobreza en un mundo globalizado alcanza a muchas mujeres y las empuja a situaciones dolorosas y vergonzosas como a alquilar sus propios vientres, a huir de noche y a escondidas de la muerte, a prostituirse y cualquiera otra actividad de supervivencia. El contexto en que se desarrollan estos procesos no es otro que un mercado sin límites que ha entendido sin ningún escrúpulo que los cuerpos de las mujeres son pura mercancía explotable de la que se pueden extraer sustanciosos beneficios, que para colmo sirven para consolidad el patriarcado contemporáneo y neoliberal.
Por todo esto, para estos energúmenos, se hace necesaria la violencia, para asegurarse así la dominación adquirida sobre el conjunto de las mujeres. Necesitan pues de la violencia sin sentido para su perpetuación.
Los crímenes de odio hacia las mujeres nos dejan historias horripilantes y cifras devastadoras. Asistimos día tras día, mes a mes y cada año, a un repulsivo repunte de la violencia machista hacia las mujeres. Violencia que no se explica y que no se entiende. Y todavía tenemos que leer artículos donde se justifican estos comportamientos y donde se responsabiliza a las víctimas de ser eso; víctimas. Nada, nunca, bajo ningún contexto justifica ni justificará un comportamiento bárbaro y criminal como es este crimen detestable. Porque todo aquel que lo intente es y será igual o peor que los que lo cometen. No entiendo cómo los moderadores de esta página no controlan un poco esto. Vivimos tiempos muy extraños. Parece que en lugar de crecer menguamos.