Aquellos días nublados eran sus preferidos. Olivia, tumbada, espera a Que las nubes le cuenten.
Les quiero invitar a desayunar, a almorzar, a merendar o a cenar. Todo depende de la hora en la que se crucen con esta reseña. Pero tendrán que venir a la casa de la abuela, porque con ella todo cobra sentida y, en su ausencia, solo queda sitio para la añoranza.
Las nubes son las encargadas de traer la lluvia, ¡vaya responsabilidad!, pero en ellas viajan recuerdos, almas y mucho cariño. Mi abuela viaja en nubes y por eso espero su llegada hasta que caigo dormida. Soñar es otro medio para llegar a aquellas personas que han marcado nuestras vidas. Soy soñadora, y seguiré siéndolo. Abuela, te echo de menos...
No cabe ninguna duda de que el álbum ilustrado que Pilar Redondo y Virginia Ogalla es de los más bellos que se hayan publicado este año. Bajo el sello fiable representado por Pábilo ediciones, se trata, sin duda alguna, del regalo perfecto para estas fiestas. No importa si la excusa es el precioso texto o las hermosas imágenes que lo acompañan: sentiremos la historia como nuestra, y nos convertiremos en los protagonistas de un cuento. No se puede pedir más.
Pilar Redondo bien merece una entrevista. Quien escucha cómo narra, se queda prendado de su oficio. Virginia Ogalla habla con las líneas y los colores. Ambas son el tándem perfecto para iniciar la más grande de las conquistas: la del corazón.
Preso de su hechizo, leo y releo la historia para volver al principio y empaparme del tacto, del aroma, de todo aquello que encierran las páginas de ese cajón secreto que es obligatorio explorar y que adquiere la forma de libro, álbum para los más académicos. En esta cárcel viajo, viajo al pasado, al mío, al de los aromas de perfumes que permanecen en el tiempo, el de los guisos que no se amilanaban ante las paredes de cal tronchada, al de las mariposas que parecían inundar con su colores cada una de las estancias que vuelvo a recorrer, ahora, de nuevo, cuando todo ha cambiado, y sin embargo no ha cambiado nada...
Ella no está, pero noto su presencia. Sé que no me quiere abandonar, que nunca lo hizo, y por ello cuento mi historia, para que los niños y los adultos que se encuentren con ella sepan que el amor no muere, es más, se aferra con fuerza a nuestros recuerdos e inunda las estancias con su plenitud. Si no lo creen, suban a la azotea y contemplen el horizonte. Cuando vuelvan las nubes, intenten saludarlas con una sonrisa. Muchas abuelas viajan al presente, desde un pasado que nunca se fue, para abrazarnos, para cuidarnos, para no dejarnos nunca al amparo de la soledad.
Me gustaría recomendar este álbum ilustrado en unas fechas de especial nostalgia, fechas en las que nos gusta sentirnos acompañados y queridos, al abrigo del frío, con el calor de las caricias, de las palabras y ¿por qué no? de un libro que nos reconforte. En mi carta de Reyes vuelvo a ser niño y escribo con letra bonita Que las Nubes le Cuenten. Espero que Sus Majestades sepan a qué libro me refiero. Que no se equivoquen, por favor, que no se equivoquen.
Gracias, Pilar. Gracias, Virginia. Gracias, Pábilo. Me habéis hecho muy feliz.
Reseñado por Francisco Javier Torres Gómez