Dos textos de Lauren Kate inéditos se han dividido en tres partes cada uno y se han repartido entre 6 blogueros.Aquí tenéis un trozo de un texto ¿Que te parece? ¿Te unes a la búsqueda del resto?
1
Quizá debería haberse puesto otra cosa en lugar de aquella camiseta blanca llenade manchas de grasa y los vaqueros recortados del taller. Luce tiró de la goma de pelopara soltarse la larga trenza que se hacía siempre para trabajar y pudo sentir los ojos deTrevor clavados en su pelo negro y ondulado que se abrió por su espalda. –Algo de beberme parece buena idea.Trevor sonrió y la llevó hacia el bar.En medio del césped, Rachel había reunido junto a ella a su grupito de aduladoras.Cuando Luce pasó a su lado con Trevor, Rachel levantó la nariz y husmeó a su alrededor.–¿Qué es lo que huele a gasolinera?–Eau de proletaria, –respondió la segunda de Rachel. Shawna Clip era tan odiosacomo Rachel, pero no tan lista.–Disculpa, –dijo Trevor sacando a Luce de allí. –Son unas arpías.Luce se ruborizó. No le importaban los insultos de Rachel, pero sí la habíasonrojado que Trevor se preocupara por ella. Él la miró durante un momento y se la llevósin detenerse en el bar. –Mejor pensado, el padre de Rachel también guarda bebida en lascabañas. –Trevor le sonrió y señaló el bosque con la cabeza, hacia el lugar donde elcamino a la luz de la luna llevaba al lago Winnipesaukee. Las antorchas de bambúterminaban donde estaban ellos. Más allá estaba el bosque: profundo y oscuro.Luce dudó un momento. El bosque era una de las razones por las que evitabaaquellas fiestas. Para cualquier otro, la oscuridad de la noche significaba hacer locuras enel buen sentido.
2Para Luce era la hora en la que surgían las sombras.Otro tipo de locura mucho más terrible.Pero esta era la primera vez que se encontraba junto a Trevor sin un escalpelo enla mano ni respirando formaldehido. Y no iba a estropearlo como una cría miedosa queno se atreve a acercarse al bosque.–¿Tenemos que cruzar por allí? –Luce tragó saliva.Él le acarició la mejilla con el pulgar. Aquello la estremeció. –Está oscuro sólohasta llegar al claro del bosque. Yo te llevaré de la mano todo el camino.Era la mejor oferta que podía imaginar, pero Luce no sería jamás capaz deexplicar a Trevor por qué no era suficiente. Por qué sentía como si se adentrara en unapesadilla de la que no podría despertar jamás. Si las sombras estaban allí dentro, laencontrarían. Se abalanzarían sobre ella como finas hojas de hielo negro. Pero no podíaexplicárselo.La oscuridad se hizo mayor a medida que caminaban. Luce podía notar unapresencia tenebrosa en los árboles que les cubrían, escuchar un tenue silbido que recorríalas ramas, pero no despegó los ojos del suelo.Hasta que algo la pellizcó en el hombro. Algo frío y punzante que le hizo dar unsalto, directa a los brazos de Trevor.–Tranquila, no hay nada que temer. ¿Lo ves?Trevor intentó que se diera la vuelta, pero Luce le apartó la mano. –Vamos de unavez a la cabaña.Cuando llegaron al claro, afortunadamente la luna volvió a iluminarlo todo. Unapequeña hilera de cabañas apareció ante ellos.
3Luce echó un vistazo al bosque, pero no pudo encontrar el camino de vuelta a lafiesta. Tuvo la sensación de volver a escuchar la sombra sibilante en los árboles.–Te echo una carrera, –dijo Luce.Echaron a correr hacia la primera cabaña, Trevor justo detrás de ella, hasta que losdos se chocaron con la puerta. Reían sofocados. El corazón de Luce estaba disparado porel esfuerzo, el miedo y la nerviosa expectativa de lo que hacían tan lejos del resto.Trevor buscó en su bolsillo y sacó una llave.La puerta se abrió con un crujido y entraron en la cabaña despejada y limpia.Había un hogar para el fuego, una pequeña cocina, y una cama king–size bien visible.Hace sólo una hora, Luce jamás habría podido creer que estaría a solas en una cabaña conel chico del que llevaba tres años tan colgada. Ella no hacía esa clase de cosas. No habíahecho nada igual en toda su vida.Trevor se dirigió directo a la barra de bar que había en la cabaña y comenzó aservir algo marrón de una botella escarchada. Cuando Luce cogió aquel vaso lleno hastala mitad, ni siquiera sabía que no tenía que beberse de un solo trago.–¡Uau! Él se rió al ver que a Luce el alcohol le produjo una arcada. –Por finalguien que necesita un trago tan desesperadamente como a mí.Si Luce no se hubiese retorcido porque se había abrasado la garganta, entonceshabría reído y corregido la frase de Trevor, explicándole que lo que él quería decir era:“alguien que necesita un trago tan desesperadamente como yo”. En realidad lo que él dijosignificaba que ella necesitaba un trago tan desesperadamente como lo necesitaba… a él.Él le cogió el vaso vacío, le pasó un brazo por la cintura y se la acercó hastaestrechar sus cuerpos. Ella podía sentir su pecho fuerte, la calidez de su piel.
4–Lo mío con Rachel ha sido un error, ¿sabes?Oh dios. Ella debería sentirse mal por aquello, ¿no? Él iba a besarla y ella queríadevolverle el beso, y eso significaría que su primer beso iba a ser con alguien que teníanovia. Una auténtica bruja, pero una novia al fin y al cabo. Luce sabía que lo de Trevorcon Rachel era un error, pero de repente se dio cuenta de que Trevor estaba mintiendo.Porque él no lo sabía. Sólo lo decía para que ella le siguiera el juego. Porqueprobablemente él sabía que ella le adoraba. Seguro que estos años la había pillado milveces mirándole y estaba muy seguro de lo que ella sentía por él.Trevor le gustaba, sí, pero hasta ese momento había sido una especie de fantasíainalcanzable y ahora, tan cerca de él, no tenía ni idea de qué hacer.Trevor acercó su cara a la de Luce y sus labios casi se rozaron mientras ellapensaba que sus ojos eran diferentes a los que tantas veces había observado en el catálogoanual de la escuela.Y de repente se dio cuenta de que en realidad no lo conocía.Pero quería seguir. Quería saber que se sentía cuando la besaban, pero unauténtico beso, un beso intenso abrazada contra la pared, hasta marearse, hasta estar tanrepleta de pasión que no quedara en ella lugar para sombras, bosques oscuros o visitas ala clínica.–¿Luce? ¿Estás bien?–Bésame, –susurró.
© 2010 por Tinderbox Books, LLC y Lauren Kate.
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*Agradecimientos a Montena