Que Leí esta Semana – Necronomicón: los mejores relatos

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Necronomicón: los mejores relatos.

H.P. Lovecraft.

Ediciones Brontes. Literatura Universal. Traducción Francesc LL. Cardona. 2014. 156 paginas.

Al calor de la hoguera, un insondable mar de sombras bailaban en el titilante resplandor de las llamas; El crepitar de las lenguas de fuego lamían el cielo nocturno tratando de alcanzar el pálido rostro de la luna con el fin de arrancarla de la paz del cosmos y entregarla a la violencia primitiva y caótica del fuego. La audiencia congregada ante la fogata enmudeció a los pocos segundos de contemplar el disforme espectáculo de luces siendo el silencio únicamente interrumpido por los inconfundibles y roncos lamentos de la madera. Un siseo, leve pero autoritario, hizo girar cabezas hacia el punto más oscuro del circulo que hombros y piedras habían formado entorno al regalo de prometeo. Niños -dijo el profesor Arkham- la finalidad de esta salida comprende más que el mero estudio de las estrellas; Hoy – prosiguió- gracias a los conocimientos del volumen que descansa entre mis manos, conocerán la historia de los Reyes, y de cómo su mirada observa con el desden propio de aquellos capaces de comprender el infinito, los trabajosos quehaceres humanos y sus maquinaciones.

La prudencia de los jóvenes ante aquellas palabras evito preguntas a deshora y chanzas de escaso ingenio. El lago, testigo mudo sobre el que las siluetas del Profesor Arkham y sus alumnos jugaban a ser gigantes gracias a la intervención del calido fulgor que les cobijaba ante la humedad de la noche, siguió con su imperceptible arrullo, mientras historias de criaturas surgidas de las oscuras y acuosas profundidades se confundían con otros relatos cortos protagonizados por antiguos Dioses, músicos enloquecidos por su condena, clérigos inmortales y hombres dispuestos a olvidar la realidad y abrazar mundos oníricos conformados por sueños y recuerdos. El tomo del profesor Arkaham cantaba; cantaba con calma, silbaba con fuerza, hablaba con la elocuencia de mil poetas y susurraba verdades. Escoltado por una corte de ojos atónitos, el libro dibujó figuras intangibles en las mentes de aquellos que escuchaban su saber por primera vez; Las grotescas e indefinidas formas de aquellos que respondían a nombres impronunciables para el hombre comenzaron a hacerse carne declamando con gutural claridad en la lengua de los reyes.

El frió y distante universo se hizo presente en forma de aterradora aseveración; Todos los presentes – incluido el Profesor Arkham – comprendieron el engaño; Una mentira tan dolorosa como desesperanzadora; Un embuste cruel y mezquino que había convertido al hombre en la pupila del colosal cíclope que era el eterno y lúgubre infinito cuando en realidad tan solo se trataba de la desagradable secreción concebida por los lagrimales. Un fuerte chasquido recorrió la espalda del viejo maestro haciéndole levantarse de un respingo a la par que enunciaba en un lenguaje arcano ya olvidado hacia siglos. Y fue entonces, solo entonces, cuando la quietud del lago se vio turbada, las llamas se extinguieron y los adoradores de la palabra surgieron una vez más de las profundidades proyectando sus sombras mientras se cernían sobre los trece empuñando embotados cuchillos ritual.

César del Campo de Acuña.