Pizarra por el paro educativo de hoy
En el cole público de mi hija les ponen música por los altavoces del patio cuando abren las puertas cada mañana a las nueve, a modo de bienvenida. Los madres y padres nos despedimos en el quicio del portón que da al patio de los mayores (así le llaman), y por allí entran ellos, tan diminutos todavía, y más pequeños aún en comparación con los mochilones que tienen que arrastrar. Por allí entran agolpados, arracimados, mi hija de ocho añitos y sus pequeños colegas, mi Estrella portando su cartera el almuerzo que le preparo cada mañana con toda la ternura del mundo. Los miércoles toca fruta, así que ayer entre Estrella y yo preparamos una brocheta con fresas que cogimos de nuestra azotea, alternadas con rodajas de plátano y bañadas con siropes de chocolate y de caramelo. Ayer por la mañana, como otras muchas mañanas, les pusieron una canción energética y energizante que me encanta y que queda muy bien como banda sonora para empezar cada jornada las películas de sus pequeñas vidas: Born to Run, de Bruce Springsteen. Esto ocurrió el miércoles. Hoy es jueves, día de paro educativo, y la niña no va a ir al cole. Hoy en el patio del cole de mi hija no creo que suene Born to Run, Nacidos para correr, sino un silencio triste, sin el eco de los ruidos infantiles de fondo. La canción de hoy es una pieza muda: el eco soterrado de una nueva protesta contra los reiterados recortes educativos que se están cebando con una enseñanza pública que debería dejar correr los sueños, las ilusiones y el ansia de saber de los escolares, sin que los cercenen los planes del ministro Wert y de este Gobierno pavorosamente conservador.