¿Vives en una zona montañosa, o en la heladora meseta castellana, o en prácticamente cualquier parte de España que no sean las islas Canarias o alguna zona mediterránea de clima benigno, como Almería? Entonces es comprensible que tú, cicloturista, sientas pereza a la hora de acoplarte el maillot y el culotte y salir a la carretera a pedalear contra el viento y el frío.
Pero no te rindas: los rodillos son una solución ya clásica pero perfectamente válida, si bien es cierto que cada día salen al mercado cada vez más simuladores de puertos (¡y mucho más caros que los rodillos!). Aunque ya volveremos en un futuro post al tema de los simuladores, este blog pretende ofrecer una salida práctica y no tan onerosa para el aficionado medio.
1 – Cunde más el rodillo…
No, no estamos locos: el índice de funcionalidad del entrenamiento con rodillo es mucho más elevado que una sesión en carretera. Si usted es un cicloturista que no dedica seis u ocho horas diarias como los profesionales, meterse dos horas en un día equivale a más de dos horas por la calle.
2- … porque desde el minuto uno se hace deporte
Lo normal es que el cicloturista salga a la calle, se frene ante un par de semáforos, espere a que crucen los peatones del paso de cebra, ceda el paso a los coches con prioridad… Con el rodillo, al igual que con la bici estática, el usuario va lanzado desde el primer momento.
3- Pedalear al ocaso del sol
A no ser que usted solo vaya por ciudad y por caminos bien iluminados –que no son tan abundantes en España-, todavía no conocemos el puerto de montaña irradiado por farolas. Ni el camino de tierra, ni la vereda forestal. ¿Que si este consejo vale también para el verano? Sí, pero calcule las horas de luz que hay ahora y compare. Lo único malo: no verá la naturaleza.
4- Pedalear aunque haga frío
¿O acaso se imagina usted subir un puerto que rebosa de nieve y con la carretera deslizante? Por no hablar de la vestimenta, que tiende a parecerse más a la que uno usa en verano (maillot corto, sin mallas largas), ahorrando de paso en ropa.
5- Cuidado con el ritmo y las pulsaciones
No todo iba a ser Jauja: y es que hay que evitar bajar la guardia y luchar contra la monotonía. Al mantener un ritmo constante independientemente del desarrollo que acoplemos al rodillo, el tedio puede aparecer. No hay variaciones en el pedaleo, o no suele, ya que no hay una carretera por la que circular con sus típicos repechos, bajadas, falso llano o descansos. Pero no se inquiete: precisamente manteniendo un ritmo y pulsaciones elevados es como uno mejora sus condiciones. Y entrenamiento.
6- Elija bien el lugar de la casa
Uno no puede estar atendiendo al teléfono, deleitarse con la televisión, charloteando y meter un plato de más de cincuenta dientes con el que sentirse Tony Martin en una contrarreloj. La bicicleta en casa ofrece una amplia gama de posibilidades que no da la calle –como escuchar música, algo no demasiado recomendable al aire libre por seguridad-, pero exige cierto rigor e idoneidad. Elija un lugar donde no pululen sus familiares o compañeros de piso con asiduidad, donde estar a gusto. Al fin y al cabo, solo serán unos meses hasta que vuelva el sol.
Y por si quisieran algún modelo de entrenamiento, ahí va una tabla elaborada por los amigos de Planifica tus Pedaladas. ¡Ánimo y al rodillo, que no es nada!