Que los móviles cuesten miles de euros

Periodistas y escritores llevan años advirtiendo de las condiciones inhumanas en las que se extraen en África los minerales necesarios para que tengamos el mundo a nuestro alcance en el móvil. Lo ha hecho José Naranjo, especialista en cuando sucede en este continente, y lo aborda ahora el estadounidense Siddharth Kara, en el libro Cobalto rojo. El Congo se desangra para que tú te conectes, publicado por Capitán Swing. Las baterías de nuestros móviles necesitan minerales como el cobalto, el litio o el níquel y se encargan de extraerlos de las profundidades de la tierra trabajadores sin las mínimas condiciones laborales y por unos sueldos de miseria. Tienen en sus manos las mayores riquezas, pero el llamado "mundo civilizado" no les permite beneficiarse de ellas.

Parece que nos interesan los derechos humanos solo si no tenemos que sacrificar nuestro bienestar y continuamos negándonos a reducir el ritmo de desarrollo en favor de un sistema global más justo y equilibrado. A casi nadie le interesa saber que detrás de los móviles inteligentes hay sufrimiento por un sistema de producción cruel, porque queremos seguir subiendo nuestra foto a las redes sociales y consultar el tiempo que hará mañana. Puede que, si insistiéramos en que se les pagara a los mineros un precio justo y se les dieran unas condiciones adecuadas y seguras para realizar su trabajo, los móviles empezaran a costar miles de euros. Tal vez tendríamos que pagarlos a plazos, como hicieron nuestros progenitores con las primeras lavadoras y televisiones. Quizás no pudiésemos cambiar de móvil cada año y un teléfono, por fin, tuviera a bien durar diez años seguidos. ¿Sería tan terrible?