Mi abuela solía gritar aquello de “¡Que mal repartido está el mundo!” pero claro, viniendo de gente que sabía lo que era pasar hambre mientras “la Collares” lucía en el NoDo los idems no era de exetrañar. Lo que no podía llegar a pensar es que en una democracia moderna las cosas seguirían, dejémoslo en igual. Hoy mismo se me saltó una sonrisa a la cara cuando me descubrí diciendo lo mismo que mi abuela al ver que Jeff Bezos -y un par de personitas que pagan veintipico millones por montarse en la atracción- se sumaba a los muchimillonarios que se han aburrido de darle vueltas al mundo colgando fotos en Instagram para hacernos los dientes muy largos a los que, a duras penas, podemos acercarnos al pueblo un par de días si es que los rapiñamos en el trabajo. ¿Qué quieres que te diga? Somos humanos y da cierta dentera ver como ya se dedican a salir a pasear por el espacio como quien se marcha a Torremolinos. Nada, está visto que son cosas que van con los tiempos y las modas. Hace unos años todos los recién casados que se preciasen se dejaban caer por Cancún, en un tiempo los lunamieleros se largarán a la Luna.
Esto serian cosas de celos de los pobretones que nos quedaremos ancladitos en este planeta si no es por la obscenidad del agravio comparativo. En un mundo en el que, solo en España, un millón de personas no puede permitirse comer más de dos veces a la semana carne o pescado los dueños de Amazon y Virgin se ensarzan en una especie de carrera de los autos locos como las Pierre Nodoyuna y Patán de para saber quién será el primero en dar un garbeo por el espacio. No me malinterpretes, cada uno que haga lo que quiera con su parné pero es que eso dice tanto del modelo de sociedad en el que vivimos… Hay que ver “¡Que mal repartido está el mundo!”
Vivimos en un mundo de contrastes. Mientras vemos sonreír a unos bajando de la nave como los extraterrestres, la Red Europea de lucha Contra la Pobreza y una encuesta sobre las condiciones de vida del INE nos devuelven a la tierra con un escobazo de realidad. El coronavirus se está llevando algo más que la salud de mucha gente, está destruyendo muchísimas economías domésticas, antes incluso de que acabe el alto al fuego de los desahucios (previsto para Agosto si no recuerdo mal). En pleno verano el desastre no se para a tomar una caña en el chiringuito playero precisamente. La ruina se está llevando en silencio la economía de mucha gente como tú y como yo. Según el INE, sólo en España, el 10% de la población dice que llega a fin de mes con “mucha dificultad” (2,2 puntos más que el año pasado), el 35,4% no podrá reparar lo que se rompa y el 34,4% no podría salir una semana de vacaciones si las tuviese, porque no olvides que para tener vacaciones antes has de conseguir un trabajo decente.
¿Te parece mucho? Pues si vieses las colas del economato del barrio pensarías que igual hasta es peor. Las filas crecen y crecen con gente que nunca dirías (ni ellas tampoco) que acabarían siendo usuarios de los comedores sociales, gente que ha malvendido su BMW, comprado en los buenos tiempos, para “ir tirando”. Caritas ya nos los dice, la pobreza extrema en un país en el que trabajar no te garantiza el sustento ya puede afectar a todos.
Hemos creado una sociedad de Mr Wonderful que si prefiere perderse en interpretaciones legales para no ver que el COVId es horrible y se ha de combatir como sea, imagina que pensará de la otra pandemia, la de la pobreza contra la que no existe vacuna y que está siendo devastadora. Vivimos en un país en el que hasta un 5’4% de sus habitantes no puede comer carne o pescado al menos cada dos días ¿Qué se hace al respecto? Ya te digo yo que permitir que este martes se pagase el Megavatio a más de 100 euros no es que ayude demasiado. ¿Preguntamos también al T.C.?
Parece ser que las políticas de ayuda a los necesitados no son capaces de llegar a mitigar estas cifras desastrosas. Igual es que lo importante es enseñarnos los collares en el NoDo, exhibirnos como los millones caen por fardos encima de las mesas de las grandes empresas cuando en otras se amontona la miseria.