Revista Diario

¿Qué me pongo?.

Por Sebastianguajardo

Este viernes hay que ir a la fiesta de aniversario del canal donde trabajo, habrá una banda en vivo, un Dj al que ya le encargamos lo mejor y más nuevo de Usher (porque eso es lo bueno de compartir oficina con RRPP) y un picoteo y comidas dignos de recordar… creo. Hasta ahora la organización se ve buena, varios millones invirtieron y espero que valgan la pena.
Durante la semana se nos dijo que no podíamos ir de jeans y zapatillas, que la cosa es semi-formal y, con tanto rostro de la tele, tanta foto para las sociales y tanta prensa “infiltrada”, nadie puede desteñir. Y con ese aviso-exigencia llegó la odisea de pasear por el clóset para darse cuenta de que ¡No tengo qué ponerme!. Pregunté entre los fieles amigos de Facebook si alguien tiene algo con que me pueda auspiciar, quizá algún canje loco por ahí o simplemente un préstamo por la buena onda… pero sólo uno se pronunció para “ver entre sus contactos” qué podía hacer.
Muñeco Ken
Como se acerca la fecha del magno evento, y entendiendo que ya nadie dijo “yo”, partí algo temeroso al mall más cercano después del trabajo para recorrer por horas en busca de lo que tenía en mente, algo simple pero que me permitiera hacer lobby entre la farándula criolla y quedar en su retina luego de los comentarios tipo “Oh, qué linda tu camisa”, “Pásame el dato de ese cinturón”, “Ese pantalón se te ve bacán”. Y así recorrí primero Falabella, Paris y Ripley porque, obvio, como soy parte del personal subalterno según la nunca bien ponderada Pamela Jiles, no tengo cómo darme el lujo de importar ropa o vitrinear en Alonso de Córdova. Pero nada me convencía ni se ajustaba a mis exigentes exigencias aspiracionales e igualadas. Me perdí en el mall buscando una tienda bonita y barata, ya no me importaba la parte de “buena”, pues me convencí de que la ropa sería usada sólo una vez. Y mientras recorría los pasillos me di cuenta de que no hay un Zara en el Plaza Vespucio y que la peor época para comprar ropa es el comienzo de temporada… ¡Por Diox que caro está todo!.

Estampado Vintage

Estampado Vintage

Llegué a las 19 hr. y recién a las 21 hr. encontré brillando en un rincón una corbata delgada (si alguien sabe cómo se llaman, lo postea abajito, en los comentarios) de un hermoso color “mora-crema” con un estampado vintage como el de la foto al costado. Por ahí encontré una camisa bien entallada negra y partí raudo al probador. Según yo me veía bien, pero ante la inseguridad, salí y le pregunté a todas las viejas qué opinaban… ellas estaban vueltas locas con mi esbelta y estilizada figura resaltada por la camisa y corbata. ¡Esto es lo que necesito!- pensé. Además Roberto ya me había dado el Vamos por WhatsApp. Mientras le desfilaba a las señoras, una vendedora con cara de querer ir al baño me dice:
-No es por nada pero ¿Lo va a comprar?. -Es muy probable--  respondí. -Entonces le aconsejo que vaya rápido a la caja porque las de emergencia ya están cerrando, la tienda cerró. -Fuck!—pensé.
Me cambié rápidamente de ropa y corrí a la caja más cercana. Una señora no sabía la clave de su tarjeta y yo le ponía cara de “Ya, pues, señora, tengo hambre”. Y luego de unos minutos llegó mi turno. Le pregunté a la cajera qué opinaba de mi nueva pinta, le armé el conjunto entero para que se hiciera una idea y la dio por aprobada—Era que no, si quería puro hacer la venta e irse a su casa. Cuando llegó el momento de pagar, le digo que lo haré con tarjeta de crédito porque ando sin un veinte. Me hace pasar la tarjeta por el cosito y ¡Paf! “Tarjeta Inválida”. Repetí una y otra vez el proceso mientras me ponía nervioso pensando que no podría llevarme las maravillosas prendas por el puto error en la tarjeta. Ella me calmaba mientras yo le decía “Es que te querí ir a tu casa y yo haciendo show… parezco mina” y dudo que el comentario le haya caído bien. Pero casi de manera mágica se me ocurrió mirar la billetera por si andaba trayendo otra tarjeta que sé que no tengo porque la rompí en un ataque de ira. Pagué toda la deuda que me quedaba y chao tarjeta… así que ahora viene en camino la de reemplazo. Abrí la billetera y ahí brillaba, gloriosa y solitaria, la tarjeta de crédito con la que debía pagar. Un facepalm para mi por querer pagar con la Cuenta Rut que, a parte de no tener plata, tampoco funciona con la clave de la TCR. Pero vaya que me sentí aliviado cuando el mensaje decía “Aprobado”.
Y claro, como nunca antes me habían cerrado una multitienda estando yo adentro, no tenía idea por dónde salir… Caminé seguro pero sin rumbo hasta que encontré una escalera mecánica y bajé, me prendí un cigarro afuera del templo del consumismo y caminé impaciente para tomar la micro, llegar luego a mi casa y comprobar empíricamente que la selección fue buenísima y que combinaba con un pantalón que lleva guardado algo así como dos años.
Ahora tengo que decidir si voy o no al evento. Mi casa queda un poco lejos de Casa Piedra y volver a eso de las 3 ó 4 de la mañana no creo que sea sencillo si es que no logro conseguir un buen samaritana que venga para acá y me acerque, por lo menos. Pero todo sea por hacerme un lugar dentro del canal, mis aspiraciones son súper aspiracionales pero siempre con el objetivo claro de conseguir metas… ¿O ustedes pensaban que  el mundo de la tele y el espectáculo, las luces y el maquillaje lo hace brillar a uno por méritocracia? No se confunda.

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