Revista Opinión

¡Que me rompan la cara!

Publicado el 21 diciembre 2009 por Rgalmazan @RGAlmazan

Y es que menudo negocio el catedralazo que le ha endiñado el tal Tartaglia a Il Cavaliere. Dientes nuevos, heridas cosidas y más puntos. Más puntos de aceptación por parte de los italianos. Ni más ni menos que siete.

Berlusconi que en sus mejores tiempos había llegado a tener hasta el 60% de aceptación, últimamente con sus escándalos, de todo tipo, había bajado al 48,6% hace unos días, ahora ya vuelve a estar con el 55,9%.

Además, de una manifestación masiva hace días en contra, ayer se celebró otra a su favor más masiva todavía. Por otro lado, está preparando la rentrée del hombre bueno: Ha decidido ir a la cárcel de Milán a perdonar a su agresor en un gesto de “ciudadano ejemplar”.

Berlusconi sale del hospital

Se ha cumplido aquello de no hay mal que por bien no venga. Se ha hecho bueno un dicho antiguo que no debería tener hoy valor: No hay nada como una buena hostia a tiempo.

A Berlusconi le ha venido dios a ver con ese castañazo. Tanto que ha decidido seguir en el desempeño de su cargo –como siempre de forma “leal y generosa”— por el bien de Italia. Tiene webos.

Y luego hay quien dice que no habría que condenar este duomazo, No voy a entrar en lo que mis vísceras sintieron cuando me enteré del hecho, pero sí que empiezo a sospechar si el tal Tartaglia no será alguien pagado por Don Silvio.

Los políticos en decadencia han encontrado la solución. Y parece que en España más de uno ha escrito su carta a Papá Nöel o a los Reyes Magos con uno de los gritos de guerra que hoy se llevan entre la gente venida a menos: ¡Quiero un Tartaglia! y ¡Que me rompan la cara!

Salud y República


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