Revista En Femenino

¿Qué necesitan los niños?

Por Ana Maria Constain Rueda @amconstain
Por Ana María Constaín
El post anterior Los niños no siempre dicen la verdad, fue uno de esos post amados y odiados. Porque hablar de niños y de crianza es un tema que despierta muchas pasiones. Nos toca lugares muy profundos.
Como fue un post que recibió críticas (y yo también), me vi leyéndolo y releyéndolo, en parte para asegurarme que el mensaje fue bien transmitido. Tal vez no lo fue. O tal vez si. Al final cada quién interpreta desde su propio lente.
Este blog no pretende pronunciar verdades sobre crianza. Es un espacio mío, en el que pongo en palabras mi caminar. Y lo comparto porque me siento acompañada y porque las opiniones de otros me ayudan a verme y a crecer. Porque me encanta escribir. Porque la crianza y el trabajo con niños me apasionan. El blog es una de mis maneras de crear redes y de atender una necesidad mía de compartir lo que pienso y siento. Lo que soy.
Pero cuando me encuentro con críticas y juicios hacia mí, (especialmente hacia mi no hacia mis ideas) siento miedo. Me siento pequeña. La angustia crece y me dan ganas de desaparecer. Me siento tentada a abandonar este mi espacio amado para volver a la comodidad del silencio. En donde la mirada no está puesta en mi y no estoy expuesta a señalamientos.
Veo de frente a la niña asustada. Aquella que lucha entre la necesidad de mirada y el terror a la exposición. Esa que tantas veces ha elegido guardarse con tal de no arriesgarse al juicio y la burla. La que ha preferido callar para no ser incorrecta y evitar un doloroso desprecio o una castigadora soledad.
A veces. Solo a veces.
Porque por difícil que sea, es ser quién genuinamente soy, lo que me hace más feliz.
Así que este post, nace de esa mi angustia de haber dicho lo incorrecto, de ese mi terror de no ser aceptada, de ser juzgada y señalada. De haber sido mal interpretada.
Espero llegue el día en que pueda atravesar las críticas y juicios sin tanta angustia y sin tanta necesidad de ratificación.
Por ahora aquí estoy.
Los niños no siempre dicen la verdad,  Es mi manera, de darle lugar al niño, real, genuino… Es un llamado a los adultos a que veamos de frente nuestros mandatos y creencias para trascenderlas y relacionarnos con los niños desde nuestro ser. Sintiéndolos. Viéndolos y escuchándolos realmente. Es mi forma de decir que día a día camino para aceptar a mis hijas y a los niños en general, tal y como son. 
Sin proyectar en ellos mis deseos, expectativas e ideales Mis propias necesidades.
Porque creo que a veces los adultos atendemos necesidades nuestras a través de los niños. Y luego nos inventamos teorías elaboradas y racionalizaciones espectaculares para justificarnos.
Hay tantos modelos de crianza como egos.
Ese post es mi forma, tal vez un poco torpe, de decir en voz alta todo lo que siento cuando veo niños, incluso mis propias hijas, metidas en este enredo.
Puede parecer un escrito que defiende a los adultos y desprotege a los niños.
No lo es.
Es un intento de llamar nuestra atención a las sofisticadas maneras que tenemos las personas para satisfacer nuestras propias necesidades.
Ser un buen padre o una buena madre puede ser una necesidad nuestra que nubla las necesidades genuinas de los niños. Ser un buen terapeuta. Ser un buen abuelo, tío, profesor. O tener la razón. O llenar vacíos infantiles. Dar a ellos todo eso que realmente quisiéramos que nos dieran.
Hablo en plural porque lo veo constantemente.
Hablando de mi, ha sido tal vez mi más grande aprendizaje en la maternidad.
Duele. Tengo millones de puntos ciegos. Soy incoherente. También juzgo y tantas veces me creo portadora de verdades. Sigo aprendiendo
¿Qué necesitan los niños?
Que nos hagamos cargo de nosotros mismos. Que seamos adultos y los acompañemos en su camino.
Que los cuidemos y protejamos mientras dependen de nosotros y que en el proceso les permitamos ir encontrando apoyo en sí mismos. Ayudándolos a madurar.
Sin abandonarlos por nuestra incapacidad de estar con ellos, Sin apoderarnos y alimentarnos de ellos por nuestra incapacidad de estar con nosotros mismos.
Permitiéndoles vivir su vida. La de ellos. Reconociendo que no son una posesión. Que no nos deben nada.
Necesitan sentirse amados. Incondicionalmente. Aceptados. Con lo que nos gusta y lo que no.
Necesitan aprender del mundo y sus formas, guiados por nosotros. Crecer contenidos por adultos y reconociendo los límites que esta vida humana trae consigo.
Necesitan regulación emocional. De adultos que estemos en contacto con nuestras propias emociones. Que las reconozcamos y validemos. Las nombremos.
Necesitan permanecer en contacto con su ser esencial. Su guía interno.
Necesitan probablemente más de lo que los padres y madres podemos darles. Porque somos imperfectos, y tenemos un mar de necesidades insatisfechas.
Tantas veces cuando nos damos cuenta de esto, nos envolvemos de exigencia y culpabilidad. Nos alejamos entonces de la aceptación. No nos permitimos estar presentes viendo lo que hay. Partiendo de lo que somos.
Nos ocultamos a nosotros mismos todo esto que no aceptamos y vamos por la vida poniéndoselo a los demás.
Nuestros hijos muchas veces quedan atrapados en este juego.
Los niños no siempre dicen la verdad Es mi manera de expresar la frustración e impotencia que siento cuando el idealismo nubla la realidad. Cuando por poner la mirada en lo que “debería ser” o lo que quisiéramos que fuera, dejamos de ver lo que es. Lo que hay.  Lo que somos.
Nuestros hijos y nosotros.



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