Revista Opinión

Que no se nos olvide....

Publicado el 18 enero 2010 por Merche

QUE NO SE NOS OLVIDE....

Hoy por fin me he decidido a escribir sobre la catástrofe sucedida en Haití,

Desde que sucedió, mi mente está dándole vueltas para saber como puedo ser capaz de trasmitir lo que en estos momentos siento y plasmarlo en este sitio de desahogo comunitario.

Hay veces como esta en la que las preguntas se acumulan en mi cabeza y tengo sentimientos encontrados.

Por una parte me atormenta el pensar como pueden estar todas esas personas soportando tal tragedia que aunque quiera creo que no soy capaz de ponerme en su piel, me encantaría poder viajar hasta ellos para participar en las ayudas que necesitan, tener dinero y poder participar en la ayuda económica que tanto necesitan, pero no puedo hacer ni una cosa ni la otra, es por eso que descargo mi pesar y mi pena en esta pagina.

Trato de entender porque la naturaleza se ceba siempre con los más desfavorecidos o quizás nosotros somos los culpables de que sean desfavorecidos cuando nos olvidamos de ellos.

Es cierto que las ayudas están respondiendo y que seguramente se hará mucho, pero me golpea el corazón la cantidad de veces que hay estas tragedias y que después de dar la ayuda de los primeros momentos pasan los días y se comienza a hablar de cualquier otra cosa pasando a un segundo o tercer plano.

La pobreza, el hambre y las enfermedades en diferentes puntos del Planeta hay veces que parece que sean metas difícil de erradicar. ¿Por qué no nos ponemos manos a la obra para acabar con toda esta miseria? ¿Cuanta gente tendrá que morir?

De cualquier manera y como podéis observar no estoy muy fina con las palabras pero pese a ello desde aquí quiero trasmitir mi admiración por todas esas personas que están restando su colaboración en Haití, hoy toca allí y no se nos debe de olvidar que aunque la Santa Madre Iglesia Católica piense que los que realmente están mal son los que tienen un problema de Fe y de que esto es una menudencia ( y no admito la aclaración que han hecho) ahora necesitan ayuda material y psicológica para poder poner en orden sus vidas físicas y mentales.

La Iglesia – pienso yo- se me ocurre que podría vender parte de sus propiedades e irse allí a intentar ayudar a levantar al País y no me olvido de la cantidad de gente voluntaria que (esos si son Iglesia) que están allí prestando su colaboración y sintiendo el dolor de las gentes de la calle como me gusta pensar que haría Jesucristo.

No puedo estar allí físicamente pero mi pensamiento y mi alma está con ellos


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