Sea cual fuere la razón detrás del suicidio, presión laboral, problemas sentimentales, problemas económicos, en fin, a veces la presión sobrepasa los límites de una persona y esta decide poner fin a su vida, pero, ¿qué pasa con su alma?
Esta forma de muerte ocurre cuando una persona está sumamente deprimida y encuentra consuelo para sus problemas en la muerte. Cuando la persona se encuentra en este estadio de su vida, la presión espiritual también se desborda.
Hay casos muy bien documentados de sobrevivientes de suicidios que recuerdan su experiencia en el estado después de la muerte. En la mayoría de los casos, se dieron cuenta de que habían cometido un grave error y querían volver atrás y elegir de nuevo.
El suicidio ha sido prohibido en todas las culturas desde el principio de los tiempos. La persona que ha cometido el suicidio sigue siendo plenamente consciente y atrapada en una atmósfera psíquica o astral.
Ese lugar está rodeado de un plano físico, donde la víctima será capaz de ver y ser testigo de todo aquello que ocurre en la tierra, pero sin poder intervenir. Cuando el alma abandona el cuerpo del suicida, no es capaz de completar el proceso de la muerte.
Algunos psíquicos señalan que las personas que cometen suicidio no puede cruzar completamente el velo que separa el mundo de los vivos del de los muertos. Sin embargo, esto no ocurre con todos los que cometen suicidio.
Si la motivación principal del suicidio es hacer daño a los demás, o para evitar situaciones difíciles, por lo general es un incumplimiento del "contrato espiritual". Y si este es el caso, el progreso espiritual a través de las etapas de la muerte se suspenderá durante el periodo de vida natural de la persona.