Cuando se ingiere más alcohol del que es recomendable el cuerpo reacciona sufriendo una intoxicación etílica que puede ser moderada o grave. En este último caso la consecuencia más grave es el coma etílico.
Hay que tener en cuenta que el alcohol se absorbe muy rápidamente en el sistema digestivo, con lo que sus efectos se notan en muy pocos minutos. Y esta situación aun es peor si se toma en ayunas. A medida que el grado de alcohol en sangre aumenta sus consecuencias en el cuerpo también lo hacen y, en casos extremos, se produce una pérdida de consciencia que hace que el individuo no reaccione a estímulos externos.
Antes de llegar a este punto el alcohol afecta a diversas partes de nuestro organismo: el sistema nervioso central, el habla, el caminar, los reflejos… sin olvidar los consabidos mareos y vómitos. Psicológicamente, la persona que tiene un exceso de alcohol en su sangre pasa de una euforia no justificada a un estado de confusión.
Cuando estamos ante un alcoholizado que aun se mantiene consciente tenemos que empezar por procurar que vomite para expulsar el exceso de esta sustancia que pueda tener en el cuerpo. Un buen truco para conseguirlo es tomarse un vaso de agua templada con sal o mostaza. También es bueno que tome un café para que no entre en estado de estupor y un zumo de frutas dulce que ayudará a compensar la bajada de azúcar que se sufre al tener una intoxicación etílica.
Si nos encontramos ante una persona inconsciente que está ya en pleno coma etílico hay que colocarlo boca abajo y con la cabeza de lado para evitar que se trague un posible vómito y se ahogue. Lo abrigaremos bien y prepararemos su traslado a un hospital, vigilando su respiración en todo momento. Si el paciente aun puede tragar le daremos agua con azúcar y bicarbonato en dosis pequeñas para que no se deshidrate.