Revista Cultura y Ocio

¿qué os parece si incluímos las tres continuaciones, sin descartar ninguna?

Publicado el 26 abril 2015 por Dulce
Primeramente, os dejo el enlace de lo que hay escrito/hilado, hasta ahora:

http://elclubdelasescritoras.blogspot.com.es/2015/04/historia-que-esta-siendo-tejida-en-el.html
El resultado quedaría algo así, después de haber sido modificadas un poco las tres participaciones, para que pudieran casar. Lo que no sé es si me he dejado algo por ahí suelto, que deba ser corregido/modificado. Os agradecería que me lo indicaran, en el caso de ser así. Si no os gusta el resultado, si creéis que alguna de las tres participaciones debería de ser eliminada, ¡decírmelo por favor! Toda ayuda, será bien recibida. Aquí os dejo el arreglo que les he hecho a las tres continuaciones, para que todas puedan formar parte de este proyecto:
CAPÍTULO 6

(Lulai)


Después de que salieran del bar Jack no le dio tiempo ni para quejarse por la pelea que había sucedido dentro. Miró a Jessica con sus ojos oscuros y con suma ternura le preguntó si esa noche iría para verlo tocar.

—Para mí es importante que vengas —Le había dicho con sinceridad y a Jessica se le había olvidado por qué estaba molesta. Sonriendo le aseguró que no se lo perdería por nada del mundo, pero que tendría que llevar a Emy ya que era la única forma de que su padre la dejase salir tan tarde. Jack la acercó contra su cuerpo para besarla a gusto. Más pronto que temprano, él la dejó frente a su casa con la promesa de que se verían en el bar y se fue, no sin antes robarle un par de besos más. *** Emy apareció en la casa de Jessica tan solo media hora después que ésta le hubiese avisado de los planes para la noche. Traía con ella una pequeña maleta que, según ella misma, contenía todo lo necesario para prepararse. Entre las dos pasaron lo que quedaba de la tarde probando atuendos y riéndose como hacía tiempo que no hacían. Para las ocho ya estaban más que listas, cada una vestida, maquillada y peinada perfectamente. Jessica llevaba un sencillo vestido morado de corte princesa y falda suelta que le llegaba a medio muslo, lo complementó con unas lindas sandalias grises con algo de tacón y una chaqueta liviana por si hacía frio. Emy estaba completamente de negro con unos pantalones de cuero y una blusa monísima, pero teniendo en cuenta el tono rojo de su cabello, que hacía que su atuendo brillara, estaba estupenda. Al bar llegaron temprano de forma que Jack, que las esperaba en la puerta, pudo dejarlas agradablemente acomodadas en una de la mesas cerca del escenario antes de irse a terminar con los preparativos. —¿Puedo servirles algo? —Jessi y Emy, que hasta el momento habían estado riendo en susurros,  levantaron la cabeza al escuchar la voz de Richard. —Hola… —saludó Emy asombrada de encontrarlo justo allí, pues Jessica no le había contado sobre la pelea de aquella tarde no queriendo aumentar la desconfianza que Jack generaba en ella. —Queremos unos refrescos —Ella le dio una pequeña sonrisa pidiéndole disculpas por todo lo sucedido aquella tarde. Richard le devolvió la sonrisa antes de darse la vuelta e ir por su pedido. Jack volvió a aparecer segundos después, el bar ya se había llenado y no faltaba mucho para que comenzaran a tocar, por lo que él aprovechó a quedarse unos minutos con ellas en la mesa. Por suerte para Jessi, fue otra de las camareras quien les sirvió las bebidas; no tenía ganas de ver otro enfrentamiento entre los dos chicos. —Ya es hora —Jack se puso en pie y se agachó para robarle un beso a Jessica antes de alejarse. Ella solo pudo quedarse mirando como él subía el escenario y tomaba la guitarra tal cual había hecho aquella tarde. Y cuando comenzó a sonar la primera canción, se perdió otra vez. Solo habían sido dos ocasiones, pero Jessi ya había determinado que le encantaba verlo tocar, tan compenetrado en la música que parecía ser parte de ella. Media hora después, Jessica se encontraba tan concentrada babeando por el moreno, que no notó cuando su amiga se levantó de la mesa y se encaminó hacia la barra. *** Richard se tomó de un trago el chupito de tequila y rechinó los dientes mientras veía a Jessica observar con fascinación al niñato aquél. Nunca llegaría a entender qué era lo que tenían los músicos que parecían revolucionar a las féminas. No solo era Jessica, todas las chicas en el bar parecían suspirar por alguien del escenario. O tal vez era solo su idea. Sacudió la cabeza y volvió a llenar el vaso, dispuesto a tomarse otra copa. —Deja de tomar tanto alcohol o no podrás ni sostener la bandeja aunque la misma esté vacía —Le dijo Ryan cuando pasó por detrás de él. —Cierra el pico —Fue todo lo que contestó para luego vaciar el chupito nuevamente. Su hermano se encogió de hombros y siguió con su trabajo. —Hey… ¿Me invitas una copa de eso que tomas? —Richard levantó la mirada para encontrarse con la amiga de Jessica recargada en la barra. Se llamaba Emy, si mal no recordaba. —¿Tienes edad para beber? —La cuestionó con el ceño fruncido. —¿Y tú? —La pelirroja le sonrió con picardía. Touché —admitió antes de buscar otro vaso y servirle. Ella cogió el vaso llevándose a los labios con lentitud y Richard no pudo evitar mirárselos, como tampoco pudo evitar mirar hacia abajo siguiendo el camino de una gota perdida que iba desde el cuello a hasta perderse en el generoso escote. 


«¡¿Pero en qué diablos estás pensado?!», se reprendió mentalmente, «A ti te gusta Jessica». Alzó la cabeza con rapidez fijando la vista más allá del hombro de la joven, con tanta suerte que se encontró viendo como Jack, aprovechando el descanso que había hecho la banda, tenía a Jessica atrapada en un beso demasiado apasionado. De su pecho salió un gruñido sordo, mientras volvía a mirar hacia abajo, hacia Emy que le sonreía.

—Ehh… ¿Quieres ir a un lugar mas tranquilo? —Le preguntó antes de poder contenerse, dejando hablar por él, al alcohol que corría por sus venas.

Cuando ella asintió entusiasmada, se apresuró a decirle a su hermano que se tomaba un descanso. *** —¿Y tu amiga? —cuestionó Jack sin soltarla de la cintura. 

Se encontraba pletórico por la forma en que Jessica le demostró cuánto le había gustado el show. Ella sola se había colgado de su cuello en el mismo momento en el que había bajado del escenario y él no desaprovechó tan gran muestra de cariño. Jessica miró hacia atrás encontrando la mesa vacía, frunció el entrecejo antes de escanear los alrededores en busca de la característica melena de Emy, pero no la halló por ninguna parte. ¿Dónde se habría metido? —No sé en qué momento se ha largado —confesó con la mejillas encendidas—. Estaba un poco distraída. —¿Sí? —Jack sonrió abiertamente— ¿Qué te tenía tan embelesada? —Hey… Dije distraída no embelesada —Ella lo golpeó en un brazo de forma juguetona—. Tengo que ir a ver dónde se metió ésta niña. —Bien, te ayudo que todavía falta un rato para volver a empezar —La liberó de su agarre pero mantuvo una de sus manos en la baja espalda de ella guiándola por entre la multitud. —Deberíamos dividirnos —dijo ella, y al ver la indecisión en él, agregó—: Va ser más rápido. A Jack no le quedó más que estar de acuerdo. Rápidamente decidieron que él iría a ver fuera mientras ella revisaba en el servicio de dmujeres. A Jessica no le costó mucho llegar hasta allí y por suerte no estaba muy lleno por lo que fue fácil determinar que Emy no estaba allí. Salió al pasillo pensando dónde más se podría haber metido cuando escuchó su risita viniendo del fondo del mismo pasillo. Caminó hasta la puerta que rezaba “Solo personal autorizado”, la cual no estaba cerrada del todo sino que había una franja de algunos centímetros por donde se podía ver el interior de lo que parecía ser una sala de estar con un sofá. Nada de eso le llamó la atención, lo que si la dejó paralizada fue lo que sucedía en ese sofá. ¡Emy estaba besando a Richard! «¡Qué beso ni que beso, eso es un morreo en toda regla!», le gritó su consciencia. Emy estaba semirecostada sombre el sofá con Richard suspendido sobre ella. Sus bocas se comían la una a la otra y sus manos parecían luchar para ver quien abarcaba más piel del otro. —¡Emy! —El nombre surgió de su boca como un grito ahogado. Richard se levantó de un salto y se la quedó mirando asustado, mientras que su mejor amiga se irguió acomodándose la ropa tranquilamente. Jessica no sabía qué pensar. Por un lado se sentía una estúpida por creer por un segundo que Richard de verdad iba en serio con todo lo que le había dicho. Y por el otro, no podía creer que justamente Emy, que sabía todo lo que ella sentía, le hiciera algo como eso. —Jessica… —Richard avanzó un paso hacia ella pero Jessi se alejó poniendo sus manos en alto. —Ni me hables —Le rugió sin dirigirle ni una mirada—. No quiero verte. Él agachó la cabeza y salió de allí sabiendo que la había cagado. Cuando estuvieron a solas, las dos se enfrentaron en una mirada silenciosa. —Tú… —dijo Jessi presa de la impotencia. —¿Yo qué, Jessica? ¿Qué vas a reclamarme? —Le preguntó con soberbia Emy poniéndose de pie— ¿Acaso no estás con Jack? —Yo…  —Tú… Yo… ¿Acaso es todo lo que vas a decir? —¿Por qué? —pronunció con un nudo en la garganta. —Porque me gusta desde hace años, pero nunca lo notaste. Quise ser buena amiga y dejé que fueras tú quien se lo quedara —explicó con enojo—. Eres tan estúpida que no te das cuenta de que estás dejando ir a un buen chico por andar con ese… Así que pensé que era hora de que hiciera algo ya que tú parecías no quererlo para ti—Hizo un gesto de indiferencia como si lo que había hecho fuera una tontería. —¡Podrías habérmelo dicho! —rugió Jessica desbordada. —¿Decírtelo? —Emy rompió a reír de forma irónica— Te crees que todo gira entorno a ti, Jessica. ¿Qué diferencia hubiera hecho que te hubiera confesado mis sentimientos hacia él? —Mucha… Hubiera hecho "la diferencia" —Le dijo con voz compunguida.

Salió de allí antes de que ella pudiera ver las lágrimas que le rodaban por las mejillas. Lágrimas de impotencia e indignación. Indignación porque era consciente de que su amiga tenía toda la razón y de que ella había sido hasta ahora, una completa egoísta. Fue tan apurada su salida, que se llevó por delante a alguien. —Lo siento —murmuró entre el llanto. —Hey… —De pronto se vio rodeada por uno reconfortantes brazos que ya le eran conocidos—. ¿Qué te sucede, nena? —Jack la tomó del mentón para que le mirara— ¿Por qué lloras? ¿Cómo le explicaba lo que acababa de vivir?


CAPÍTULO 7
(Andrea P. M.)

Noelia, que había estado observando el pequeño altercado ocurrido en el cuartito de descanso del personal del bar, sonrió con satisfacción, pues había encontrado una manera de librarse de aquella insulsa joven que acompañaba a su chico. Porque al fin y al cabo, Jack seguía siendo de ella, y lo sería siempre, sólo debía recordárselo. En cuanto todos habían abandonado la estancia, ella se había levantado de su asiento oculto en un rincón, se había atusado el cabello y había caminado sobre sus tacones de vértigo hasta la barra donde se hallaba ahora el chico causante de aquél atercado entre amigas.  Éste, que era nada más ni menos que Richard, a pesar de la rabia que lo carcomía por dentro por su metedura de pata y la adrenalina que aún corría por sus venas, no pudo evitar fijarse en aquella chica que caminaba hacía él como una diosa, semejante a cualquier ángel de Victoria Secret. Aunque Noelia de ángel tenía poco, más bien encarnaba al mismísimo diablo aunque Richard todavía no lo supiera.  —¿Qué le pongo? —preguntó éste mientras secaba el culo de un vaso con un trapo demasiado húmedo para tal menester. Aunque para húmedos los labios de la joven que no paraba de sonreír.  —¿Estás bien? —preguntó ella haciendo un mohín sensual, dibujando a su vez, corazones sobre la superficie de madera de la barra con la yema del dedo índice—. He visto que no te llevas bien con Jack y que ambos estáis interesados en la misma chica.  Richard se quedó sorprendido de que conociera a Jack, a ese motero pretencioso y chulesco que le crispaba los nervios sólo de verle.  —¿Conoces a Jack? —preguntó, intentando en vano sonar indiferente.  Noelia volvió a sonreír porque sabía que le tenía en el bote.  —Más que eso, soy su novia, y no me gusta nada como tu amiguita se ha metido entre nosotros. Quiero recuperarle y tú me vas a ayudar —Le dijo mirándole fijamente—. Conozco un secreto de Jack que no quiere que salga a la luz y estoy segura de que si esa mosquita muerta se entera, no lo querrá volver a ver.  Richard, interesado por la conversación, dejó el trapo a un lado.  —¿Qué quieres a cambio de ése secreto? —preguntó el rubio, que ya había advertido que aquello le costaría un precio.  —Quiero que me digas todo lo que sabes acerca de esa estúpida chica —Hizo una pausa—. Absolutamente todo.  ***  En cuanto salieron del establecimiento, Jack se quedó pensativo un instante antes de montar en su Harley. Ella le había suplicado que no insistiera más en querer saber la razón de su tristeza, y él, que quería ganarse su completa confianza, aceptó dejar el tema aparcado. Inmediatamente, una vez con el casco puesto, le hizo un gesto a Jessica para que montara e hiciera lo mismo. Ella, aunque estaba enfada por el numerito entre ella, la que creyó que era su mejor amiga, y Richard, no pudo resistirse a él, quien había sido tan considerado concediéndole intimidad tras pillarla descompuesta, y obedeció aferrándose a su cintura una vez subida en la moto.  Comenzaron a cruzar la ciudad más deprisa que nunca y los cabellos de ella danzaron junto al viento debido a la velocidad.


«¿A dónde demonios me lleva?» se preguntó Jessica mientras las dudas le agolpaban la mente. Durante el breve trayecto no dejó de preguntarse cómo había llegado a ese punto, donde resultaba ser que Emy, su amiga de toda la vida, estaba colada por Richard, y éste, a su vez resultó ser un falso que le había mentido cuando le había dicho que estaba interesado en ella. Tampoco comprendía por qué estaba con Jack a pesar de conocerse mutuamente sólo de manera superficial. Sentía que Jack, como un  duro y frío iceberg, sólo le había mostrado un pequeña parte de él y que la mayor parte, aún seguía escondida bajo el océano. Quizás por ello sentía un intenso magnetismo hacía él; todo en Jack era misterioso. 

En cuanto bajaron de la moto, una vez aparcada, Jack estrechó a Jessica en sus firmes brazos y la besó como nunca antes lo había hecho. Fue inesperado, haciendo de ella un verdadero flan. Sentía que en cualquier momento iba a desfallecer. Y es que Jack no sólo era misterioso, era pasional, con una pasión que hacía estallar en llamas su dulce corazón.  —Ven, quiero enseñarte algo —dijo él mientras la cogía de la mano y la conducía hasta el portón de una casa. Lo que se imaginó Jessi que era su casa.  —¿Y el concierto? —preguntó Jessica confusa.  —¡Que le den al concierto! —exclamó Jack mientras cogía en volandas a la chica y cruzaban el umbral de la puerta como si de una pareja de recién casados se tratase.  Jessica, dispuesta a olvidarse de momento de lo ocurrido con su amiga y con Richard, comenzó a reír ante el gesto tan inesperado de su acompañante. Reía y reía, mientras sus pies seguían sin tocar el suelo y éste la subía hasta el piso de arriba. 

Jack la dejó caer con delicadeza encima de la cama y por un segundo Jessica pensó lo peor. Ella seguía siendo virgen y todavía no se sentía preparada. Miró a Jack con el temor reflejado en su rostro. Él debió darse cuenta porque empezó a reír.  —Mi pequeñaja pensando cosas divertidas cuando yo sólo quería darle un concierto privado —explicó él sarcástico mientras cogía el mástil de la guitarra que tenía en su habitación apoyada junto a una estantería de libros de poesía.  Jessica se sorprendió ante aquel detalle, nunca hubiera dicho que a Jack le gustaba la poesía y se avergonzó por los pensamientos calenturientos que anteriormente habían comenzado a formarse en su mente.  —Te prometo que esta noche será más especial que cualquier concierto que puedas ver, porque voy a tocar sólo para ti y te abriré mi alma de tal forma que no querrás marcharte nunca de mi lado.  Acto seguido rasgó las cuerdas de la guitarra y comenzó a cantar una melodía preciosa. En ese instante, Jessica supo que Jack era algo más que su increíble físico y cada vez notaba que le gustaba más todo lo que conocía acerca de su persona. Jessica se recostó un poco más en la cama mientras la voz de él le llegaba al alma y lentamente con la imagen de Jack inclinado sobre su guitarra y sus sugerentes labios cantando su hechizante canción, ella se quedó dormida.  ***  La cama era fría, Jack sentía como las sábanas oprimían su corazón y su alma hasta un punto en que la oscuridad era todo lo que quedaba. Volvía a tener esa pesadilla que le hacía recordar lo solo y roto que estaba. Inspiró hondo, intentando llenar los pulmones con algo que no fuera tóxico, porque todo en él sentía que era venenoso. Marchitaba todo lo que tocaba, todo lo que se acercaba a él acababa arruinado, se sentía como la mano de la muerte. Una desgraciada y jodida persona que no merecía ni tan siquiera esperanza, no merecía a la chica que dormía plácidamente a su lado. Jack buscó bajo la almohada su móvil. La luz de la pantalla le cegó durante un instante hasta que sus ojos pudieron acostumbrarse. Vio que era poco más de las dos de la madrugada, también vio algunos WhatsApps de un número desconocido.  «Sé tú secreto y pronto verás como todo lo que amas se desmorona»  —¿Jack?  La voz de Jessica llegó a él en un susurro. Fue casi como un murmullo, todavía seguía dormida pero el chico necesitaba irse de allí lo más deprisa posible. Se sentía asfixiado. La habitación estaba sumida en la penumbra y la silueta de ella se le antojó desagradable, aunque no era por Jessica en absoluto. Ahora mismo le dolía el verla. No debía haberla dejado entrar en su corazón. No debería haberse enamorado.  —Sigue durmiendo, princesa —dijo él con cariño mientras pasaba la mano por sus sedosos cabellos oscuros.  Jessica agotada por toda la emoción que durante el día había vivido entrecerró los ojos, con la visión de su sexy motero junto a ella. Jack supo que enseguida volvería a dormirse, lo cual hizo que sintiera un profundo alivio pues no tendría que explicarle nada de lo que estaba sucediendo. 

El pasado volvía a rondarle la mente y es que parecía que nunca podría librarse de lo que el año anterior había sucedido en su antiguo instituto. Había sido culpa suya. Iba borracho, con su antigua pandilla y habían estado jugando a los retos. Un reto que había llegado demasiado lejos.  Se levantó de la cama, y se puso su cazadora de cuero, salió a hurtadillas amparado por las estrellas y cogió su moto. El aire de la velocidad comenzó a azotarle los cabellos y se sintió libre. Ligero de problemas, sintió como sus preocupaciones se desvanecían. Aparcó en el parking del puerto y respiró hondo mientras bajaba de la moto. Volvió a mirar su móvil, una vez más.  «Despídete de tu adorable amor, comienza el juego» 

Con una impotencia que no hacía más que crecer en él, tiró su móvil al agua y se llevó las manos a la cabeza. Lucharía por Jessica y quien quiera que le hubiera mandado esos mensajes iba a pagar por ello. Enseguida pensó en Noelia, pero desechó la idea, era demasiado cruel hasta para ella. O eso quería pensar. 

En ese instante Jessica despertó, sola, en una habitación desconocida y sin Jack a su lado. Quiso saber donde estaba él pero antes de poder levantarse, la pantalla de su móvil se iluminó. Era un mensaje de Richard y sintió como su corazón, que andaba por su cuenta, se aceleró al leer las palabras que le dedicaba:  «Jessica, lamento lo ocurrido con Emy. Quiero que sepas que ella para mí no es nadie y que lucharé por ti hasta el final; ningún chulito me va a frenar. También haré todo lo posible por no fastidiarla otra vez. 


Perdóname,  he sido un estúpido por hacerte sufrir y no haberme dado cuenta antes de que estoy locamente enamorado de ti.»


Estaba todavía asimilando lo que acaba de decirle Richard, cuando Jack hizo acto de presencia. Tras dedicarle una tímida sonrisa, le pidió que la llevara de regreso al bar aprovechando que todavía era temprano y que tan sólo había pasado una hora desde que ambos abandonaron aquél lugar.

Jack, quien se mostraba como ausente, como si su  mente no estuviera allí junto a su cuerpo, asintió con la cabeza sin decir nada, aceptando su petición; diez minutos después, estaban de regreso.



CAPÍTULO 8 (D. H. Araya)
En cuanto entraron, Jessica observó por sobre su hombro un segundo antes de seguir a Jack. Cuando sus ojos se encontraron con los de Richard sintió que un estremecimiento pasaba por su espalda. No supo por qué sus mejillas se sonrojaron levemente, como si hubiera hecho algo malo y él le hubiera pillado, cuando había sido justo lo contrario.
 
—¿Estás bien? —Oyó la voz de Jack decir a su lado.
 
Lo miró enseguida y alzó ambas cejas como pregunta. Él arrugó su frente antes de detenerse y detenerla a ella.
 
Jack volvió a repetir la pregunta, Jessica lo observó unos segundos sin saber qué decir.
 
—No… es… Es tu sorpresa —Sonrió suavemente—. Todavía estoy asimilando que eres músico. ¿Por qué no me habías dicho que tocabas la guitarra y de ese modo tan espectacular?
 
Jack la observó apenas un segundo con la misma expresión antes de sonreír de esa manera que hacía a su corazón latir más rápido.
 
—Si te lo hubiera dicho no hubiera podido darte esa sorpresa.
 
Ella se rio al oírlo y levantó la mano para acariciarle el labio inferior. Jack agarró su muñeca y le besó el dorso sin dejar de mirarle fijamente a los ojos, casi diciéndole con la mirada las cosas que quería hacerle físicamente; esta vez Jessi volvió a estremecerse, pero debido a esa mirada.
 
Jack la guió a un lado de escenario. Mientras caminaban sintió un leve cosquilleo en la nuca. La estaban observando, lo sabía. Enseguida miró alrededor, pero no pudo ver, o más bien distinguir, dentro de escasa luz del lugar a alguien que la observara con tal intensidad. Eso sí, pudo captar a varias chicas observando a Jack, y de cierta manera las entendía, ¿quién no lo observaría?, pero nada más. Supuso que sería Emy, si es que ésta no se había ido ya y todavía se encontraba en el lugar, cosa que le extrañaba; la conocía lo suficiente como para saber que su amiga seguramente se habría largado nada más terminar la discusión que habían tenido, no queriendo tener que afrontar otra. Para Emy, con un enfrentamiento al día, tenía bastante. No era de las que le iban los dramas.
 
Cuando llegaron al lado del escenario, el mismo chico que estaba en la batería  y que Jessi creyó recordar que se llamaba Luc, apareció por un lado y los detuvo.
 
—Ya veía a estas alturas que no ibas a llegar —soltó el chico de cabello rojizo observando a Jack con una voz firme y clara, y a la vez fría; ningún matiz de sentimientos había allí.
 
—Calma, hombre —Jack pegó a Jessica más a su lado—. Tan solo he estado una hora ausente. Tampoco es para tanto.
 
El chico la miró y Jessica se sintió atrapada por un par de ojos verdes. Un segundo después él la liberó y observó a Jack. Luego, sin decir nada, se alejó de ambos y caminó hacia la barra.
 
—No le hagas caso —La chica observó a Jack al escucharlo hablarle—. Luc es así —Él sonrió y la guió hacia unas sillas. Ya frente a frente ella observó la guitarra sobre el escenario y miró a Jack.
 
—Ahora tendrás que decirme más de tu secreto —Jack alzó una ceja y sonrió de lado sin decir nada—. ¿Desde cuándo tocas? ¿Quién te enseñó a tocar? ¿Solo tocas la guitarra? ¿Estás en una banda?
 
Jack soltó una carcajada haciéndola callar de golpe. Al darse cuenta de que casi no había tomado aire para preguntar, se sonrojó y a la vez sonrió. Después observó sus manos toda mortificada sin saber qué hacer, pero él tocó su rostro con dos dedos y la olbigó a que alzara la cabeza para que pudiera mirarles a los ojos.
 
—Calma, ya tendrás todas esas respuestas que deseas más adelante.

***

Richard dejó la caja de botellas a un lado de la barra y casi maldijo, desde hacía minutos que observaba a Jessica con el imbécil. Apretó la mandíbula y tomó aire para relajarse.
  —Si sigues observándolos de esa manera, te quedaras ciego —soltó una voz fría a su lado. Richard observó el techo como si pidiera paciencia a alguien y luego, al chico de cabello rojizo. Éste llegó a la barra para segundos después pedir algo de beber a Ryan.
 
—No le hagas caso hermanito, Luc solo busca molestarte.
 
Él soltó un bufido. Al igual que Ryan, conocía a Luc lo suficiente como para saber que a pesar de sus palabras no era un mal chico. Solo tendía a decir siempre la verdad, a ser condenadamente sincero, aunque doliera y molestara como mil demonios.
 
Él suspiró y dejó de atormentarse, se movió tras la barra, cerca de su hermano, y comenzó a ayudarle a secar vasos. Luc lo miró y apuntó detrás de si con su mano.
 
—Me sigue faltando un cantante, ¿no querrías…
 
—¿Él estará en el grupo? —Luc tragó el resto de su bebida y se alejó sin decir ni una palabra. Richard observó a su hermano que sonreía de lado—. ¿Qué? —le preguntó—, ni siquiera ha contestado a la pregunta.
 
—¿Si ese chico estuviera en el grupo tú entrarías, hermanito? —Negó con la cabeza enseguida—. Entonces, esa pregunta no necesitaba respuesta.
 
Richard volteó sus ojos y observó a Luc llegar tras la batería.
 
Pocos sabían que cantaba, en verdad podía contarlos con una sola mano, y le gusta hacerlo, solo que sabía que era una pérdida de tiempo. Observó hacia el escenario. Ya tenía suficientes cosas por las que preocuparse. Como por ejemplo una chica que poseía unos increíbles y dulces ojos de color de la miel. Suspiró. Era mejor que siguiera trabajando.

*** Jack sonrió al ver la expresión en el rostro de Jessica, la chica quería saber todo de él y se le notaba demasiado. Aunque era dulce por eso. Él en verdad no deseaba decirle todo, le agradaba que ella se interesara por él.
 
Pasó una de sus manos por el cabello y sonrió de lado, ella volvió a observarlo de esa manera que le agradaba, como si no pudiera quitarle los ojos de encima. «Bueno, eso no era de todo cierto», pensó y observó a rubito al otro lado del bar; una enorme ira se le instaló en el pecho al verlo, pues Richard lo sacaba de quicio. De hecho, estaba segurísimo, que lo que había provocado que Jessica llorara antes de llevársela a su casa, tenía que ver con él, con ese desgraciado de cabellos rubios.
 
—¿Entonces...? —insistió ella. La miró enseguida.
 
—Bien —soltó—, lo hago desde hace años, gatita —Ella siguió esperando—. Solo toco la guitarra y... Mmm... —observó hacia el escenario—. Se podría decir que estoy en una banda, aunque solo somos dos —Apuntó con el pulgar hacia ése lugar.
 
—Es increíble —susurró ella y sonrió—. Lo haces muy bien… eres… muy bueno.
 
Sonrió al oírla y solo la observó; la muchacha casi parecía que quería saltar de la silla.
 
—Eso me dice que serás mi fan número uno —Ella sonrió enseguida.
 
—Claro que sí —Tras oírla confersar aquello, la atrajo hacia si de un empujón. Luego la acomodó entre sus piernas y agarró nuevamente su rostro con ambas manos.  «¿Qué tiene esta chica que me vuelve loco?», se preguntó. Era hermosa y dulce, pero era indudable de que había algo más allí. Y él, no se la merecía. Sin embargo, reconocía que era lo suficientemente egoísta como para fantasear conque aquello que había surgido entre ambos, podría funcionar.
 
Ella lo observó esperando pero él no se movió. Quería que ella se acercara a él, que si quería un beso lo tomara cuando quisiera. Ya no quería ser solo él quien devorara su boca, la quería a ella desesperada por sus besos, por sus caricias.
 
Tomó aire cuando la sintió acercarse lentamente, solo que antes de que ella lograra tocarlos los interrumpieron.
 
—Ya es la hora, hombre. Es nuestro turno de tocar —soltó Luc desde su derecha. Jessica se alejó enseguida y él suspiró.
 
—Bien —dijo resignado—, divirtamos de nuevo al público de esta noche. *** Jessica volvió a ubicarse cerca del escenario, esta vez sabiendo que Richard estaba a unos metros tras ella. Se había prometido no volver a mirarlo por esa noche, y ya se estaba arrepintiendo. Constantemente se preguntaba qué estaba haciendo, con quién estaría hablando, si la estaría observando, si se habría visto de nuevo con Emy a solas. Y lo único que le impedía girarse para ver, era el chico vestido de negro sobre el escenario.
 
Ella sonrió al ver a Jack tomar su guitarra y acomodar la correa sobre su hombro. Se fijó en como él observaba a su alrededor, a todas las personas que habían en el lugar antes de fijar sus ojos en su rostro. Jessica sonrió enseguida al ver su sonrisa y sintió que su cuerpo se calentaba y casi comenzaba a flotar al tener toda su atención.   No sabía por qué estaba nerviosa, solo que al verlo allí y saber que otra vez iba a oírlo y verlo tocar, se sentía emocionada.
 
De un segundo a otro la batería comenzó a sonar. Jessica observó a Luc mover los brazos de una forma segura mientras comenzaba una canción. Segundos después Jack rasgó su guitarra y comenzó a tocar; ella casi jadeó al escucharle. Observó como lo dedos masculinos recorrían las cuerdas con tanta seguridad que quedó embobada observándolo sin saber qué hacer. Fue una chica un poco más baja que ella la que la sacó de su trance.
 
Jessica sintió el empujón en todo su costado izquierdo. Su cuerpo se balanceó hacia un lado y jadeó por la sorpresa. Un segundo después una chica estaba delante de ella gritando y alzando las manos hacia los músicos. Allí notó que no era la única chica que prácticamente se lanzaba hacia el escenario. Varias, casi una docena de ellas, lo hacían. Entre uno y otro empujo ella sintió que era desplazada de su lugar preferencial y arrojada hacia atrás; un grupo de chicas la habían alejado de Jack como si nada.
 
Molesta e irritada se metió entre las chicas escandalosas y de la misma manera que la habían desplazado, a empujones, regresó a su lugar.
 
Jessica sopló un mechón de su cabello lejos del rostro al estar de vuelta frente al escenario. Observó a Jack a la cara y notó que él miraba a todo el público alrededor, como si quisiera asegurarse de que todos estaban prestándole atención.
 
—¡Jack! —gritó justo a su izquierda la misma chica que le había dado el primer codazo. Jessica la observó enseguida y arrugó la frente. «¿Pero qué se creé?», se preguntó algo molesta.
 
Como la canción terminó, todos aplaudieron. Ella también lo hizo y miró a Jack que le sonrió al verla. Un segundo después ya estaban tocando otra, más lenta y tranquila, aunque llena de energía. Jessica sentía que los acordes se metían bajo su piel, ya de por si el retumbar de la batería, su ritmo, hacia saltar su interior y ahora, cada nota musical que salía de esa guitarra causaba que los bellos de su piel se erizaran. «Es condenadamente bueno», reconoció mentalmente.
 
—¿Cómo va? —dijo un voz a su izquierda; ella casi gimió. Conocía esa voz.
 
Más rápido de lo que creyó posible giró su rostro en dirección a Richard que apenas estaba a unos muy pocos centímetros lejos de ella. Richard sonrió cuando captó su atención y ella tragó; su boca se había secado de repente.
 
—Ahh —No supo qué decir, todavía estaba asimilando que hacía poco más de una hora, estaba pegándose el lote con su mejor amiga.
 
—Espero que te estés divirtiendo, a pesar del malentendido de antes —dijo él, ahora con semblante serio.
 
—Sí, sí —soltó de manera atropellada, no queriendo sacar ése tema ahora. Quizás en otro momento. Miró a Jack y dijo—: Son muy buenos.
 
Richard arrugó la frente y miró hacia el escenario apenas un segundo antes de volver a clavar sus ojos brillantes y azules en los de ella. Luego se encogió de hombros como respuesta.
 
—Vamos —le dijo ella, animada por haber conseguido cambiar el tema de conversación—, debes admitir que lo son, Richard. Jack toca muy bien igual que su amigo.
 
Jessica los observó unos segundos. Se tensó cuando notó que el guitarrista la observaba fijamente. Y más tensa se puso cuando éste movió sus ojos hacia Richard con la frente arrugada.
 
Miró a Richard levemente más tensa que antes.
 
—Bueno, sí—reconoció él. Luego, la miró y dijo—: Solo creo que les falta algo.
 
Jessica lo pensó.
 
—Como más miembros en la banda —Movió la cabeza de un lado a otro—. ¿Te imaginas lo famosos que serían si consiguieran un cantante y quizás otro guitarrista? —Miró a Richard—. ¡Sería genial!
 
—Te gusta —adivinó él—. La música y todo eso —aclaró. —Claro que sí, ¿a quién no?
 
Richard observó hacia el escenario por varios segundos hasta que la miró de nuevo y sonrió como si nada; ella creyó que se estaba perdiendo algo muy importante. Al ver que él se alejaba de repente y caminaba hacia el otro lado del escenario arrugó la frente intrigada. Observó como luego de que acabara una canción él subiera al escenario y hablara con Luc. Miró a Jack enseguida por esto y se puso nerviosa. El chico tenía el cuerpo tan tenso que podía verlo desde donde estaba.  «Esto no acabará bien»
 
De repente Jack se acercó a ambos chicos que hablaban animadamente. Cuando lo vio negar con la cabeza, Jessica quiso moverse hacia ellos, no quería una pelea. Sin pensar lo que hacía, comenzó a empujar a las chicas que esperaban otra canción. Sus ojos no se despegaron de ninguno de ellos mientras caminaba. Solo que, al ver que Richard le decía algo a Jack con una petulante sonrisa en su rostro, se congeló. Jack tomó aire una vez antes de liberarlo lentamente, luego asintió con la cabeza y regresó a su lugar en el escenario.
 
Ambos, Jessica y Jack, se observaron a los ojos.
 
—¿Qué… —quiso preguntarle pero se olvidó de hacerlo apenas vio que Richard seguía allí. Más aun, que él se había puesto delante de un micrófono como si nada.
 
—En esta ocasión, señores y señoritas —La voz de Luc resonó en los altavoces del lugar—, vamos a hacer algo especial. Aquí, nuestro compañero, nos acompañará con su voz mientras tocamos.
 
Jessica jadeó y observó a Jack.  «Cantar. Richard iba a cantar en la misma banda que Jack...»
 
No lo podía creer, apenas comprendía lo que veía justo delante de sus ojos. Pero, ¡si Richard no cantaba! Nunca lo había hecho, si fuera así todos en la escuela lo sabrían, sobre todo ella, ¿no?
 
Y así, Richard comenzó a cantar.
 
Esa noche Jessica se dio cuenta de muchas cosas. Que Jack era mejor persona de lo que se pensaba. Que su mejor amiga había guardado un secreto que le afectaba y que habían muchas cosas que no sabía de Richard: una de ellas era que cantaba, y otra, que lo hacía muy bien.

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