Tiempo de lectura estimado: 5 minutos
Si tenéis hijos pequeños y ya le estáis dando vueltas a cuál debe ser la cuantía de su paga y la periodicidad de ésta, el asunto no es tan fácil como parece. La mayoría de los psicólogos establece que la edad indicada es a partir de los 7-8 años y que lo razonable es que sea semanal, porque lo habitual es que se la gasten 'volando' en la primera tienda de 'chuches' que esté a su paso. La cantidad la estiman en los 4 euros a la semana para niños de esa edad. Claro que todo depende, como siempre, de la educación; hay peques que le dan un buen destino a ese dinero por lo que les transmiten en casa. También depende, por supuesto, de la economía familiar. El objetivo es que con esa asignación los pequeños -que ya empiezan a controlar las matemáticas- aprendan a administrar y gestionar ese dinero.
Según un estudio reciente de The Modern Kids, agencia de comunicación y marketing infantil y adolescente, nuestro país es el tercero de Europa en dar más paga a sus hijos en la franja de los 5 a los 15 años, con una media de 30 euros al mes. Como siempre, hay polémica; hay quienes piensan que es una buena idea, pero muchos padres prefieren ser ellos quienes administren el dinero y se lo den cuando los chicos les comuniquen para qué lo quieren.
Premios y castigos, un asunto cuestionable
No recuerdo cuál fue la cantidad que me asignaron en mi primera paga, pero sí que yo tenía más de 8 años. El destino fue ahorrar para comprar un libro de Enid Blyton. Los adultos recordaréis que cuando éramos peques no teníamos tantas opciones de ocio y que las 'chuches' -que no se designaban así- estaban muy mermadas. Jugábamos en la calle, íbamos al cine o comprábamos algún polo helado, algún bollo...
Hoy muchos padres asocian la paga semanal al tiempo dedicado al estudio y a las buenas notas o a las ayudas en las labores del hogar. Personalmente pienso que lo primero es 'su trabajo' y lo tienen que hacer bien, independientemente de la paga. Las tareas de hogar es otra 'educación' en la que hay que implicarlos de manera práctica para su futuro, pero ese no es 'su trabajo'. Por ello, coincido con las opiniones del psicólogo clínico y de la salud Alberto Soler Sarrió, profesor de la Escuela Bitácoras -con cursos online para padres y educadores-, autor del videoblog Píldoras para la salud, conferenciante y escritor. Según él: " no es conveniente abusar de los premios y castigos por diferentes motivos, pero en cuanto al tema del dinero, hay que recordar que el objetivo de la paga es que aprendan a gestionar el dinero, no que lo utilicemos como arma arrojadiza para que hagan lo que nosotros queramos ...
En principio, las tareas domésticas y los deberes serían sus obligaciones y tendrían que hacerlas independientemente del tema de la paga. Si estás tareas suponen un problema, habría otras formas de solucionarlo, lo ideal será que ellos mismos participen en la búsqueda de soluciones".
Premisa: educación responsable con el dinero
Tampoco pienso que los padres 'tranquilicen su conciencia' y la falta de tiempo para estar con sus hijos dándoles una paga. Es cierto que hay familias que lo hacen convirtiendo a los niños en 'pedidores' de últimas tecnologías. Pero los algunos peques reciben una segunda paga por parte de los abuelos y ellos, seguro, no intentan compensar algo con ello. Es mejor dirigirse a la responsabilidad de los padres -que parece lo más extendido-.
Según datos del INE (Instituto Nacional de Estadística) el número medio de niños por hogar en nuestro país es de menos de dos. Pero un hijo único no es siempre un consentido. Hay claves que ayudan a que, sea uno, o dos o tres los chiquillos de la casa, los adultos transmitamos el ejemplo, hablemos con ellos -especialmente con los más jovencitos- para que entiendan cuál es el mejor uso que se le debe dar al dinero y lo que cuesta ganarlo.
Nos contaba una amiga que cuando su hijo rompía algo no le obligaban a ahorrar para pagar el desperfecto, arreglándolo o comprando uno nuevo. Pero si se trataba de algún juguete esperaba a su regalo de cumpleaños o a Navidad para tener uno nuevo. El ahorro era para otras cosas.
Su primera hucha y el destino de su contenido
Casi todos tuvimos un cerdito de cerámica en el que guardábamos monedas -y, con suerte, algún billete- para comprar algo especial pasado mucho tiempo. El contenido podía ser hasta para unos patines. Hoy esos adorables cerditos se sustituyen por huchas transparentes en las que los peques van viendo cómo sube el contenido. Ahora bien, hay que fomentar el ahorro, pero no hay que hacer que los niños se obsesionen con llenar la hucha. Tampoco es bueno convertir a los chiquillos en ahorradores compulsivos (en el futuro lo pueden 'pagar' siendo tacaños o despertando la avaricia). Si el objetivo de ahorrar en hucha es para comprar, por ejemplo, un patinete y las ganas de tenerlo son muchas, pues puede ahorrar el dinero que le den por su cumpleaños o Navidad; muchos familiares hacen regalan dinero.
Las cuentas bancarias que abráis a su nombre -quienes lo podáis hacer- son otra historia. Si hablamos de paga, es de la que ellos deben controlar con vuestros consejos y con una periodicidad en la entrega que se irá dilatando a medida que cumplan años.