Por Corina Freyre Gaspard
No me considero una erudita del cine, ni mucho menos. Más bien, lejos de eso, sólo amo ver pelis y, si son de terror, las amo más.
Una cosa me llama la atención y no es sólo la falta de variedad en cuánto a género e, inclusive, opciones dentro de un mismo género, en Venezuela. Cada vez salen menos películas, las que salen nadie las promociona, nadie las ve. No sé qué pasa.
Y es que me parece “curioso” que, en un país como Venezuela, en donde todos vivimos haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos, en donde el venezolano busca todas las opciones posibles para economizar y hacerse la vida más fácil, en dónde sabemos resolver problemas, así sea con pañitos de agua caliente; en fin, en un país como este, lleno de gente como nosotros, el cine se queda en críticas, buenas o malas ideas y concursos que, entiendo, ganan siempre los mismos.
Entiendo que, cuando se mantiene todo en la teoría las cosas pueden verse desde otra perspectiva, es decir, se tienen estándares bien definidos (a veces muy altos), criterios bien delimitados y explicaciones para todo. La práctica es otra cosa. Quiero decir ¿quién no quisiera hacer una película con un presupuesto de 500 millones de bolívares o 500.000 Bs.F.? Seguro que no es mucho tampoco si me pongo exquisita a pensar en producciones de millones de dólares, pero frente a una crisis económica como la que se atraviesa hoy en día, yo pudiera decir que es algo. Si me pongo a pensar en producciones de bajo presupuesto pues pensaría que es muchísimo dinero. La realidad me dice que lo es, por la sencilla razón de que todos los días salen películas de bajo presupuesto que costaron menos de eso.
Mi idea no es discutir aquí cuánto cuesta hacer una película o por qué cuesta lo que cuesta producirlas. Esto viene al caso sencillamente porque, considerando que los venezolanos “sabemos resolver” me parece extraño que estos puntos no se resuelvan. Mucho menos si hablamos de cine de terror. ¿Es que aquí nadie piensa en historias que nos hagan sentir miedo? O por lo menos un sustico aunque al final de la película todo sea mentira o se aclaren “malos entendidos”. Lo que digo es que, hasta que no salgan, no podemos evaluar nada.
Supongo que la naturaleza jovial y bromista del venezolano dificulta no sólo la ideación sino la exposición de este tipo de cine. Frente a un público en el que hay que cuidarse porque todo lo echan a broma, todo es una joda y es capaz de burlarse hasta de lo que está bien hecho. No importa. Me encantaría ver una película protagonizada por un chamo cualquiera o no, que pueda decir “Coño marico esta vaina si está candela, estoy más cagao que pañal de carajito” o yo que sé.
¿O es que los venezolanos estamos tan no-identificados que sólo pueden asustarnos o sólo podemos conectar con lo externo? No lo creo. Entiendo que frente a producciones de alto nivel que se realizan tanto aquí como afuera, una cinta de bajo (o bajísimo) presupuesto no sólo es un reto sino una tarea bien cuesta arriba. Pero al césar lo que es del césar: para poder hacer buenas películas hay que comenzar por algún lado. La práctica mejora la ejecución en todos los casos. Yo, que debo reconocer, poco voy al cine y los quemaditos han pasado a formar parte integral de mi vida, iría feliz al cine a pagar lo que corresponde si me ofrecieran una película venezolana que me asustara. Si me ofrecieran una peli de terror venezolano, con todo lo que eso implica, más allá del “terror” cotidiano que ya a pocos impresiona aunque asuste a todos (refiriéndome, claro está, a temas de delincuencia e inseguridad social).
Más allá del terror ¿qué pasa con el cine de ficción en Venezuela? Inclusive para contar la historia de este país se pudiera hacer algo bien dramático o divertido o lo que sea. Creo que todo depende del cómo se enfoca el cuento. Inclusive, voy más allá: tantas leyendas urbanas que hay en este país y ¿a nadie se le ocurre inventarse un personaje y ponerlo en posición de que lo ataque la llorona sin poner una mujer vestida de blanco que llora por sus hijos muertos y que a todo el mundo le parecería una estupidez?.
Países que producen películas de terror de culto como los asiáticos, comenzaron por alguna parte. Han hecho millones de películas y todavía hoy, consigo buenas, buenísimas, malas y malísimas películas de terror asiáticas. No importa. Las hacen.
Podría pasearme por la idea de que este (el venezolano) no es un público para el terror. Pero el argumento se me cae apenas lo pienso cuando re-pienso que los cines se llenan cada vez que llega una cinta terrorífica de USA, cuando recuerdo el revuelo de El Aro y a todo el mundo llamándose por teléfono al terminar la película, en el "I see dead people” de Sexto Sentido, y muchos otros ejemplos que no hacen de mi persona un nicho del mercado tan pequeño como podría pensarse.
Ultimadamente si lo fuera, una regla de oro del mercadeo consiste en definir lo más exactamente posible el nicho del mercado al que se pretende llegar, por más mínimo que sea. Si se tiene éxito y se les llega, se tendrá ahí a los consumidores/usuarios más leales del universo y eso lo es todo. Son las personas que irían siempre al cine aunque las críticas sean malas, son el público que sigue usando y consumiendo lealmente porque algo está hecho para ellos y no se lo pierden por nada del mundo. Es por eso que, productos específicos para personas específicas son los que explotan la liga en todos los tipos de mercado.
En Venezuela tenemos toda una variedad de personas a las que les gustarán más un género que otro. Estoy segura que si se les atiende un poco, no hay nada que perder. De bajo o alto presupuesto, una buena peli es una buena peli, póngala donde la pongan.
Creo que al principio me equivoqué y esto ha debido llamarse, mejor, ¿Qué pasa con el cine en Venezuela?...
Entiendo que hay muchos factores a considerar, pero vamos a ponernos pragmáticos y a no enrollar las cosas más de lo debido: con o sin el apoyo del estado, con 20 millones de dólares o sin ellos, pero con una buena idea y un súper trabajón en el que haya que partirse el culo por un buen tiempo (la falta de dinero siempre redunda en más trabajo y más tiempo) algo se puede lograr aunque no sea una cinta ganadora del Oscar o del Globo de Oro o del Oso de Berlín o qué sé yo.
Más que criticar a nadie (no estoy ni en posición de hacerlo ni me interesa) lo que intento es un estímulo, es acabar con esta indefensión aprendida en la que se piensa que sin importar lo que hacemos, las consecuencias son las mismas. Con el tiempo, ya no se hace nada porque si no va a tener frutos, ¿para qué seguir?. Acabar con esa indefensión implica creatividad y, estoy segura que el venezolano está muy lejos de carecer de ella. Implica darle la vuelta a las cosas para poder lograr algo e, insisto, el venezolano es especialista en eso.
Es mucho y muy difícil. Pero nadie dijo que tenía que ser fácil. Yo, como público quisiera la oferta y daría todo el apoyo a quién me la diera.