Revista España

¿Qué pasa con ETA?

Publicado el 06 septiembre 2010 por Jmbigas @jmbigas
Hay que reconocer que no ha sido una gran sorpresa. El desarrollo de los hechos y declaraciones de las últimas semanas hacía prever que obligaría a ETA a mover pieza. La asfixia de la izquierda abertzale de cara a las próximas elecciones municipales hacía necesaria alguna manifestación de ETA.
¿Qué pasa con ETA?(Escenografía del videocomunicado de ETA. Fuente: Diario ABC
Ayer, a través de rocambolescos caminos, que involucraron, entre otros, a la BBC, ETA hizo llegar a la opinión pública un videocomunicado por el que afirman que ya hace unos meses que han decidido no llevar a cabo acciones armadas ofensivas, por lo que implícitamente declaran una tregua, sin especificar si es temporal, permanente o mediopensionista.
Ante todo, la escenografía nos suena a una película que ya hemos visto, pero en blanco y negro, de antigua que es. Tres encapuchados estáticos frente a la cámara, y una voz de mujer, decidida, que relata, en euskera, el contenido del comunicado. El diario Gara se ha encargado de traducir el comunicado al castellano, y esta versión es la que reproducen la mayoría de medios (por ejemplo, el diario El País)
Insisten en conceptos que sólo ellos entienden, hablan de proceso democrático, como si la situación actual fuera la de hace cuarenta años, o más. Hablan de socialismo, de libertad, de independencia,...
Todos sabemos que la banda ETA está en una posición de debilidad como nunca antes había conocido. Las acciones policiales coordinadas entre varios Estados han decapitado de forma sucesiva a varias direcciones de la organización, y se producen, sin cesar, nuevas detenciones tanto en España como en Francia.
Por todo ello, el comunicado de ETA no tiene más que un único objetivo: pedir que el Estado se ponga en modo tregua con la banda. Las reacciones de los dirigentes políticos, tanto a nivel central como autonómico, han sido claras y firmes: no estamos en tregua con ETA.
ETA debe entender que no puede seguir arrogándose la representación del Pueblo Vasco, que nadie le ha dado. Debe entender que está perjudicando a las fuerzas políticas con objetivos parecidos a los objetivos políticos que ETA dice defender. La asfixia de la izquierda abertzale.
ETA debe entender que sólo hay una salida: su inmediata disolución y su desaparición de la escena política del País Vasco.
Claro que el auténtico problema de ETA es interno. Hay muy serias disensiones en el interior de la banda. Algunas han salido a la luz pública (la disidencia de algunos presos) y otras nos las podemos imaginar. Porque, más allá de la organización y de la banda, hay personas que tienen sus propias opiniones, y las manifiestan con cierta libertad cuando la dirección está débil. No debemos olvidar que, en otros tiempos, ETA tuvo reacciones mortales contra algunos de sus disidentes, en el mejor estilo mafioso. El caso Yoyes, por ejemplo.
ETA debe disolverse. Sus miembros deberán liquidar sus situaciones judiciales y penales personales. Algunos tendrán que visitar las cárceles, claro. Pero, tras su disolución, sin duda la sociedad sabría ser generosa para los que no tengan delitos de sangre.
¿Qué pasa con ETA?(Rodolfo Ares, Consejero de Interior del Gobierno Vasco, ayer, dejando claro que el Estado NO está en tregua con ETA. Fuente: Diario La Razón).
Pero sospecho que este escenario, hoy por hoy, es inviable. Dentro de ETA hay, sin duda, personas que no están dispuestas a reintegrarse a una sociedad que desconocen, y en la que no sabrían desenvolverse. Porque su única vida es la clandestinidad y la violencia. Habrá que esperar que el cerco policial y judicial, y la falta creciente de apoyo popular, les lleve a una asfixia que ya no tenga alternativas.
ETA debe desaparecer. Sólo cuando deje de existir la violencia, o la amenaza o incluso la mera posibilidad, de violencia, sólo cuando sea posible que todos los ciudadanos del País Vasco se manifiesten en total libertad, será posible establecer un marco político donde todas las opciones tienen cabida, en proporción a cuántos ciudadanos las apoyan. Debe desaparecer un escenario donde ciertas voluntades se doblegan por la mera existencia de ETA. Y, desde luego, deben erradicarse los comportamientos condescendientes (unos sacuden el árbol; otros recogen las nueces).
Sólo desapareciendo ETA se podrá llegar a un debate estrictamente político, que tan necesario resulta en el País Vasco. Donde todo el mundo se sienta libre para defender sus posiciones por medios políticos. El escenario político catalán no me parece para nada envidiable, pues está bastante enrarecido, pero es la mejor ilustración de que en un escenario puramente político se pueden defender opciones incluso muy contradictorias. La violencia no tiene ningún sentido en un escenario político maduro y democrático.
No tiene ningún sentido un escenario tutelado por ETA. Todos sabemos para qué ha utilizado ETA todas las treguas anteriores, por lo que son dignos de toda desconfianza, y el Estado nunca debe ponerse en tregua con ellos. Sólo su desaparición, su disolución, puede aportar soluciones con perspectivas de futuro.
E incluso en ese caso, las heridas tardarán mucho tiempo en cicatrizar.
Me aterra ver cómo muchos intermediarios están haciendo su modus vivendi de la (presunta) interlocución con ETA. Más gente a quien la desaparición de ETA dejaría sin trabajo, por lo que sus intereses serán siempre necesariamente bastardos.
La única solución es que ETA negocie su desaparición directamente con el Estado. Pero ya estamos cansados de medias tintas. Lo que ETA debe poner encima de la mesa es su disolución, su desaparición, la entrega de las armas, o lo que se quiera escenificar para certificar el nuevo status. Ya no vale nada más.
Hay que atender a todos los detalles. Porque tras la organización hay personas, y hay que asegurarse de que todos sean convenientemente integrados en la sociedad civil, después de pagar lo que tenga que pagar cada cual.
La experiencia con el IRA debe ayudarnos a intentar evitar repetir los errores. Años después de entregar las armas, y de la aparente pacificación definitiva del escenario político de Irlanda del Norte, algunos antiguos elementos del IRA todavía aparecen en bandas armadas que practican la violencia. A menudo con la cobertura de lucha contra el narcotráfico, por ejemplo, matando (ejecutando sin juicio) a presuntos traficantes y cosas de ese tipo. Es inadmisible, y esos flecos deben cuidarse en el proceso de disolución.
Pero que quede claro que una sociedad madura no puede admitir, bajo ningún concepto, la mera existencia de ETA. Aunque no maten. Pero su mera existencia hace pervivir la amenaza de la violencia, y ejerce un chantaje inadmisible sobre los agentes políticos y sobre todos los ciudadanos. No es posible que se arroguen el papel de tutores del proceso político. Su único camino es desaparecer, disolverse, dejar de existir.
Y, mientras tanto, el Estado debe continuar su cerco policial y judicial a lo que queda de la banda. Que de la debilidad a la muerte ya sólo quedan unos poquitos pasos.
Y la asfixiada izquierda abertzale debe entender que, hoy por hoy, está hipotecada por la existencia de ETA. Y que, mientras ETA no desapareza, la sociedad no puede admitir que ocupen cargos públicos, porque son jugadores de ventaja, con obediencias obscenas.
La desaparición de ETA nos beneficiaría a todos, sin excepción. Los únicos perjudicados serían los miembros de ETA, al final solamente unas docenas, o algún ciento, de iluminados trasnochados, ensoñados en sus propios delirios, a quien ya nadie entiende, y cuya única salida es la disolución.
Esperemos que esta escenografía repipi y cursilona sea su canto del cisne.
JMBA

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