- Mamá, mamá, ¿me cuentas un cuento?
- ¿Ahora, Julia, se ha hecho muy tarde?
- Yaaaa, pero es que sino, no puedo dormir…
- Vaaaale, te contaré un cuentoooo – Claudia se quedó pensativa…
- Cuéntale el cuento del rey desnudo, él de los bellacos y villanos – intervino Miguel…
- Papá, mira que eres malo, jajajaja, está bien…
Érase una vez un presidente de gobierno que había presumido mucho de ser de izquierdas, que estaba encantado consigo mismo y que a pesar de que gobernaba con globos sonda y que hizo algún avance en lo social, en el fondo, siempre hizo una política neoliberal en lo económico. Ese presidente, ante unas elecciones decidió tapar el sol con un dedo y en su contracampaña con el “líder de la oposición” le hizo ver que jamás de los jamases tocaría los derechos sociales de la gente a la que gobernaba. Y claro, cómo hay gente muy crédula pues, se lo creyó…
Pero hete aquí que vino una sequía, una sequía muy grande que habían provocado las grandes compañías, los grandes capitales, dado que se habían querido quedar para ellos todo el agua y se la habían gastado. Claro que, aunque esto era conocido por todos, engañaron a la sociedad diciéndole, que no se les puede negar el agua a nadie y que si todos, dábamos un poquito de nuestra pequeña ración, esa que los grandes capitales habían decidido que era a lo máximo que podíamos aspirar y eso que era cuando “llovía mucho”, pues entonces nadie se moriría de sed.
Pero los grandes capitales no tenían sed, no querían el agua para beberla, la querían para almacenarla y en su caso, vendérsela al mejor postor, consiguiendo más dinero.
Y el presidente del gobierno, ese que había dicho que nunca iba a recortar los derechos sociales, en lugar de llamar traidores a los grandes capitales, se dejó embaucar por ellos. E hizo suyos, los principios de desigualdad social. Y empezó a recortar… y a recortar… y a recortar… derechos sociales. Esos que había dicho que nunca iba a tocar. Y no sólo eso, es que además, lanzaba la falacia de que lo hacía por “responsabilidad”. Y poco a poco se fue tejiendo un traje de justificaciones injustificables que decidió pasear ante todo el mundo.
Y cuanto más empeño ponía en hablar de su traje, en lo bonito que era, lo responsable, lo necesario, menos se lo creía la gente. Así que llegó un momento en el que tras comprobar que sólo convencía a sus palmeros, a los más pelotas, a los que más tenía sorbido el seso, pasó al contraataque, decidiendo insultar a quien avisara de que el presidente iba desnudo.
Y no se le ocurrió mejor cosa que decir que todos aquellos que dijeran la verdad sobre sus recortes sociales, eran unos bellacos y unos villanos….
- Mami, mami… pues esto es como lo que te he contado esta tarde, que Sergio, el hijo de la profe, se come las chuches muy rápido y cuando se queda sin, le llora a su madre y el resto tenemos que darle de las nuestras porque “pobrecito” él ya no tiene… ¿por qué me has dicho que le deje, que es un pobrecito? ¡porque al final, él se está comiendo mis chuches!.
Miguel y Claudia se miraron…
- Pues tienes razón, Julia, no tienes porqué darle de tus chuches.
- Bien, prefiero dárselas a Carla, cuando vengo del cole, que sé que ella no tiene.
Julia les dio un beso y se fue a dormir…
- Oye, bellaca mía, no parece que lo hagamos tan mal con nuestra niña… ¿eh?
- No, gran villano, no… es un soplo de aire fresco, el comprobar que no se deja engañar con subterfugios y el miedo…
P.D.: Este post se basa en la afirmación del presidente Rodríguez Zapatero, cuando dijo que quien dijera que él había recortado derechos sociales era un bellaco y un villano… en estos blogs de mis compañeros tendréis más y mejores posts sobre el tema…
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