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Brujas, Brujas y más Brujas en Zugarramurdi. La película de Alex de la Iglesia dejó buen sabor de boca en numerosos espectadores/as, despertando la curiosidad sobre lo que ocurrió históricamente en el pintoresco pueblo navarro. Lo ocurrido allí en la realidad no dista mucho de lo fantasioso, abriendo aun así más el apetito del curioso y agitando la vida tranquila del municipio.
¿Quieres saber que pasó en el famoso pueblo? Continúa leyendo.
Zugarramurdi, una pequeña localidad cercana a la frontera francesa y que actualmente ronda los 200 habitantes, tiene un interesando pasado en plena era moderna.
En 1609, Enrique IV, rey francés y conocido devoto, puso rumbo hacia el sur de Francia con una serie de funcionarios de la corona (jueces como Pierre de Lancre) para realizar una caza de brujas, una purga contra la hechicería y las prácticas oscuras. Debido a ello, numerosas personas huyeron hacia el norte español, concretamente hacia Zugarramurdi que se encontraba cerca de la frontera.
Entre quienes buscaron salvarse de la caza se encontraba María de Ximildegui, una joven de 20 años que llegó a Zugarramurdi (su pueblo de origen) huyendo de la locura del juez Lancre y su quema de brujas. Allí fue interrogada por el párroco local, confesando que había practicado aquelarres (adoraciones al diablo, en euskera akelarres) junto a otros vecinos y vecinas en una cueva cercana. Ella esperaba obtener la salvación espiritual y física al revelar los pecados, pero sus esperanzas fueron vanas.
Sus palabras no quedaron salvaguardadas y llegaron a oídos de la Inquisición de Logroño, que comenzó a encarcelar a los sospechosos/as. Comenzaba así en 1610 un largo proceso en el que se realizaron numerosas acusaciones a numerosos vecinos y vecinas de Zugarramurdi. Se les apresaba y si admitían practicar la brujería se les indultaba tras redimirse, en caso de no confesarlo se les torturaba hasta que lo hacían y si se obstinaban en negarlo acabarían en la hoguera. Tal miedo se generó ante las expropiaciones, torturas y amenazas, que la mayoría de los acusados y acusadas afirmaban ser culpables de brujería en el interrogatorio para evitar males mayores.
Se juzgó a un total de 53 personas en la comarca norteña, de las cuales 21 quedaron libres, otras 21 acusadas de delitos no graves y el resto quedarían condenadas a una muerte segura en la hoguera.
11 mujeres fueron acusadas de ser brujas y sentenciadas a ser quemadas en la plaza mayor de Logroño, aunque 5 de ellas ya habían muerto durante las torturas o por suicidio ante no soportas tal trato. A pesar de ello las once fueron quemadas, 6 de ellas vivas y 5 sus restos mortales junto a un muñeco que las representaba (esto se conoce como efigie). La Iglesia instalaría un total de 10 cruces en Zugarramurdi para proteger el pueblo de las supuestas garras del mal.
Este acto de fe tuvo alta repercusión en el continente europeo naciendo así una leyenda negra entorno al pueblo navarro de Zugarramurdi. La obsesión de los inquisidores hizo que la situación se agravara y no sería hasta 1614 cuando el inquisidor Alonso de Salazar puso el raciocinio sobre la mesa y tituló de patrañas, envidias y enemistades las acusaciones entre vecinos, así como la brujería a la cual no había que temer. Se ponía así fin al fanatismo existente en la Inquisición ante estos hechos.
Se sabe que las condenadas no eran brujas ni la practicaban, simplemente eran curanderas con conocimientos naturales (como plantas medicinales) que tomaban sustancias alucinógenas.
El Akelarre o Aquelarre
Zugarramurdi también recibe el sobrenombre de Catedral del Diablo debido a las supuestas reuniones de brujas en las cuevas del pueblo (120 metros de profundidad) que se situaban al lado de un prado conocido como Akelarre, cuya traducción es la de prado del cabrón, donde un macho cabrío negro llamado Akerbeltz tomaba forma humana junto a las brujas y brujos, donde danzaban a la luz del fuego y realizaban orgías.
Parecen mucho más interesantes y atractivas las brujas del siglo XVII, cuando aún no trabajaban en la televisión a partir de las 00:00. Dudemos de que Sandro Rey pueda realizar un Akelarre, pues los “brujos” y “brujas” de hoy en día producen más risa que interés.
Visitar Zugarramurdi debe ser fantástico, no solo por su leyenda negra, si no por su bello paraje. Apuntemos el pueblo navarro en nuestra agenda de viajes a realizar, y vivamos de primera mano no solo la fantasía, si no la historia. Además si tienes ganas de ver de primera mano la recreación de los famosos Aquelarres, se siguen haciendo en la localidad.
Carlos Albalate Sánchez