En este caso se trata de la historia más íntima de una gran familia de industriales suizos. El poder, el dinero, los negocios representados en una familia; los Koch que son los protagonistas absolutos de la novela. Adjunto a ellos, a modo de juguete, vive Konrad Lang que será la otra pata de todo el artificio. Lang representa el uso que hacen los poderosos de las personas, en este caso usado como personal de compañía durante toda su vida. Pero, y en este pero se fundamenta la novela, guarda en su memoria restos, residuos de algo oscuro que la patriarca de los Koch prefiere que no se aireen.
Martin Suter parte de la clásica premisa que dice “detrás de toda fortuna existe un gran crimen” y sobre ella estructura toda la narración.
los restos de ese mundo fenecido¿Dónde reside el conflicto en la novela? Pues en una enfermedad brutal, el Alzhéimer, que afecta a Konrad Lang y que hace que sus recuerdos, así como él mismo, vayan desapareciendo entre sinapsis de neuronas. La novela pasa así de un clásico de enigma a una lucha por detener ese deterioro en la mente del protagonistaLa obra es sumamente elegante, tanto como las maneras de los protagonistas que recuerdan a otra época, donde se pasaba el verano en Biarritz y se acudía a los hipódromos a seguir las evoluciones de algún semental de cuadra propia. Entra así Suter en un mundo ya perdido, en donde el glamour y el dinero iban de la mano de maneras exquisitas. Lo que refleja Suter, con su lenguaje elegante, son los restos de ese mundo fenecido, de esa aristocracia financiera o industrial que estaba en lo alto de la escala social. Con esos toques elitistas y diletantes, no exentos de futilidad, que se han representado en innumerables ocasiones en la ficción.Ahora el dinero y la forma de conseguirlo tienen siempre ese regusto zafío de lo material, al igual que el empleo que se hace de él. No es preciso ser educado para abrirse camino en sociedad y tampoco es necesario tener un buen gusto para ser representante de esa clase. La novela más que un ejercicio de intriga es una crónica de los avances de la enfermedad, pasando de ser una narración al uso a una crónica de sucesos en donde están en juego las relaciones neuronales de Konrad Lang. Tal vez esa sea la mayor traba de la obra, porque los recuerdos se vuelven tan fragmentarios, tan escasos que cualquier acción en base a ellos es un ejercicio de voluntad muy ajeno a la trama. Cuenta Suter la evolución de la enfermedad de modo sobrio, me recuerda a la narración de la peste que hizo en su momento Defoe. Un gran escritor como Martin Suter tiene obras muy importantes, sin duda esta es una obra menor, muy formativa aunque ya se pueden apreciar elementos que harán de su narrativa algo sumamente personal. En especial me ha encantado la elegancia con que se desenvuelve, como trata los hechos y los personajes. Le aporta una gracia de la que ya muchas novelas carecen y que para valorarla hay que mirar a narrativas de otra época.Hay que recordar que es suizo y ya se sabe, siempre son neutrales, siempre son neutrales…
Sergio Torrijos