La receta, en mi opinión, es adoptar una dieta regular de placeres y deleites simples: una compañía agradable, una comida sabrosa, una lectura interesante, un paseo por el parque, un espectáculo entretenido, una música grata, una charla amena o una risa a pierna suelta. A la larga, estos gustos nos mantienen más contentos que cualquier logro impresionante que nos da un impulso temporal.
En palabras del poeta libanés Gibran Jalil Gibran, «en el rocío de las cosas pequeñas, el corazón encuentra su alborada y se refresca».