La retina es una capa de tejido sensible a la luz situado en el interior del ojo. La luz que incide en la retina desencadena una serie de fenómenos que se traducen en impulsos nerviosos que son enviados hacia el cerebro por el nervio óptico.
La retina está formada por capas de neuronas interconectadas mediante sinapsis. Las únicas células sensibles a la luz son los conos y los bastones.
El desprendimiento de retina es una enfermedad ocular ocasionada por la separación de la retina del epitelio pigmentario al que en condiciones normales está adherida. Como consecuencia de ello la retina queda sin riego sanguíneo y se produce pérdida de visión. En la separación que se produce y debido al pasaje de líquido proveniente de la cavidad vítrea, se acumula en el espacio subretinal el líquido atrapado, formando una bulla o bolsa retiniana.
Cuando por procesos atróficos o degenerativos, la retina se adelgaza formando agujeros o si por efecto de una tracción vítrea se produce un desgarro, el líquido existente en la cavidad vítrea pasa a través de esas roturas, separando la retina de sus capas posteriores que son el epitelio pigmentario y coroides y origina así el desprendimiento de retina
Entre las causas generadoras de este trastorno se encuentran: la proliferación fibrovascular vítrea que ocurren en la retinopatía diabética avanzada y en los procesos inflamatorios vitreorretinales. También los traumatismos oculares, de orbita o de cráneo, pueden causar el desprendimiento de retina
Este trastorno puede evolucionar hasta producir ceguera, por lo que la detección a tiempo es primordial para aplicar el tratamiento.
Los tratamientos para este problema visual son: la fotocoagulación con láser, la Crioterapia, la Retinopexia neumática, la Vitrectomía, el Cierre esclerótico y el drenaje del líquido subretiniano.
Después de la cirugía, la visión suele ir mejorando de forma gradual durante días o semanas, aunque la capacidad visual finalmente alcanzada puede ser inferior a la que existía previamente.