Hoy Niña Pequeña me hablaba muy seria desde el asiento trasero del coche, encajada en su aún silla infantil, acorde con su peso y estatura.
- Mamá.
-¿Hum? -contesto, mientras giramos a la izquierda, exactamente hacia el punto en el que más tráfico hay en este momento.
- Mamá, yo no quiero ser un lápiz -dice, con la seriedad de sus ocho años.
- ¿Y eso? -le pregunto, mirándola a través del espejo retrovisor, aprovechando el atasco.
- Porque me apretarían. ¡Ni tampoco querría ser una letra! -dice, rápidamente, al estar en posesión de la palabra, porque sabe que, cuando hablan los mayores, ella no debe hacerlo.
- ¿Por qué no? -pregunto, pensando aún en su ausencia de futuro como lápiz.
- ¡Porque me borrarían!