Néstor García Iturbe.─ Cuando Donald Trump, en enero del 2017, después de la actividad de la toma de posesión, se siente en el despacho oval de la Casa Blanca, además de Presidente, será el Comandante en Jefe de las fuerzas armadas estadounidenses, por lo que tendrá en sus manos una buena cantidad de mecanismos de destrucción, espionaje y vigilancia, que no han sido creados por él, pero que debe decidir si los mantiene o los elimina.
El terror que muchos quieren crear por la presencia de Trump en la presidencia de Estados Unidos, debió también ponerse de manifiesto cuando los que lo antecedieron, Obama y los otros presidentes, fueron fomentando una maquinaria de guerra de proporciones extraordinarias, capaz de intervenir en distintos países y de llevar la muerte a decenas de miles de personas, con la justificación de defender la “Seguridad Nacional” de Estados Unidos, que en realidad, son los intereses económicos de la clase dominante.
Lo más peligroso de la herencia recibida del Premio Nobel de la Paz, es el arsenal nuclear con que cuenta Estados Unidos, compuesto por 2.150 ojivas nucleares activas (1.950 estratégicas y 200 tácticas) más otras 2.800 en reserva y unas 3.000 almacenadas para su desmantelamiento, lo suficiente como para destruir el mundo cuatro veces. Esto cuesta al contribuyente estadounidense 21 mil millones de dólares anuales.
Cómo si todo esto no fuera poco, y en una importante contribución a la Paz, como Premio Nobel que es, Obama deja un legado a su sucesor y a los que vengan después, que implica el gasto de 1,5 billones de dólares en los próximos 30 años para la sustitución y modernización del potencial nuclear existente, además de la adquisición de 12 submarinos nucleares porta misiles, a un costo de 90 millones de dólares cada uno, 100 nuevos bombarderos de largo alcance, portadores de bombas nucleares, que costarían 65 millones de dólares cada uno y 400 misiles terrestres de la misma categoría, por los que se pagarán 30 millones por unidad.
Entre los planes futuros del Pentágono, también se encuentra el modernizar las bombas de gravedad B-61 estacionadas en Europa, crear el nuevo misil de largo alcance Standoff Cruise, y desarrollar una serie de nuevas ojivas que permite sustituir las existentes por otras de mayor potencial nuclear y tecnología más avanzada, sin aumentar el número de las existentes.
Si Trump desea encontrar partidas del presupuesto que pueden ser disminuidas, sin afectar la Seguridad Nacional, para mejorar las condiciones de vida de la población estadounidense, debe entrar en un análisis de lo que se gasta en el poderío nuclear.
Esto es solamente una parte de lo que Trump recibirá de Obama pues cuando tomamos en consideración el presupuesto solicitado por el Departamento de Defensa para el año 2017, la cifra asciende a 524 billones de dólares, lo cual cubrirá los gastos corrientes como salarios, combustible, compra y modernización de armamento y equipos de las tropas consideradas regulares dentro de las fuerzas armadas.
Estas tropas regulares están compuestas por más de 1,5 millones de efectivos militares, 1,1 millones de reservistas y cerca de 800,000 civiles, a lo que debe sumarse cerca de 100,000 contratistas. Desde el punto de vista organizativo, estos efectivos se encuentran agrupados en seis comandos regionales, que cubren todo el globo terráqueo, además del Comando Aéreo Estratégico y otros dos comandos especiales.
Este presupuesto cubre los gastos de una División Blindada, una División de Caballería, un Regimiento de Caballería y dos Regimientos de Caballería Acorazada, cinco Divisiones de Infantería, una División de Montaña, dos Divisiones y una Brigada Aerotransportada, todo al servicio del Ejército estadounidense.
También incluye los de la fuerza aérea, compuesta por más de 4,500 unidades en servicio activo, 1300 en la Guardia Nacional y 400 en la Reserva. Más de 2,000 misiles crucero de lanzamiento aéreo y 450 misiles balísticos intercontinentales. Además de este equipamiento, cuenta también con una flota de drones que está muy cercana a los 1000 y que permite asesinar “sospechosos”, sin hacerle juicio, sin ser condenados y sí que el que ejecutó la acción criminal tenga que rendir cuenta por lo que hizo, ni comparecer ante tribunal alguno.
La Marina de Guerra estadounidense, incluida en el presupuesto, cuenta con 10 Portaaviones, 20 buques anfibios de comando y asalto, 54 submarinos de ataque, 14 submarinos portadores de misiles balísticos, 4 submarinos de misiles guiados, 11 fragatas, 22 cruceros, 62 destructores, 13 buques barreminas, 4 buques de combate en litoral y otros medios navales especializados, entre ellos drones submarinos.
A todo esto se le puede agregar los medios con que cuenta la Infantería de Marina y otras agencias especializadas del propio Departamento de Defensa.
Dentro de los lugares donde se encuentran tropas de ocupación estadounidenses, que se han mantenido o enviado durante el gobierno del Premio Nobel de la Paz, sufragando sus gastos con el fondo para Operaciones de Contingencia en el Exterior del Departamento de Defensa, se encuentran Iraq, Afganistán, Somalia y otros países, para lo cual el Pentágono contará con 59 mil millones de dólares en el año 2017.
Algo a lo que Donald Trump se refirió durante su campaña electoral, fue que aquellos que pedían Estados Unidos le cuidara la democracia debían pagar los gastos que eso ocasiona. A la cifra mencionada en el párrafo anterior, es necesario adicionar otros 58 mil millones de dólares que se encuentran en una partida del presupuesto de Defensa denominada Relaciones Internacionales, la cual se dedica al entrenamiento y preparación de tropas de otros países y el abastecimiento a las mismas de todo tipo de armamento y equipo que requieran. Más de 100 mil millones de dólares que Trump puede destinar a mejorar las condiciones de vida de la población estadounidense.
Este asunto de cuidarle la democracia a otras naciones, desarrollado y mantenido por la administración Obama, y su política injerencista, ha traído como consecuencia, según informe del mes de abril del 2015 del Departamento de Defensa, que 200,000 estadounidenses, miembros de las fuerzas armadas, se encuentren destacados en otros países.
El informe plantea que 9800 de esos militares están en Afganistán, mientras que aproximadamente 3500 soldados están desplegados en Irak y Siria bajo el pretexto de luchar contra el grupo terrorista del Estado Islámico. En la región Asia Pacífico hay unos 50.000 militares estadounidenses —28.500 de ellos en Japón, una cifra similar en Corea del Sur, y cerca de 1000 en Australia y Singapur.
En África hay desplegados unos 5000 miembros de las Fuerzas Armadas de EE.UU., 4000 de ellos ubicados en la mayor base norteamericana en ese continente, la de Camp Lemonnier, en Djibouti, más los que se encuentran en Somalia y otros países.
Existen más de 64.000 soldados estacionados en toda Europa, en enclaves ubicados en Alemania, Reino Unido, Italia y España, además de en las repúblicas exsoviéticas del Báltico y otros tres mil en Turquía.
En el área de Centroamérica y América del Sur, hay desplegados aproximadamente 5500 militares, además de una presencia naval en el Caribe con el pretexto de la lucha antidrogas.
Trump y su equipo deberán evaluar esta “bomba de tiempo” que les ha caído en las manos, producto del famoso “legado de Obama” y demostrarán su inteligencia, si logran reducir el peligro que una bomba de este tamaño representa y sobre todo, sino explota.
- Dr. Néstor García Iturbe es editor del boletín electrónico El Heraldo (Cuba) [email protected]