Esta es una entrada de mantenimiento. Mantenimiento de salud. En plan válvula de escape. Estaba a punto de consumar una siesta light, mi cabeza luchando contra la gravedad, cuando escuché en las noticias que María del Pilar Alfonsa Juana Victoria Luisa Ignacia de Todos los Santos de Borbón y Borbón, alias Pilar de Borbón, infanta de España por Real Decreto y reina del Rastrillo madrileño, hermana del Rey Emérito Don Juan Carlos I, experto cazador de elefantes, consumado rompepiernas (las suyas) y padre de nuestro actual rey, Felipe VI “el preparao”, tenía otra sociedad en Panamá para, supuestamente, esconder su fortuna. Hace unos días La Sexta había aireado una primera sociedad, llamada Delantera Financiera, que suena como a Morro Pesetero por aquello de que también es delantero y lo que por ahí suelta la hacen más acreedora de títulos ordinarios como Pilar la Verdulera, por ejemplo y con perdón de las verduleras de toda la vida. Por no decir infanta de pueblo, que de reina del pueblo ya tenemos a la Estéban, esta sí que tira más a noble y franca verdulera que a María de los mil nombres.
Esta noble mujer, la Pilarica, noble de nobleza, conviene aclarar, que tampoco es mucho decir en los tiempos que corren, echa la culpa del escándalo de los Papeles de Panamá a la prensa: “El escándalo lo están montando ustedes”. Descubierta la otra empresa offshore (of course) y preguntada sobre el asunto dice a la periodista que es una de “vuestras chorradas”. Toda digna, con ese cardado que parece el casco de la moto de una abuela. Y me acordé de las pipas que tomaba en mi inquieta pubertad. Alguna bolsa contenía un pequeño papel que decía “qué rica la Pilarica, repita” y que se canjeaba por otra bolsa. Qué rica de riqueza es esta frescachona que pregona su huidizo españolismo. Qué rica, que repite paraísos fiscales.