Adrián es un niño de ocho años, enfermo de cáncer y que dice ser aficionado a los toros. A los niños se les consiente todo, bueno, casi todo; los sueños de los chiquillos son inofensivos y los adultos, enfrascados en asuntos que creen verdaderamente importantes, apenas les prestan atención. Aizpea y Maverick no deben ser aún mayores de edad. Son dos individuos que desean la muerte de un menor por su afición a la fiesta, de un muchacho de ocho años de edad que lucha contra una enfermedad terrible. Pertenecen a ese grupo que se alegra con la muerte de un torero, son progresistas y solidarios, depositarios de la auténtica democracia y adalides de la libertad. Sin comentarios.