Revista Religión
Tener una razón para vivir, ¿no es un deseo legítimo? ¿Qué es lo que da un sentido a todo lo que usted hace y a todo lo que le suceda?
Si usted vive para su familia, ¡usted es feliz de tener una! ¿Pero qué propone a los que no la tienen?
Si usted vive para su trabajo, esto no hará disminuir el desempleo ni impedirá que su jefe lo despida si se ve obligado a ello.
Si usted vive para ayudar a los necesitados, ¡Es magnífico! Lo que hace es muy valioso, pero por desdicha es como una gota de agua en el mar, y sus problemas personales no se resuelven por eso.
Si vive para su ocio, ¿Por qué no?, usted aprovecha mientras tiene tiempo, salud y el dinero necesario… pero corre el riesgo de llegar a ser un perfecto egoísta.
Sin embargo, he aquí una noticia extraordinaria: ¡Su vida tiene un sentido, al igual que la mía! Es un sentido que no depende de usted, ni de su familia, ni de su jefe, ni de su equipo preferido. Su vida tiene un sentido por el hecho de que Dios tiene un proyecto para ella. Él ama a cada uno de nosotros personalmente, dio a su Hijo unigénito, Jesucristo, para que todo aquel que cree en él no se pierda, mas tenga vida eterna (Juan 3:16 ). Sólo él puede hacerle feliz al darle a conocer lo que es verdaderamente la vida, ¡Y esto hasta en los más pequeños acontecimientos del día a día!
“Para mí el vivir es Cristo” (Filipenses 1:21). “Y todo lo que hacéis, sea de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús…” (Colosenses 3:17).
(El Versículo del Día)