Si hay algo que ha definido los objetivos de muchas generaciones a lo largo del tiempo, es el éxito. Normalmente, cuando hablamos de una persona, la valoramos en función de si ha tenido éxito en la vida o no, pero es curioso que los criterios que seguimos para definirlas son puramente económicos y sociales. Tanto es así, que en muchas ocasiones perseguimos modelos de vida centrados en el éxito rápido. ¿Pero qué significa tener éxito en la vida?
Desde que entramos en la escuela, se nos enseña que para tener éxito en la vida debemos de ser los mejores, entrando en un modelo más competitivo que centrado en el talento y el desarrollo personal. Tanto es así, que si se nos pregunta a los padres ¿qué queremos para nuestros hijos en un futuro?
Contestamos que un buen trabajo, un buen sueldo y que triunfe en la vida. Así, desde pequeños se nos prepara en esa dirección, centrando como objetivo el conseguir ese ansiado tesoro. Incluso las políticas sociales y económicas ponen su esfuerzo en formarnos en competencias para el empleo que den respuesta a lo que nos demanda el trabajo y no la vida. Sin embargo, es curioso observar que cuando se nos pregunta qué le pedimos a la vida, normalmente contestamos que ser felices.
Además, si acudimos a los diferentes estudios realizados, observamos que no hay una relación clara entre tener éxito en la vida y haber sido un buen estudiante, o entre el talento y el éxito. ¿Cuántas veces observamos por nuestras calles a personas con un talento musical o artístico impresionante y que no encajan en el modelo de éxito al uso? En la misma línea, si hablamos de felicidad, no hay una relación directa entre acumular dinero y ser felices, o el tener un buen trabajo y la felicidad, es decir, lo que denominamos los mitos de la felicidad, esas creencias en las que en muchas ocasiones centramos nuestra búsqueda de la tierra prometida, que es la felicidad y el bienestar.
Pero lo más importante es que si relacionamos talento y bienestar o felicidad, dando la oportunidad a las personas de plantearse su vida como un potencial, desde la oportunidad de generar una actitud positiva ante la vida, potenciando desde pequeños un modelo basado en la Felicidad Sostenible, fomentando un cambio en nuestra mirada hacia la vida de las personas, que implique realzar la excelencia frente al sufrimiento y la normalidad, desde un potencial de crecimiento, encontraríamos ese modelo de éxito real. Quizás deberíamos cambiar el interrogante del titular y preguntarnos, ¿cuál es nuestro éxito?
*PSICÓLOGO Y MIEMBRO DE LA SOCIEDAD ESPAÑOLA DE PSICOLOGÍA POSITIVA | @jriveroperez