Una de las tendencias más explícitas en lo relativo a los extraterrestres, es esa que insiste en afirmar que la Tierra debió de ser visitada en la antigüedad por naves cósmicas, cuya intervención, habría dejado ciertos rasgos discernibles tanto de orden estructural como cultural.
Hace ya unas décadas, un astrónomo americano declaró que el primer germen de vida pudo haber sido depositado en nuestro planeta hace millones de años por unas naves del espacio; son también conocidas las opiniones de los especialistas en arqueología de ficción, que descubren huellas extraterrestres en cualquier monumento procedente de civilizaciones antiguas, para los que los arqueólogos tradicionales no han encontrado respuestas aún.
Evidentemente, el crédito que ha de concederse a semejantes puntos de vista es mínimo, pero no dejan de ser testimonios susceptibles de ser analizados e incluidos en cualquier informe que pretenda ocuparse de este fenómeno.
En este campo, las elucubraciones, como es natural, pueden llevarnos a las teorías más delirantes.
Hablar de hechos, cuando se trata de fenómenos tan mal definidos y tan difícilmente demostrables, puede parecer bastante vano. La psicosis de los platillos volantes ha adquirido carta de naturaleza en la actualidad. Parece que esto va por fases. Lo que sí está verificado es que estos objetos volantes se aparecen a los eventuales testigos según una presencia común generalmente admitida. Suelen ser máquinas que se agitan en el cielo como platillos.
Las visualizaciones de estos aparatos han proliferado gradualmente, siendo hoy día difícil de contabilizar las ocasiones en que han hecho su aparición. Como hitos más notables de dichas apariciones se cuentan las acontecidas en Estados Unidos alrededor del año 2000, y las del otoño de 2003 en Europa, para alcanzar su culminación en una nueva oleada de apariciones entre 2003 y 2005 en Estados Unidos de nuevo. Oleadas similares a las de 1964 y 1965.
Las investigaciones en este sentido no han dado un resultado positivo. Por lo que cualquier testimonio recogido que incidiera en la visión de un platillo volante es negado sin proceder previamente al examen del mismo. La tendencia es considerar todo lo referente a este tema como una broma de dudoso gusto. Pero no todo termina ahí, porque en realidad, todos los que observan en el firmamento este fenómeno extraño no podrían ser sistemáticamente calificados como bromistas o locos. Pilotos civiles y militares, también han observado estos extraños aparatos evolucionando en las cercanías de sus propios aviones.
Con todo, aún restan testimonios particularmente refractarios. El marchamo de oficialidad concedido por algunos gobiernos han desencadenado una avalancha de dudas y nuevas reflexiones sobre el particular.
Y si bien satélites artificiales, helicópteros, fuegos fatuos y muchas más cosas naturales a los que se ha identificado con esos conspicuos objetos que se resisten a ser reducidos a la categoría de simples objetos corrientes, han podido ser confundidos en algún momento por algún descolocado y asustado observador, también es cierto que en muchos casos realmente las observaciones no eran tales, sino verdaderamente objetos sin explicación aparente.