Revista Diario

¿Qué tal si escuchamos?

Por Negrevernis
Es asombrosa la capacidad de no-concentración de algunos alumnos... Dicen que las nuevas tecnologías -aplaudidas, recomendadas y deseadísimas por la Administración- permitirán que los conceptos lleguen antes a las conexiones neuronales de los adolescentes y que el aprendizaje será más rápido, atrayente y significativo.
Por no hablar de las maravillas y ventajas del bilingüismo que viene, que potenciará, sin duda alguna, que los alumnos de arriba se aprendan de una vez -15 años- que varios ríos españoles desembocan más allá de la frontera con Portugal, o que los de abajo comprendan el enrevesado significado de palabras como don, ribera y decadencia (extrañas palabras que por algún motivo oculto me había permitido resaltar de su libro de texto).
Pues ni con pizarra digital, boli-lector en mano, tiza en el bolsillo -por si acaso-, libro abierto, cuaderno en ristre y adarga en forma de proyección. Pienso que ya ni con piruetas. La clase en silencio -que conste que no era por escándalo ni gallinero hormonal adolescente-, hasta que:
Yo: Tenéis en la pizarra apuntado el eje cronológico de Egipto. Por favor, copiad en el cuaderno las etapas para que podamos seguir con el tema.
Uno: ¿Un qué has dicho, profe?
Otro: ¿Pero no íbamos por la página de atrás?
Aquel: Yo no me he traído el cuaderno, profe (como siempre, pienso yo)
Otra: ¿Hay que copiarlo, profe?
Desde una esquina: ¿Y esto no viene en el libro?
Por el otro lado: ¡Profe! ¡Me ha quitado el boli!
Por supuesto, todos los ruegos, súplicas y opiniones a la vez, en un desmayo de vocabulario nada bilingüe. Y nada comparable con lo que le pasaba a una compañera horas después:
- Os voy a repartir el examen con las preguntas del libro obligatorio que tenemos para este trimestre.
- Profe, ¿había que leerlo entero?
Normal.
Si lo hubiera explicado en inglés, fijo que se habría enterado de que tenía que leerlo desde el principio hasta el final. Qué cosas.
¿Qué tal si escuchamos?

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