Las grandes empresas buscan hombres como el seleccionador, líderes discretos que saben cómo ejercer el mando: sin sobresalir, confiando en el grupo y pensando a largo plazo
Detrás del bigote y de la seriedad, Vicente del Bosque esconde el secreto: cómo conseguir llevar al éxito a un grupo de profesionales. Durante dos años, desde que acabó la Eurocopa, ha guiado a 23 futbolistas, más los hombres del cuerpo técnico, hacia la victoria final, la Copa del Mundo. Es el ejemplo del perfecto gestor de grupos. José Luis Mendoza, profesor de Economía y Empresa de la UCAM de Murcia, cuenta que Del Bosque cumple con los requisitos que marca Jim Collins como el líder nivel 5, el que se ha demostrado que rige las empresas que más sobresalen estos últimos años. «El problema –añade Diego de Vicente, profesor del Instituto de Empresa– es que el estilo de Del Bosque plantea resultados a largo plazo y las empresas dicen ''bien, esto está bien, pero cuánto has vendido hoy''. Sólo piensan en el corto plazo».
El carácter de Del Bosque le ayuda a ejercer un tipo de liderazgo, pero su modo de llevar a los grupos no sólo es cuestión de carácter. Es algo más meditado, un plan preconcebido, al que también, claro, le ha acompañado la fortuna.
Su amigo Pirri, compañero cuando eran futbolistas y después trabajadores juntos en el Real Madrid, ve a Del Bosque como el tipo perfecto para llevar grupos: «Es un ejemplo para los jugadores y eso hace que ellos refuercen su compromiso. Se crea una deuda con el entrenador, una persona a la que no pueden fallar». «Del Bosque –continúa Francisco Longo, profesor de Esade– es el hombre perfecto para llevar grupos profesionales cualificados. Gente de gran valía, que necesita su espacio para hacer su trabajo y para su ego.
Departamentos de I+D, hospitales o universidades son lugares de trabajo así. También los grandes despachos de abogados, donde llegan los mejores juristas, o un banco de inversiones, en el que trabajan los mejores alumnos de los grandes máster de negocio». Los futbolistas son ese tipo de gente: jóvenes, pero casi de otro mundo, en muchos casos tratados como dioses y con egos inflados, que se creen imprescindibles. Con ese material humano se tiene que crear un equipo y lograr el objetivo. Para eso, necesitan un guía.
Mendoza, Longo y De Vicente explican cómo el liderazgo del seleccionador ha llevado al éxito:
Apartar las creencias limitadoras. Con profesionales cualificados muchas veces lo importante no es enseñarles o entrenarles, lo fundamental es lograr que su talento no se vea limitado. Es lo que se llama apartar las creencias limitadoras: los detalles, las pequeñas cosas que no dejan que la gente exprese su talento. Del Bosque ha sabido insistirles en que hagan lo que mejor saben hacer.
Democracia participativa. Lo más importante es lograr que otros se sientan protagonistas, principalmente cuando se llevan grupos de gente muy cualificada. Son profesionales preparados, los más brillantes, con mucho talento, que necesitan su cuota de protagonismo y que les den posibilidades de tomar decisiones. Dejar márgenes de autogestión a los grupos hace que estos tengan confianza para continuar con su trabajo. Un buen líder, un gestor, es aquel que, como Vicente del Bosque, permite que los otros líderes salgan por naturalidad.
Bien en el trabajo (en el campo) o bien fuera de él (en el vestuario). Cuando llegas a un grupo nuevo lo primero que hay que hacer es observar y escuchar. Permitir de ese modo, que surjan los talentos, dejar que se expresen. Después, la labor del que está al mando es colocar a los mejores en las posiciones donde ya ha aprendido que mejor se desenvuelven.
Humildad. A veces los que llegan nuevos a los cargos quieren hacer muchos cambios para que su mano se note enseguida. En una organización que es un caos y en quiebra puede que eso resulte. Pero cuando lo que se hereda es un éxito, lo más fácil es caer. Del Bosque heredó un grupo que había ganado la Eurocopa: lo que hizo fue elegir la continuidad y poco a poco ir haciendo cambios para formar el grupo que él pensaba que iba a llevar al triunfo. Y sin sobresalir.
La virtud del hábito. Mediante el hábito se crea el carácter y el carácter de una empresa hace que los empleados se sientan orgullosos de ella. Del Bosque continuó con el estilo del pase y, frente a las críticas o la desesperación de algunos espectadores, creyó en el estilo por encima de todo. Había conseguido un grupo con personalidad y eso es lo que había que mantener. Del Bosque tiene un discurso propio en la cabeza, más allá de los consejos que le dan o que le pretenden dar. Ha creído en lo que hacía, pese al fracaso inicial, porque ha seguido una máxima de los grandes líderes: la visión a largo plazo, mucho más importante que la de a corto plazo. Ésta puede dar resultados inmediatos, pero no es constante. Lo fácil es trabajar con el éxito: los triunfos refuerzan al jefe, mientras que los fracasos van debilitando. El éxito de Del Bosque comenzó cuando siguió confiando en sus formas pese a perder el primer partido contra Suiza.
Adaptarse a la situación. También es necesario tener un gran conocimiento de la situación y del campo en el que te estás moviendo. Los que son dirigidos necesitan saber, deben saber, que su jefe tiene autoridad moral, que quien les manda no es el primero que pasaba por la calle. No es lo mismo un campeón de Europa con el Madrid que un novato en los banquillos o los despachos.
Manejar el entorno relacional. Hay que funcionar hacia fuera. No sólo se debe mantener la armonía en el grupo, también es necesario controlar el ruido exterior, que lo que está más allá del grupo de trabajo no distorsione. En el caso del fútbol, ese entorno son los medios. Y Del Bosque siempre los tiene en la cabeza. Consigue relacionarse con ellos de manera personal y logra que la relación con los medios en momentos de máximo estrés sea lo más sencilla posible. Evita la presión y el enfrentamiento. Además lo hace con criterio, su criterio, sin necesidad de hacer la pelota a alguien. Los subordinados ven cómo se maneja su jefe en defensa del grupo y eso hace que aumente su respeto y admiración hacia él.
Contar con los veteranos. La mezcla de veteranos y jóvenes, que permite la transmisión de conocimiento (lo que se denomina mentorización),ayuda a que el grupo se compenetre y crezca.
Marcar reglas. Pese a dejar que otros tomen la palabra, lo fundamental es marcar unas reglas de conducta. Dejar claro que uno es el jefe y toma la decisiones, siempre por el bien del grupo. Según del tipo de trabajadores que esté bajo tu mando, se lidera de una forma u otra. El grupo de Del Bosque estaba formado por chicos jóvenes y él decidió llevar un estilo paternal, en el que se marcan unas reglas de conducta.
Manga ancha. Sin embargo, no es sencillo encontrar el equilibrio entre esas reglas y un poco de manga ancha con la que respetar las decisiones propias del grupo. Hay qye aceptarlas con naturalidad y sin sentirse ninguneado.
Plan B. No siempre las situaciones salen como se han planeado y a veces hay que decidirse por otro plan. Pasa en la vida y más en el fútbol. Vicente del Bosque se ha encontrado con muchas situaciones así durante los partidos del Mundial. Todas las resolvió con acierto.
Genes de campeón
¿Qué distingue a un jugador muy bueno de uno excepcional? La ciencia busca desvelar si los deportistas de máximo nivel, los verdaderos genios del balón, de la raqueta o el tartán tienen un código genético u otras características fisiológicas que les diferencian del resto de los mortales y les ayudan a realizar esas gestas que nos hacen vibrar. La prestigiosa revista «Cell», una biblia de las publicaciones científicas ha analizado distintos estudios científicos que muestran estas características que podrían presentar los futbolistas de élite, como los que han llevado a España a su cénit futbolístico. Un ejemplo es la existencia de unas neuronas «de reflejos» que permiten reaccionar más rápido en cualquier acción –algo fundamental en el fútbol– o incluso anticiparse a lo que va a hacer el oponente, por ejemplo cuando va a ejecutar un lanzamiento de penalty. Otra característica del futbolista es la velocidad en sprint, que, según varios estudios, parece estar relacionada con un gen, llamado ACTN3. El tercer pilar del jugador perfecto es la fuerza mental; aguantar el dolor y no bajar los brazos cuando se busca un gol milagroso como el de Andrés Iniesta en la final. Investigaciones en ratones muestran que la expresión de un gen (BDNF) determina esa capacidad de resistencia y dureza para aguantar los momentos más incómodos y crecerse ante las adversidades. Por David RUIPÉREZ.
http://www.larazon.es/noticia/1817-que-tiene-del-bosque-en-la-cabeza