A lo Américo, las invito a que levanten la mano, quien no ha realizado alguna vez en su vida, alguna de esas llamadas “compras psicológicas”. Lo acepto, soy medio adicta. Y es que no hay nada más rico que comprar, da lo mismo qué, hasta comprar el pan me genera placer; busco el más lindo, el más esponjoso, el de mejor aroma, el con más estilo, hasta para eso me demoro, y hasta comprando pan, soy feliz.

En la nueva edición de Cosmopolitan style, viene un articulo dedicado a nosotras las “shopaholics” (siii, ustedes también, no intenten meter el elefante debajo de la cama). El objetivo de este, es que podamos reconocer qué tipo de compra-adicta realizas y a partir de eso, especialistas indican las causas de la falta que te hace consumir lo que compras de manera adictiva y posibles remediales para ello.#Confieso que soy un híbrido de varias, pero ya está (en mi camino a los “… titantos” (’30), estoy empezando a asumirme tal cual soy)Aquí van:
- La marquera: Eres aquella adicta que no compra cualquier cosa, ojalá productos de marca reconocida o de diseñadores. Te da lo mismo quedarte sin dinero para lo básico, con tal de tener la exclusividad.
- La online: Estás tan aburrida, tan cansada, tan feliz, tan estresada, tan agobiada, que no esperas moverte del lugar en el que estás para comprar. Todos los estados anímicos son apropiados para realizar la bendita compra online. Eres adicta a Ebay, strawberry.net, zara.com, etc., etc. Siempre es un buen momento.
- La Sale’s girl: No te contienes, ves una oferta y aunque no la necesites, siempre piensas en la posibilidad de poder ocupar “esos vestidos” en oferta, en algún momento de tu larga vida. Estás segura, sabes que los ocuparás, además están tan baratos, que no puedes llevarte 1, te llevas 3, de distintos colores para combinarlos con los miles de zapatos que ya te compraste, también en oferta. No piensas en el precio, piensas en todo lo que te ahorraste al comprar en oferta.
- La cosmetóloga: Simple, vas a la farmacia por un medicamento para el dolor de cabeza, y este se te pasa, comprando cuanto producto de belleza se cruce en tu camino. Así te encuentras pagando perfumes, cremas de masajes, labiales, esmaltes de uñas y por su puesto el medicamento que, inicialmente, fuiste a comprar.
