Revista Boda

¡¡¡Qué todo el mundo se esté quieto que soy la novia!!!

Publicado el 21 agosto 2014 por Ta @detrasdeunaboda

 

Una de las mejores cosas que me regaló mi boda fue el compartir mi casa con mis primas el día antes.  Mi vieja habitación de soltera albergaba aquella noche del 7 de Septiembre del 2012 a mis primas, esas que habían llegado el día anterior (os lo conté aquí) y el “despacho” era ocupado por esa amiga que se había hecho un viaje relámpago para venir a la boda y a la que habíamos enviado a recogerla a un auténtico desconocido… Fue una de las cosas que repetiría sin duda alguna. Irse a la cama rodeada de gente que quieres…

…Y levantarse.

Al igual que con el día anterior a la boda, normalmente te lo imaginas lleno de planes relajantes y tranquilidad. Habían sido muchas las veces que había hablado con mi amiga Isabel y habíamos dicho aquello de “una de las mejores cosas de casarse de tarde es levantarse tranquila y tomar un buen desayuno, sin prisas”… pero resulta que en mi casa de 3 habitaciones y 1 cuarto de baño aquel 8 de Septiembre amanecíamos 6 personas que no se habían coordinado, que no habían planificado que aquello iba a ser peor que una mañana de colegio, que no se habían dado cuenta de que “todos a una” no iba a funcionar. Y no funcionó.

El desayuno sin prisas no existió. Reconozco que esos días fui la peor anfitriona del mundo y doy las gracias porque en la nevera quedara algo de leche y galletas que salvara aquella situación. A las 9 de la mañana mi casa era un caos. De los grandes.  Un caos lleno de ruido, de amigas que dicen que ellas desayunan zumo y que les diga dónde hay una tienda que se van a comprarlo (comprar? tú aún no te has enterado de que hoy es festivo amiga? Y ahora cómo te explico yo como llegar a esa tienda que te soluciona los imprevistos? Anda… tira a la peluquería que allí está mi madre y te lo explica ella!), que si esta lleva mucho en el baño, que si me tengo que duchar y no llego a la peluquería, que sino no os dais cuenta de que soy la novia y me tengo que ir ya…. Reconozco que el que más sufrió este caso fue el novio, él, mi chico permaneció en la sombra pensando aquello de “yo me voy en un ratito a casa de mis padres y si os he visto no me acuerdo” Y allí estaba él, sentado con el portátil en las rodillas terminando ese vídeo de agradecimiento a los invitados mientras nosotras seguíamos nuestra guerra por el cuarto de baño.

Y al fin, al final… La novia fue la última en empezar a prepararse…..¡Anda calla, si tú no tienes que ir a la Peluquería!! ¿Nooooo? ¿Cómo que no? Que soy la novia!!!!!!!!!! NOVIA!!!!!! Y así, sin darnos cuenta mientras el reloj giraba más rápido de lo normal, mi amiga volvía de la peluquería con el zumo bajo el brazo y mis primas se iban a arreglarse los pelos. Muy bien, población de la casa reducida a la mitad, no hemos ganado la guerra pero si una batalla.

Y entonces… entonces comenzó la guerra por qué a mi se me ocurrió grabar el mejor vídeo para dar las gracias y que os enseñé aquí y aquello se me fue de las manos. Mi amiga me decía que por qué no lo dejábamos, mi novio también y yo, permanente en mano porque no había hecho ni los carteles que no, que el vídeo se grababa por mi santa madre. Un par de discusiones y unas primas que llegan de la peluquería y se les invita a dar vueltas por el barrio porque tenemos algo que hacer, después y refunfuñando, tiraba las cosas por los aires y admitía que aquello no era una buena idea. Dejamos volver a entrar a mis primas en casa (pobrecillas… yo creo que está me la tienen guardada….) y me pongo a planchar porque no tengo nada que ponerme… Porque novias del mundo, aquí la peor novia de la historia se olvidó por completo de que antes de vestirse de blanco tenía que llegar al hotel vestida y toda mi ropa estaba en la maleta para la Luna de Miel así que sí, os lo estáis imaginando y fue así, llegué al lugar de mi boda con esa ropa que no te pones nunca porque no te da más. Pero planchada.

Shorts , camiseta y chanclas del Decathlon. Toma look de novia glamurosa pero hace sol y ya nada importa. Ahí fuera siguen tirando voladores mientras le decimos a mi prima pequeña que es por nuestra boda y no por las fiestas del barrio de al lado. Mi prima me enseña su tupé y yo soy fan de ella, la adolescente se ha hecho unas ondas preciosas y una de mis damitas (a la otra no la había visto aún) me contaba alucinada que le habían secado el pelo y se lo habían planchado!!! Y de repente vuelve a sonar el móvil y es mi amiga la que me va a peinar que ya ha llegado al Palacio de Luces, ¿¿¿Ya??? Madremíadelamorhermoso si es que mira que horas son!!! Contesto con un wasap de esos piadosos: “estoy de caminooo!!!”

Cargamos el coche porque sí, a pesar de haber ido la tarde anterior a última hora al restaurante a llevar las cosas pasa que cuando tu boda parece una mudanza siempre se te olvida algo. Todo para dentro y mi amiga y yo salimos volando hacía casa de mi madre. Yo cierro la puerta de mi casa mientras exclamó un ¡¡¡¡No me caso!!! ¡¡¡¡No!!! A mi esto no me compensa!!!

Llegamos a casa de mi señora madre.  ¿Y qué paso allí? Guerra.¿Esto qué es lo qué es? Mi madre no está lista, los lazos de las sillas están sin hacer y su chaqueta está sobre la mesa a medio coser… Ya se sabe que en casa del herrero cuchillo de palo pero ¡¡¡¡la madre de la novia, modista de profesión y sin la chaqueta para la boda terminada!!!! Ella intenta decirme que todo está controlado y que lo termina allí… Yo pego alguna que otra voz mientras intento moverme por el pasillo entre tíos y más tíos. Os juro que aquellos minutos se me hicieron eternos y que me daba la sensación de que mi familia se había multiplicado por cuatro.

Llegados a este punto ya os podéis imaginar que los nervios se habían apoderado de mi. Y yo era la única que conducía así que respirar hondo, bajar escaleras, disfrutar del sol, besar a vecinos que te desean que todo salga bien y ¡¡¡vamos que nos vamos!!!! Y a una persona nerviosa que ama conducir no se le puede hacer mejor regalo. Ventanillas bajadas, gafas de sol y 40 km después yo era la novia más relajada del universo. Llegaba tarde al lugar de mi boda pero ya no me importaba. El sol comenzaba a calentar algo más de lo habitual en Asturias pero también me daba igual. La peluquera me llamaba para empezar ya (os he dicho que íbamos con más de una hora de retraso?) y yo me paraba a saludar al DJ, a responder esa llamada de teléfono de esa persona que hace años que no hablas pero que se ha acordado de que te casas y hasta a hablar con el personal del hotel.

Y hace calor del bueno por lo que mi madre no va a necesitar su chaqueta (os confieso que creo que aún está sin terminar! jajajaja) y los lazos de las sillas están listos en cinco minutos (mamá, vales tu peso en oro y mil kilos más!), yo doblo cuartillas mientras sujeto horquillas, contesto al teléfono, desespero a mi amiga/testigo/peluquera, y les paso los nervios a los demás… Yo ya sólo sonrío y voy por allí de puntillas, reservándome para el acto principal… Ese que os contaré otro día.

Ya está, ahora sí es ya 8 de Septiembre y yo ya soy una princesa, en chanclas del Decathlon pero princesa al fin y al cabo, en mi palacio.

 

NOTA: Yo os pondría alguna imagen que siempre hace bonito pero como comprenderéis no estaba la mañana para sonreír delante del objetivo.


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