Revista Europa

Que veinte años son nada y volvió a cantar Bono

Por Argonautas
ESTOY todavía digeriendo mi viaje a la zona rica del Báltico. El viaje, de alguna manera, me ha originado una cierta zozobra existencial. Desde que volví de mi periplo escandinavo no hago más que cuestionarme constantemente mi propio proyecto vital. No tengo claro qué coño estoy haciendo yo en Lituania. De alguna manera siento que estoy perdiendo el tiempo aquí. Dicen que eso ocurre cuando uno lleva más de dos años viviendo fuera de su país de origen. Es algo natural cuando uno deja de ser un turista y se convierte en inmigrante. Tal vez debería hacer como mi ex-estudiante Viktor P., un macedonio que ahora mismo está completando su segundo máster en Halmstad, una pequeña ciudad sueca que se encuentra a medio camino entre Malmo y Goteborg. Y que tiene pensado iniciar sus estudios de Doctorado en Dinamarca. Viktor me acogió durante unos días en su habitación de la residencia de estudiantes de la Universidad de Halmstad. Y gracias a sus explicaciones entendí cómo funcionan los estudios en los países escandinavos. Que son totalmente gratis y de calidad. Tal vez debería completar mi Ph.D en alguna de esas universidades. Y entonces coger mis bártulos y plantarme en el sudeste asiático. Sería sencillo encontrar trabajo como profe allá. Es algo a lo que le estoy dando vueltas desde hace tiempo. He estado mirando varias websites de Malaysia. Es como si algo me dijera que debo moverme de Lituania. Porque si no lo hago acabaré como la silla soviética sobre la que estoy sentado. Viejo, antiguo, demodé, lleno de polvo. Sobre mi viaje a Copenhagen y el Sur de Suecia ya volveré en otro momento. También me referiré a lo que he podido ver en Riga. Que la he visto más triste que nunca. Y al enorme muro económico que separa ambas orillas del mar Báltico.

Se celebra estos días a bombo y platillo el 20 aniversario de la caída del muro de Berlín. Veinte años son nada que decía la milonga de Gardel. Estoy hasta las narices del anuncio de la CNN en el que aparece el bigote de Walesa con la canción L'Estaca de Raimon de fondo. Todavía no me explico cómo L'Estaca, uno de los himnos de la lucha contra el franquismo, acabó convirtiéndose en el himno de los obreros católicos de Walesa. Joder, no creo que ni el más leído de la CNN sepa ni quién es Raimon. Y no creo que haya muchos polacos que sepan que esa canción todavía la cantan los independentistas y comunistas catalanes en la manifestaciones por la autodeterminación de Catalunya. Alguien debería hacer algo urgentemente para rescatar L'Estaca y devolverla al campo de la militancia socialista. Me recuerda un poco a lo que ha pasado con la imagen del Che. Que también ha acabado siendo deglutida por el sistema.

Para celebrar el vigésimo aniversario de la caída del muro de Berlín, el gobierno lituano se ha gastado algunas litas en insertar anuncios en prensa y televisión. El gobierno del derechista Kubilius no deja de meter la tijera en el capítulo social. Pero para financiar progaganda antisocialista sí que tiene dinero. El gobierno ha distribuído también numerosos carteles a todo color en las marquesinas de las paradas de autobuses y en otros espacios públicos de las principales ciudades de este país. Carteles que celebran los "20 metų be Berlynos Sienos". Los 20 años sin el muro de Berlín. Supongo que el aniversario les viene de perilla a los defensores del denominado "libre mercado" y de la "democracia". Les sirve para intentar esconder tras la cortina de humo del "fin del comunismo" los propios males de los que adolece el modo de producción capitalista. Un sistema intrínsecamente injusto, depredador, inhumano. Un sistema que, tras el sunami financiero de hace un año, ha dejado en la cuneta del desempleo a millones de ciudadanos. Y no sólo en la Europa del Este sino también en los países centrales del capitalismo (y muy especialmente en Estados Unidos). Un sistema que condena a la miseria, la marginación, el analfabetismo, el hambre y la explotación a 2/3 partes de la humanidad. Y que, no tengo la menor duda, está condenado a desaparecer en el basurero de la historia. O nos iremos todos al basurero con él. Al menos eso piensa mucha gente. También aquí en Lituania. Gente como mi amigo Kasparas Pocius, el tipo que aparece en la entrevista que reproduzco. La entrevista la publicaron los de Café Babel, un ciberpanfleto postmodernillo y "europeísta" que en general me resulta bastante repelente. Supongo que a mucho desempleado recién salido de la facultad de Periodismo le sirve para hacer méritos y mejorar el currículum.

Kasparas Pocius es uno de los promotores de la Laisvasis Universitetas (LUNI) o Universidad Libre de Lituania. Un proyecto absolutamente inaudito al menos en esta zona de Europa. Empezó a gestarse hace un par de años entorno a un grupo de inmigrados lituanos que vivieron, siendo adolescentes, la caída del muro del Berlín y que, por distintas razones, emigraron a Estados Unidos, Alemania o el Reino Unido. Allá aprendieron a mirar el mundo con una óptica "no nacionalista" y entendieron que muchos de los líderes del movimiento Sąjūdis , que condujeron a Lituania a la independencia, sólo buscaban sus propios intereses personales. Y no los intereses colectivos. El papel del Sajudis y del nacionalismo lituano en la desmembración de la Unión Soviética es un factor que no ha sido suficientemente estudiado. En el Sajudis había miembros del propio Partido Comunista denominados "aperturistas " que aprovecharon el nuevo marco legal y político de la Perestroika de Gorbachev y el caos económico para promover un movimiento social que aglutinaba el descontento de la población y que desembocó en la independencia de Lituania y el restablecimiento del capitalismo en esta pequeña república. El movimiento, por cierto, recibió importantes fondos de las comunidades lituanas que se encontraban "en el exilio" en Estados Unidos o Canadá. En fin, creo que volveré sobre el asunto en cuanto pueda. Desde mi punto de vista en el desmantelamiento del modelo de socialismo soviético intervinieron activamente las propias élites que se formaron en el seno y en los entornos de los partidos comunistas. Partidos que tras años en el poder se habían transformado en estructuras burocráticas y anquilosadas que servían para promocionar a los más mediocres. Organizaciones donde el centralismo democrático leninista se había convertido en una mera frase muerta que aparecía en los escritos marxistas oficiales del MEGA y en los estatutos del partido. Los PC acabaron por transformarse en estructuras que permitían el ascenso social. Y fueron llenándose de tipos sin ideología y arribistas que buscaban precisamente eso. Ascender en la escala social, ocupar puestos de poder y acumular riqueza dentro de los límites de lo que el socialismo les permitía. El sistema se convirtió en un corsé para estas élites. Que acabaron por transformarse en una auténtica casta social antagónica al proyecto socialista. Casta social que, debido al marco institucional socialista, veía limitadas sus aspiraciones. Pues los integrantes de esa élite debían renunciar a viajar a París o Nueva York. A vestirse de Armani y a llevar la vida ostentosa de las estrellas que aparecían en los movies americanos. Al final esa casta optó por desmantelar desde arriba el proyecto socialista construído con el esfuerzo, la sangre y el sudor de los trabajadores y campesinos que siguieron los ideales democráticos y emancipadores de los bolcheviques de Lenin. Pues lo que ocurrió en el Este de Europa fue precisamente eso. Una contrarevolución promovida desde arriba por la casta social surgida en el seno de organizaciones comunistas anquilosadas. Una casta que, ya con el capitalismo, se convirtió en la nueva clase social dirigente que ocupa hoy los puestos de poder en estos países. De alguna manera la caída del muro de Berlín demuestra que el socialismo necesita la democracia para sobrevivir. Y que sólo es posible con una profunda democracia de base que ponga el poder político y económico en manos de los trajadores y las clases populares.

Pero vuelvo a mi amigo Kasparas y al proyecto de la LUNI. Es un proyecto que está teniendo bastante aceptación sobre todo entre los más jóvenes. He tenido la fortuna de conocer a casi todos los promotores de este movimiento. Una profesora de la universidad "tradicional" les pasó mi mail y se pusieron en contacto conmigo. Me pidieron que colaborase en un ciclo de conferencias que querían organizar en Kaunas. Una ciudad que es considerada aquí como el "Lietuvos sirdis" o el corazón de Lituania. Un sitio un tanto difícil para gente que como los "Lunis" promueven un discurso no nacionalista y anti-sistema. La LUNI ha conseguido organizar ya varias conferencias en Kaunas. Y eso me ha permitido tener una relación bastante fluida con sus promotores. Tipos que estuvieron físicamente en las protestas de Seattle o que, por un tiempo, vivieron en algún squater en Londres. Algunos de ellos no tienen reparos en definirse como marxista. Marxistas de los que leen a Adorno, Horkheimer y otros infumables de la Escuela de Frankfurt. En fin, algo es algo. Uno de ellos, que estuvo viviendo por un tiempo en Estados Unidos, siempre incluye una frase de Walter Benjamin en su dirección de skype. Lo que supongo que le servirá para pillarse alguna que otra niña. El grupo edita una revista de tendencia anarquista llamada "Juodrastis" (que significa "letra negra" y también "borrador"). Y difunden las publicaciones de la la editorial "Kitos Knygos" (Otros libros). Esa editorial funciona hace unos años ya. Recuerdo todavía aquel día, cuando inicié mi aventura en este país, que descubrí con sorpresa la edición en lituano de "Los diarios del Che en Bolivia" . El libro puede verse todavía en muchas librerías del país. La editorial también ha traducido al lituano un libro de artículos de Noam Chomsky y el No Logo de Naomi Klein. Por lo que he visto, algunos de los que promueven la LUNI se han apuntado al altermundismo más por esnobismo que por convicción. La LUNI me recuerda un poco al movimiento antiglobalización de mi ciudad. Plagado de niños bien con rastas bien cuidadas y con estudios de postgrado en universidades extranjeras. Antisistema que trabajan por temporadas en la administración local y cuyos papás les pagan los viajes a Londres o a Chiapas. Tal como están las cosas mejor eso que nada. La LUNI viene a ser como una voz contra los que en estos días celebran eufóricos el triunfo del capitalismo sobre la alternativa soviética. La voz de los que creen que otro mundo es posible. De los que creen que la Historia no se acabó con la caída del muro de Berlín. Reproduzco aquí el artículo que se encuentra por lo demás colgado en Café Babel.

Kasparas Pocius se resigna a ser un ‘precariat‘, uno más entre un gran número de gente que no tiene ni empleo fijo ni ingresos suficientes. “Es inseguro, pero justamente cuando te escapas de esa seguridad rutinaria e ilusoria ofrecida por la ‘sociedad del espectáculo’, es cuando se abren ante ti un gran número de oportunidades para improvisar y experimentar”, nos cuenta. ¿Cómo puede crecer un anarquista en una sociedad que estigmatiza las ideas políticas más izquierdistas y que no se implica en serio en las “iniciativas comunales no-formales” –como la Universidad Libre de Vilna (Laisvasis universitetas, LUNI), justamente-? Kasparas recuerda ir de niño a las manifestaciones proindependentistas lituanas y asistir a la Revolución Cantada de los países bálticos (el periodo anterior a la independencia de Estonia, Letonia y Lituania, de 1987 a 1990). “Observé eso que parecía tan democrático y, a juzgar por la primera impresión, solemne, degenerado”, dice, explicando su desilusión con respecto a los ideales de los primeros años de la independencia lituana. “La euforia dejó paso rápidamente al ‘capitalismo real’, que consistía en la acumulación primitiva o simplemente en un fraude a nivel nacional. Mientras tanto, la alienación y la privatización de la conciencia erradicaron lo poco que quedaba de la consciencia colectiva”.

Para explicar qué acontecimientos le influenciaron a él y a otros anarquistas lituanos, Kasparas empieza en Seattle. “El 30 de noviembre de 1999, los movimientos sociales asestaron un buen golpe a los poderosos que asistían a la conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio”, dice del congreso que debía lanzar una nueva ronda de negociaciones comerciales. “Las instituciones capitalistas sufrieron un duro revés, la opinión pública empezó a no confiar en la ideología del mercado libre, se discutían los efectos negativos de la globalización capitalista, se buscaban alternativas. Ese acontecimiento globalmente conocido, comparable a la caída del muro de Berlín, ayudó a que se formase un pensamiento crítico en Lituania”. En efecto, la crítica hacia la emergente sociedad de consumo y hacia el apoyo incondicional de Lituania hacia lo que Pocius llama “el modelo estadounidense de nuevo orden” tomó gran impulso con la llegada del nuevo milenio. “En el 2000, activistas punkis de Vilna organizaron acciones anti OTAN, mostrando así una conciencia global emergente y una sensibilidad hacia lo que estaba ocurriendo en el mundo. Y luego, en 2005, ocurrió lo del cine Lietuva, lo que permitió el surgimiento de un colorido movimiento cívico en el país”.

Pocius recuerda con cariño el tiempo en el que, a pesar de las diferencias de valores, una masa crítica de gente luchaba codo a codo contra la penetración de las empresas en el espacio público. “Organizamos dos conferencias dedicadas a los temas de la izquierda moderna, para acercar esos temas claves y mundiales a los izquierdistas locales. La editorial Kitos knygos (Otros libros) publicó una ficción política radical que disparó la sensibilidad social. Así que junto con el traductor Darius Pocevičius y el editor Gediminas Baranauskas, ideé el portal de comunicación anarchija.lt, que organiza acciones políticas y culturales. En el 2008 creamos la Universidad Libre de Vilna, que sirve de contrapunto a las reformas neoliberales y canallas de la educación superior. La Universidad Libre ayudó a que los experimentos llevados a cabo en Francia en 1968 volviesen a ser relevantes”.

Siempre me han atraído más las corrientes anarquistas que subrayan la importancia de la comunidad, no las corrientes individualistas”, nos cuenta Pocius. El portal anarchija.lt se creó como contrapeso a los medios de comunicación “empresariales” y ofrece información sobre el movimiento anticapitalista mundial. “Está formada por gente que se une a las comunidades de forma independiente, que usa de forma colectiva tanto los medios como los frutos de su trabajo, la ayuda mutua, la emancipación y la igualdad, todos ellos requisitos previos para la fructificación de una personalidad libre y crítica”, mantiene Pocius. “Estamos orgullosos de que el portal sea el ‘indymedia’ lituano“, añade. Recuerda que varios miembros del parlamento amenazaron con denunciar al portal porque confundieron a los anarquistas con comunistas soviéticos, a pesar de la postura claramente antiestalinista de los primeros. “En mayo unos piratas informáticos atacaron el portal. Sin embargo, nuestra sensibilidad activa nos permite olvidar estos agravios y no hacerle demasiado caso a esos delincuentes paranoicos y temerosos”.

Historia de la fotografía: incluyo una fotografía que tomé yo mismo en una de las conferencias organizadas por la LUNI en Kaunas. El acto se celebró en la sala de arte de la Vytautas Magnus University (VDU), en pleno centro de la ciudad. Y asistieron unas 70 personas. La mayoría jóvenes que no superaban los 25 años. En la foto aparece uno de los libros que se vendían durante la conferencia. Un librito modestamente editado con escritos de Noam Chomsky y publicado por la editorial alternativa Kitos Knygos. El libro estaba de oferta o "nuolaidos" como se dice en lituano. Sólo 5 litas. No lo compró nadie.

A modo de apostilla: Y en Berlín, como colofón de la fiesta, volvieron a tocar los U-2!!!! Bono está en todos los sitios. Solidarizándose con todo lo políticamente correcto. Demostrando hasta el aburrimiento que es un tipo inmensamente democrático, medioambientalista, indigenista, amigo de los niños y colaborador de cualquier causa noble. Siempre que haya, claro está, medios de comunicación internacionales y billetes verdes de por medio. A ver cuándo coge el retiro y deja de dar la plasta.Al menos creo que no actuó Peter Gabriel. Que es otro solidario de la leche.

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