Llegaba nuestro último día de viaje por Alsacia, Lorena y Luxemburgo y lo hacía con nuestra visita a la ciudad suiza de Basilea. Llegamos a nuestro hotel en Saint Louis, Francia (a pocos metros de la frontera con Suiza) poco antes del mediodía y tras dejar las maletas, empezamos a caminar hacia el centro de Basilea. Desde nuestro hotel en Francia y haciendo una ruta por lo más importante de la ciudad, andaríamos unos 8 km, que se llevan muy bien porque es todo sobre llano y, de esta manera, nos ahorrábamos los 40 euros que hay que pagar por la pegatina que tienes que comprar para el coche para circular por Suiza.
A los pocos metros vemos uno de los puntos turísticos, la Torre de St. Johanns y continuamos nuestro recorrido hacia la MarkPlatz en donde, entre otros edificios, podemos ver el bonito ayuntamiento de color rojo, con su patio lleno de pinturas y su escalinata de madera.
Aprovechamos para comer en el McDonalds de la plaza, pensando que era lo único que casi nos podíamos permitir en una ciudad tan cara como Basilea. La sorpresa llegó cuando al pagar por dos McMenús nos cobraron más de 30 €!!
Antes de llegar la Münsterplatz, hicimos una parada en la pequeña y encantadora Basüferplatz. Me encantaron las casitas de colores que parecían estar sobre una colina.Llegamos a la Münsterplatz y aunque leímos en un cartel que se podía subir a las torres, no lo hicimos y tras visitar brevemente su interior, giramos a la derecha y nos fuimos hasta el mirador que hay sobre el río Rin, el Pfalz.
El día estaba un poco pocho y, además, no podemos olvidarnos de que estábamos en diciembre y ya empezaba a hacerse de noche.
Volvimos hasta la Barfüserplatz para ver el ambiente alrededor de su mercadillo navideño y tras hacer una breve parada en la Markplatz, en donde compramos chocolate suizo para la familia, empezamos el camino de vuelta hacia nuestro hotel, pero visitando la Petersplatz y la iglesia de St. Peters.
La última parada del día era el Spalentor, una gran puerta que todavía se mantiene en pie en pleno barrio judío. Y así llegaba el final de nuestro día, como veis, Basilea no destaca por sus monumentos históricos. De hecho, en su plano turístico únicamente vienen marcados 10 puntos, pero tiene numerosos museos y sus calles y plazas son muy agradables para un buen paseo. Resumiendo, que bien vale una visita ;-)
Y, por cierto, en Basilea se habla alemán, que nosotros íbamos convencidos de que se hablaba francés y nos dieron la primera en la frente cuando saludamos a la chica del McDonalds. Menos mal que sabemos las mismas palabras básicas (y mínimas!!) tanto en uno como en otro idioma.