Brujas o Brugge, destino soñado desde que vimos aquella peli de Colin Farrel llamada Escondidos en Brujas.
Como sabéis, la climatología hizo de las suyas en este viaje, así que aprovechamos que ese día parecía que no iba a llover para acercarnos a una de las razones de este viaje.
Esta pequeña ciudad de 120.000 habitantes posee uno de los cascos históricos de época medieval mejor conservados del mundo, un motivo para haber sido declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO. Es también llamada la Venecia del Norte, al encontrarse surcada por numerosos canales. Los monumentos más importantes, aunque toda Brujas es un monumento en sí misma, se encuentran entre dos de las plazas más famosas, la Markt y el Burg. La mejor manera de conocer la ciudad es, sin duda, caminando, pero también podéis optar por un paseo en barco durante 35 minutos y a un precio de 8 euros o en coche de caballos por 39 euros.Desde la estación de trenes, lo primero que nos encontramos es el Minnewater, un precioso parque que desemboca en el Beginhof o Beaterio.
El Beaterio fue fundado en 1245 y su fin era servir de lugar de recogimiento para beatas. Estuvo en funcionamiento hasta 1928 y en la actualidad está habitado por una comunidad de monjas benedictinas. Los beaterios flamencos están declarados Patrimonio de la Humanidad.
La plaza Burg ocupa el lugar de una antigua fortaleza. En ella encontraremos el Palacio de Justicia o Gerechtshof, el Ayuntamiento o Stadhius, los Archivos o Oude Griffie, la Basílica de la Santa Sangre o Heilig Bloed Basiliek...
La plaza Markt está presidida por el monumento a Jan de Breydel y Pieter de Conick, líderes gremiales que se levantaron contra la dominación francesa en el año 1302. En esta plaza podemos encontrarnos impresionantes edificios de los s. XV, XVI y XVII.
Sobre el edificio de la Halle (antiguo mercado de telas) se encuentra el Belfort o campanario (8 €), con una altura de 88 m y datado de finales del s. XIII, aunque se terminó en 1482. Aunque suele haber una buena cola para comprar la entrada, las vistas desde arriba bien valen la espera.
Paseando por sus calles nos encontramos con el famoso perro Fidel, la mascota de un pequeño hotel y que se ha hecho famoso porque ha escogido como su lugar predilecto una de las ventanas que da al canal.
Si nos alejamos del centro, podemos ver varios de los molinos que todavía se conservan al lado del río.A nosotros es una ciudad que nos encantó. Sobre todo a mí, y no quisimos irnos sin volver al Markt y fotografía cada edificio de esta espectacular plaza.
Deciros que Brujas la teníamos pensado ver en medio día, pero al llegar, el Markt estaba tomado por un gran mercado y me negué a irme sin ver la plaza sin los puestos de los vendedores y disfrutarla como se merece, por lo que nos quedamos todo el día.
También teníamos pensado alquilar una bici para ir al cercano pueblo de Damme, a unos 6 km, pero no íbamos muy bien informados y para alquilar una bici tendríamos que hacerlo hecho en la estación de trenes.
Para terminar el día, nos tomamos un par de gofres y unos cafés en plena plaza Markt. Un capricho caro, pero el final que se merecía un día tan estupendo.