Bílbilis en la época del Imperio Romano y Qalʿat ʾAyyūb en la posterior etapa árabe son dos denominaciones a las que respondía la actual Calatayud, ciudad cargada de historia e interesante a todas luces. Hoy paramos en ella para mostraros los lugares que no debéis dejar de ver y para pasear tranquilamente, pues como ya he dicho otras veces, creo que es lo que más se disfruta cuando queremos unos días relajados de turismo.
Aunque tiene bastantes sitios interesantes repartidos por su geografía, Calatayud no tiene especial dificultad para manejarse por ella. Los barrios de La Judería y La Morería son algo más intrincados, pero al final siempre sales a una vía más amplia donde te sitúas fácilmente. Quizás lo mejor es comenzar por su Plaza Mayor, donde además está la Oficina de Turismo, perfecta para adquirir un plano e informarse de las visitas guiadas que también pueden facilitar la tarea de conocer la ciudad.
Partiendo de la Plaza Mayor
En mi caso y como llegué a Calatayud por la tarde, emprendí el camino por libre y de forma independiente, conociendo prácticamente en soledad la urbe. Era julio y el calor apretaba con fuerza, por lo que también hubo momentos de soledad en los que quizás no me encontré 100% cómoda. Hubo partes que dejé de hecho para el día siguiente, como el Castillo de Ayud, al que de otra forma -viajaba sola y tuve algo de miedo seguramente inconsciente-, hubiera accedido caminando.
La Plaza Mayor de Calatayud es muy especial por las fachadas de colores de los edificios que la conforman y también su inclinación, muy llamativa. Se trata de casas solariegas de estilo aragonés y sello único de la arquitectura del lugar. Allí podéis tomar algo también en el conocido Mesón de la Dolores.
La Colegiata de Santa María, símbolo de la ciudad
Tras pasar por esta zona, me encaminé antes de nada a Colegiata de Santa María la Mayor, quizás el monumento más conocido de Calatayud. Fue construida sobre una antigua mezquita en el año 1120 y sin duda lo más bonito es su portada-retablo. Su representación del mudéjar aragonés le ha valido el reconocimiento como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
En cuanto a centros religiosos, me acerqué también a la Real Colegiata del Santo Sepulcro, del que es especialmente cuco el claustro. El edificio fue construido en 1613 por el arquitecto Gaspar de Villaverde.
Perderse por los lugares es como os adelantaba una de mis rutinas más habituales al viajar. En Calatayud es fácil hacerlo por las calles de la antigua judería, estrechas e irregulares.
En esta zona está también la Sinagoga Mayor de la Judería de Calatayud, restaurada en 1995. Así lo hace saber una placa, que agradece la «muestra patente de íntimo y emotivo homenaje del Ayuntamiento y los vecinos de la ciudad a la comunidad sefardí». Cuando pasé por allí, estaba cerrada.
Sinagoga Mayor de la Judería de Calatayud:
Calatayud, conjunto fortificado
Esta zona, arremolinada en el noroeste de la localidad, tiene un encanto especial y se entreteje al abrigo de cinco castillos defensivos que formaron un auténtico cierre fortificado y que fueron construidos durante el Emirato de Muhammad I (Castillo Santuario de la Peña, Doña Martina, Castillo de la Consolación, Castillo del Reloj y el de Ayub).
Pasear por esta zona es aún con muchísimo calor toda una experiencia y ofrece vistas de Calatayud que merece la pena conseguir. Me acerqué al antiguo castillo de Consolación, ahora venido claramente a menos, y a los alrededores del Santuario de la Peña.
Castillo de Consolación:
Vistas desde el camino a castillo de Consolación:
Pegado está el Barrio de la Morería, también con una arquitectura peculiar y con mucho embrujo. Como lugares para situarse, está la plaza San Juan el Viejo y el Arco de San Miguel. Dejé para la mañana siguiente la visita al Castillo de Ayub, el mejor conservado y el de mayor amplitud. Coronando la ciudad, además de una visita para imaginar su poderío en el pasado, es ideal para observar las vistas de Calatayud. Una buena despedida para abandonar la ciudad. Se puede acceder en coche, si bien hay que atravesar alguna calle muy estrecha que da bastante impresión.
Castillo de Ayub:
Un acercamiento a la antigua Bílbilis
Al lado sur de la urbe, está la Puerta de Terrer, otro símbolo de la fortificación de la ciudad y representación del estilo renacentista. Saliendo por este acceso podrás ir al Museo de Calatayud, al que yo no entré, pero del que hablan muy bien, pues contiene restos arqueológicos, especialmente de la antigua Bílbilis.
Puerta de Terrer:
De hecho, otra visita muy especial a la que yo no me acerqué son las Ruinas Romanas de Bílbilis, que aunque no están especialmente bien conservadas (y parece que esto no va a cambiar), sí dejan claro la grandeza del pasado histórico del lugar. Están situadas a unos siete kilómetros / catorce minutos en coche.
Visitas que hacer cerca de Calatayud
Sin duda y no es para menos, la visita más conocida cerca de Calatayud es el Monasterio de Piedra. Es una maravilla natural, muy especial por la cantidad de cataratas, grutas y espacios verdes de los que hace gala, así como su imagen límpida y de cuento. Está a 30 kilómetros y una media hora en coche, por lo que la combinación entre ambos es casi obligatoria.
A unos 83 kilómetros y una hora escasa está Medinaceli, ya en Soria, un pueblo con mucha historia y un entorno precioso que también merece una visita si tienes tiempo. Imprescindible callejear, dejarse caer por su plaza mayor y visitar el Palacio Ducal, que actualmente acoge exposiciones de arte moderno muy interesantes.
Por último y en este caso, algo más lejos, una parada posible que encandilará a los enamorados de los pueblos, es Albarracín. El coste serán 152 kilómetros y cerca de dos horas, pero el esfuerzo merece, os lo aseguro. Situado en un meandro, la construcción la población superó los obstáculos del terreno para crear algo realmente bonito. Con una muralla larga y hermosa, su vista es pura alegría. Yo visité todo lo que os comento en un fin de semana y si bien esto es algo optimista y ‘ansiado’, todo ello merece la pena.
DATOS PRÁCTICOS EN CALATAYUD
- Dónde dormir: Hice noche en el Hostal La Perla, con muy buena ubicación, a un paso de todos los lugares imprescindibles de la urbe. Los servicios eran muy correctos, la habitación amplia y limpia. Quizás no la cama más cómoda del mundo, pero por 23 euros, suficientes.
- Dónde comer/beber: no paré a comer en la urbe, pero si lo hubiera hecho me hubiera acercado al Mesón de la Dolores. Viajando sola, la situación cambia bastante. Para tomar algo, os recomiendo el bar Avalón, cerca de la Real Colegiata del Santo Sepulcro; y sobre todo el Paseo Cortes de Aragón, donde hay muchísimo ambiente y tendréis opciones de todo tipo.