Extremadura es una de esas regiones españolas que sorprenden al viajero por su autenticidad, su historia y sus paisajes naturales. Alejada del turismo masivo, esta comunidad autónoma ofrece una combinación de patrimonio monumental, pueblos tradicionales y espacios naturales de gran valor ecológico. Las murallas romanas de Mérida o las dehesas infinitas donde pastan los cerdos ibéricos son ejemplos de por qué Extremadura es un destino distinto que se disfruta sin prisas, a través de sus caminos, sus sabores y su gente.
A menudo eclipsada por otras zonas más conocidas, Extremadura conserva intacta la esencia de la España rural y monumental. En esta comunidad autónoma, cada piedra cuenta una historia y cada rincón respira tradición. Los viajeros que llegan se encuentran con una tierra amable, hospitalaria y orgullosa de su legado, donde las ciudades Patrimonio de la Humanidad conviven con parajes naturales reconocidos internacionalmente por su biodiversidad.
Visitar Extremadura es una invitación a desconectar del ritmo frenético y reconectar con lo auténtico. En un solo viaje puedes recorrer ruinas romanas, castillos medievales, monasterios, parques naturales y pueblos donde parece haberse detenido el tiempo. En este artículo, vamos a hacer un repaso por los principales atractivos que visitar en Extremadura.
Mérida, la Roma eterna en el corazón de Extremadura

Mérida, capital de Extremadura, es uno de los destinos históricos más importantes de España. La ciudad de Mérida, fundada en el año 25 a. C. como Emerita Augusta, fue una de las ciudades más importantes del Imperio Romano en la península. En la actualidad, su conjunto arqueológico, declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO, permite al visitante viajar dos mil años atrás, entre teatros, templos y acueductos que aún conservan su esplendor.
El Teatro Romano de Mérida es el gran símbolo de la ciudad, no solo por su valor arquitectónico, sino porque sigue vivo gracias al Festival Internacional de Teatro Clásico que se celebra cada verano. Junto a él, el Anfiteatro, el templo de Diana, el puente Romano o la casa del Mitreo componen un recorrido que deja sin palabras a cualquier amante de la historia. Además, el Museo Nacional de Arte Romano guarda otros tesoros arqueológicos que ayudan a comprender la magnitud de la antigua ciudad.
Cáceres, una joya medieval entre murallas y palacios

Cáceres es una ciudad de cuento, gracias a un casco histórico, declarado Patrimonio de la Humanidad. Este centro histórico conserva un conjunto arquitectónico medieval y renacentista que parece suspendido en el tiempo, haciendo que pasear por sus calles empedradas permita retroceder varios siglos en el tiempo entre torres, iglesias y palacios que narran la historia de una ciudad próspera y multicultural.
Entre los lugares más emblemáticos destacan la plaza Mayor, la torre de Bujaco, el arco de la Estrella y la concatedral de Santa María. Pero lo más fascinante de Cáceres es su atmósfera: el silencio de sus calles al atardecer, el sonido de las campanas y la sensación de estar dentro de una película histórica. No es casualidad que haya sido escenario de producciones internacionales como Juego de Tronos o La Catedral del Mar.
Badajoz, la frontera viva entre España y Portugal

Badajoz es una de las ciudades más desconocidas de España, pero también una de las más fascinantes. Esta ciudad, situada junto al río Guadiana y a pocos kilómetros de Portugal, fusiona su carácter fronterizo con un importante legado histórico y un ambiente moderno. Su Alcazaba árabe, la más grande de Europa, domina la ciudad desde lo alto, ofreciendo vistas panorámicas impresionantes de sus alrededores.
El casco antiguo guarda huellas de épocas pasadas: la plaza Alta, con su arquitectura colorida y arcos mudéjares, refleja la herencia árabe y renacentista de la ciudad. También destacan la catedral de San Juan Bautista, el puente de Palmas y el museo de Bellas Artes, considerado uno de los más importantes de España en su categoría. Además, su cercanía con Portugal la convierte en un punto estratégico para los viajeros que buscan descubrir dos países en un mismo recorrido.
Trujillo y Guadalupe, pueblos con historia
Trujillo y Guadalupe son dos de los pueblos más emblemáticos de Extremadura, representando a la perfección el carácter monumental de la región.

- Trujillo, cuna de conquistadores como Francisco Pizarro, deslumbra con su plaza Mayor presidida por una estatua ecuestre, y rodeada de palacios renacentistas. Su castillo, situado en lo alto, ofrece una de las vistas más llamativas y singulares del territorio extremeño.
- Guadalupe, por su parte, es sinónimo de espiritualidad y belleza. El monasterio de Santa María, declarado Patrimonio de la Humanidad, fue un centro de peregrinación durante siglos y aún conserva su poder simbólico. Este impresionante conjunto arquitectónico mezcla estilos gótico, mudéjar y renacentista, y su interior guarda valiosas obras de arte, incluyendo piezas de Zurbarán.
Ambos pueblos se deben recorrer sin prisa, disfrutando de su arquitectura, su gastronomía y sus calles. Además, son excelentes puntos de partida para explorar las comarcas naturales cercanas, llenas de dehesas, olivares y caminos rurales.
Parque Nacional de Monfragüe, el paraíso del ecoturismo

El Parque Nacional de Monfragüe es uno de los espacios naturales más importantes de España y un santuario para los amantes de la naturaleza. Este paraíso natural, situado entre Cáceres y Plasencia, combina sierras, bosques mediterráneos y ríos, formando paisajes de gran belleza.
Además, es uno de los mejores lugares de Europa para el avistamiento de aves rapaces. En este lugar habitan especies como el buitre negro, el águila imperial ibérica o la cigüeña negra, que encuentran refugio en sus riscos y bosques. Los visitantes pueden recorrerlo a pie, en coche o en rutas guiadas, disfrutando de miradores como el Salto del Gitano, desde donde se observan vistas espectaculares del río Tajo.
Plasencia y el Valle del Jerte, naturaleza, historia y cerezas

Plasencia, conocida como “la Perla del Norte”, es una localidad capaz de ofrecer en un mismo espacio un singular patrimonio, espacios naturales y una gastronomía mágica. Su casco histórico está rodeado de murallas, con una plaza Mayor clásica y monumentos como su catedral Vieja y Nueva, que reflejan la evolución artística del gótico al renacimiento.
Por otro lado, su ubicación estratégica la convierte en el mejor punto de partida para explorar el Valle del Jerte. El Valle del Jerte es famoso por la floración de sus cerezos, un espectáculo natural que cada primavera tiñe de blanco las laderas de la sierra. Miles de visitantes acuden para disfrutar de las rutas, cascadas y miradores que atraviesan esta comarca. Durante el resto del año, el valle ofrece una excelente oferta de turismo activo, con actividades como barranquismo, vías ferratas, rutas en 4×4 o kayaks.
La Vera y el norte de Cáceres, entre gargantas y pequeños pueblos

La comarca de La Vera, al norte de Cáceres, es uno de los destinos más bellos y frescos de Extremadura. Su clima es perfecto para el turismo al aire libre, permitiendo disfrutar de sus gargantas naturales y su arquitectura tradicional. Los pueblos de Jarandilla, Cuacos, Garganta la Olla o Valverde de la Vera conservan ese encanto rural que transporta al visitante a la época de sus abuelos.
Además de su belleza natural, La Vera tiene una gran importancia histórica, porque en este lugar se encuentra el monasterio de Yuste, donde el emperador Carlos V se retiró a pasar sus últimos años. El entorno de la zona ofrece una serenidad única, rodeado de bosques y arroyos cristalinos, en el que descansar en un espacio en el que cultura, historia y naturaleza mezclan en perfecta armonía. Por otro lado, La Vera también es famosa por su gastronomía, especialmente por el pimentón de La Vera con Denominación de Origen, uno de los productos más representativos de la cocina española.
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