Llegamos a Paracas a última hora de la tarde procedentes de Lima y cuando ya empezaba a hacerse de noche, por lo que aparte de cenar (40 soles) y ver atardecer desde nuestro hotel con vistas a la playa no hicimos mucho más.
El día siguiente se preveía movidito ya que teníamos dos excursiones contratadas. La primera de ellas era para disfrutar de Islas Ballestas, las llamadas "Galápagos de los pobres". La contratamos con Huacachina Tours y nos costó 54 dólares los dos e incluía también el impuesto que hay que pagar por visitarlas, el guía y la recogida en el hotel.
La excursión por Islas Ballestas dura un par de horas y se realiza en un barco como el que os pongo en la foto de abajo. Conviene, por tanto, llevar sobrero, protector solar y un chubasquero. En el trayecto de ida podremos ver de cerca la gran figura de El Candelabro y digo gran porque tiene una dimensiones de 150x50 m. Hay muchas teorías referentes a sus orígenes, pero ninguna de ellas confirmada.
En Islas Ballestas podremos ver varias especies de animales y aunque no está permitido desembarcar en ellas porque se trata de una zona protegida, vuestro capitán intentará acercarse lo máximo posible para que podáis verlos de cerca. Cabe destacar los leones marinos y los pingüinos de Humboldt, pero también numerosas aves como cormoranes, alcatraces y pelícanos.
Tras desembarcar en Paracas y puesto que nos sobraba una hora antes de la segunda excursión, decidimos tomar un segundo desayuno (2 cafés y un panqueque, 29 soles).
A las 11.30 nos recogía Ricardo, nuestro taxista-guía para la Reserva Nacional de Paracas. Lo reservamos con él por recomendación de María y Rubén de Callejeando por el Mundo. Se suponía que la excursión duraría 3 horas pero acabó durando 4 debido a las numerosas explicaciones que Ricardo nos dió. El precio fue de 60 soles por persona, más 10 soles de entrada a la Reserva. Ojo aquí, porque al haber hecho antes la excursión a Islas Ballestas, el impuesto te vale también para Paracas, pero nosotros no lo sabíamos y tuvimos que pagar de nuevo. Acordaros de pedir vuestro justificante para ahorraros 10 soles por persona!
Nuestra excursión varió un poco de lo que se suele hacer normalmente porque había varias zonas cerradas y hubo que improvisar por el camino pero Paracas nos pareció realmente espectacular. Es una zona desértica con grandes playas como la Playa Roja (de origen volcánico) o la bahía de Lagunillas con el pequeño pueblo pesquero del mismo nombre.
Si además os gusta la geología, Ricardo es vuestro hombre. Él es un apasionado y aunque a nosotros al principio nos pareció muy interesante lo que nos contaba, llegó un momento que estábamos saturados de tanta piedrita y nos apetecía que no hablase más de paleontología, historia y arqueología, cosa que también hizo.
Durante vuestro viaje a Perú os encontraréis muchas veces con estos montoncitos de piedras en el camino. Aunque ahora lo hacen los turistas, esta tradición viene de muy lejos, cuando los pueblos caminaban como único medio de transporte e iban colocando las piedras que recogían en distintos puntos de su viaje, una encima de otra, para pedir a la Madre Tierra que los protegiese. Debajo de ellas tienen aparecido pequeños objetos u hojas de coca a modo de ofrendas.
Llegamos de vuelta a Paracas sobre las 16 h y después de comer (58 soles), recogimos nuestras maletas en el hotel y nos dirigimos a la estación de buses de Cruz del Sur, en donde cogeríamos un bus hacia la caótica y fea ciudad de Ica.