Aprovechando que el otoño tardó en llegar en Galicia y estuvimos en pleno veroño hasta finales de noviembre, una semanas antes decidimos hacer una excursión a las Rías Baixas para, entre otras cosas, ver Combarro y el bosque de secuoyas de Poio.
Sí, no sabíais que en Galicia teníamos un bosque de secuoyas que se cuentan entre los más grandes de Europa? Yo tampoco! Todavía les queda mucho para ser tan espectaculares como las de Estados Unidos, pero tiene una historia curiosa. Resulta que en el 92, para conmemorar los 500 años de descubrimiento de América, Estados Unidos decidió regalar 500 secuoyas al ayuntamiento de Poio. No en vano, algunos historiados dicen que Colon era gallego y su madre de Poio. No creo que esta fuera la causa de este regalo, pero lo cierto es que algunos estudios hacen pensar que Colón era Pedro Madruga, un noble gallego de esa misma época.
El Bosque de Colón que así se llama, está un poco abandonado, con maleza y con el portal que le da acceso cerrado. Menos mal que está hecho de troncos y logramos colarnos entre esos barrotes de madera. Lo cierto es que podían aprovecharlo un poco más y es que al lado hay un gran área recreativa con multitud de mesas y bancos de piedra. Es el lugar perfecto para desconectar el fin de semana con un buen picnic. Si queréis visitar el Boque de Secuoyas de Poio, estas son las coordenadas GPS (42.459383, -8.708943).
Desde el bosque de Secuoyas continuamos hasta el monasterio de Poio, pero llegamos cuando ya estaba cerrado, por lo que nos fuimos a comer a Combarro para volver por la tarde y visitarlo por dentro.
El local escogido para comer en Combarro fue el Tinta Negra, enfrente del parking del puerto deportivo. Este parking es muy caro y está mal atendido. Nosotros tuvimos que poner una hoja de reclamaciones porque después de pagar e intentar sacar el coche, la barrera no se abría. Llamamos a un móvil que había y nos acercamos hasta el edificio donde supuestamente estaba el encargado del parking sin éxito. Después de media hora logramos dar con él y ante su actitud prepotente en vez de pedir disculpas por no estar en su puesto de trabajo ni contestar el teléfono, decidimos pedir la Hoja de Reclamaciones. Así que ya sabéis, vale la pena caminar un poco desde donde hayas aparcado el coche que dejarlo en el parking del puerto deportivo.
En el tinta negra comimos 5 personas por 62 euros: ensalada, patatas bravas, chipirones en tempura, 3 sartenes de huevos con patatas y chorizos y una hamburguesa con ternera gallega.
Un precio bastante asequible para lo que comimos. Estaba todo rico y aunque tardaron un poco en atendernos cuando llegamos, luego se solucionó y no tuvimos mayores problemas.Con la tripa llena, lo mejor era empezar a caminar por Combarro, incluido muchísimas veces en las listas de los pueblos más bonitos de España.
Un itinerario con el que no te perderás lo más importante de Combarro sería empezar por la Praza Peirao da Chousa y seguir por la calle Mar para ver los hórreos. Podemos seguir por la calle A Rúa hasta la Praza da Fonte y la Praza Rualeira y volver por San Roque.
Combarro es famosa por sus hórreos, pero si paseas por sus calles verás que tiene otros muchos encantos.
En Combarro prevalecen las edificaciones de granito y reúne la esencia de la arquitectura popular gallega.
La Praza da Chousa era, antiguamente, una playa. Desde ella podemos visualizar la Isla de Tambo, pero necesitarás un permiso para poder acceder a ella.
Aparte de hórreos, te encontrarás con numerosos cruceiros (como el de la foto inferior) y casas mariñeiras.
Los cruceiros suelen encontrarse tanto en Galicia como en otras regiones celtas como Bretaña francesa o Irlanda. En el caso concreto de Galicia, dicen los antropólogos que se constuyeron como culto precristiano a los dioses protectores de caminos y encrucijadas. Otros hablan de estos cruceiros como lugares de reunión de meigas (brujas gallegas).
En los cruceiros de Combarro, las esculturas de la Virgen están dirigidas al mar y los del Cristo miran hacia tierra.
Después del paseo por Combarro volvimos para ver el interior del Monasterio de San Xoan (Juan) de Poio. La entrada vale 1,50 euros.
La historia del monasterio está ligada desde la época medieval a la villa de Combarro. Ya en el s. XII hay documentos en los que se deja constancia de que tanto Combarro como la Isla de Tambo fueron donados por la reina doña Urraca al monasterio, del cual dependieron hasta el s. XIX.
La visita incluye la iglesia, el claustro y un pequeño museo con documentos antiguos.
Poio fue el escenario de una escuela de mosaicos y en una sala podremos ver algunos de ellos pero, el más espectacular rodea el claustro. Metros de mosaico que representan el Camino de Santiago desde Roncesvalles hasta la catedral de Santiago.
Fuera del monasterio nos encontramos con uno de los hórreos más grandes de Galicia, después de los de Carnota.
Sorprende que hace siglos, el monasterio tuviera su propia traída de agua (en la foto de abajo).
Para terminar el día decidimos acercarnos a la ermita de A Lanzada (GPS: 42.429706, -8.877401), en el ayuntamiento de O Grove. Llegamos justos para ver el atardecer.
Esta ermita formó parte de una fortaleza medieval que defendía la costa. Lo mejor de este enclave son, sin duda, las vistas y es que la playa de A Lanzada mide más de 2 km.
Esta ermita es muy visitada por aquellas mujeres que quieren quedarse embarazadas. En la web de Revista año Cero lo explican muy bien: La tradición manda que el ritual debe hacerse en la víspera del día de San Juan. Los amantes deben ir esa noche a la «cuna de la santa» y consumar el acto sexual en este espacio que forman las piedras junto a la playa. A continuación, la mujer debe ir a la playa que está junto a la ermita y mojarse con «agua de nueve olas», de modo que cada una de ellas le llegue hasta el vientre. Éstas simbolizan los nueve meses de embarazo, que –según los creyentes– la Virgen concederá a los aspirantes a progenitores.
Ya nos íbamos al coche cuando nos encontramos con algunos carteles indicativos y una excavación en donde explican los orígenes de los asentamientos en esta zona.