Revista Viajes

Qué ver en Macael y el desierto de Tabernas: gratas sorpresas en Almería

Por Mundoturistico

Una de las mayores sorpresas en nuestro viaje a Almería fue el descubrimiento de Macael, la ciudad del mármol. Aprovechando la visita al desierto de Tabernas, nos acercamos a esa pequeña localidad de agricultores que, cada vez más, se van convirtiendo en canteros, artistas y comerciantes de esa piedra, el maná del lugar.

Porque, si bien es verdad que ya desde el neolítico hay allí constancia de su uso, no fue hasta bien entrado el siglo pasado cuando su explotación y venta comenzó su auge imparable. Que convirtió su nombre en símbolo nacional e internacional de calidad y buen hacer en la industria del oro blanco. Grandes firmas y obras de la arquitectura y el diseño pueden hoy dar fe de ello en todo el mundo. Os contamos qué ver y hacer en Macael, ¡seguro que os sentís atraídos por este rincón de nuestra geografía!

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Tabernas, de cine

El paisaje semiárido almeriense alcanza su mejor representación en el desierto de Tabernas, un terreno formado por las llamadas “tierras malas” que, a golpe de vientos y lluvias sobre un suelo muy pobre, pedregoso y de rala vegetación, erosionan en formas caprichosas y difíciles tales como barrancos, hondonadas, cañones, collados y picachos. Aunque el cambio climático amenaza con un mayor avance de la desertificación en el futuro próximo, todavía se puede considerar como el único gran desierto de Europa. Marco y horizontes que nos recuerdan los de las películas del oeste. Y allí nos vamos, a esos tan peculiares parajes de sierra, polvo y vacío, en busca del far west andaluz, que no es lejano ni está al oeste sino a escasas cinco leguas al norte de la ciudad de Almería.

TABERNAS.DESIERTO.CINE

Escenario del spaghetti western

Un espacio quemado por todos los soles y convertido en estudio de cine por su espectacularidad y colorido que no solo fue escenario del spaghetti western popularizado por Leone y Morricone sino también de algunas localizaciones de Indiana Jones, Patton o Juego de Tronos, entre otras muchas filmaciones de películas y series de acción y fantasía. Y si eso no es suficiente, podemos participar en uno de los espectáculos que las recuerdan, especialmente a las del mítico oeste americano que introdujeron a este lugar único en el séptimo arte, abiertos a pie de carretera antes de llegar al pueblo homónimo. El Oasys o el Fort Bravo nos ofrecen “por un puñado de dólares”, en un decorado de cine donde puedes disfrutar de pistoleros e indios a caballo y de duelos al sol, acabar en el saloom disputándole a Clint Eastwood la chica de turno ante una botella de whiskey irlandés, los colts al cinto.

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Otro referente de la zona: el pueblo de Tabernas

El pequeño pueblo de Tabernas, un poco más adelante, nos saluda desde su castillo en ruinas y, pocos quilómetros más arriba, tomando la carretera que nos llevará a las tierras del mármol, nos ofrece, pegado a la misma, la inesperada visión de un gigantesco campo de placas solares, será por sol. Se trata de la plataforma solar de Almería, un proyecto de investigación europeo nacido hace casi medio siglo, hoy en manos exclusivamente españolas y con proyección energética y medioambiental.

Poco antes de llegar a nuestro destino, se forma una pequeña caravana a pesar del escaso tráfico y nos vemos envueltos en una polvareda blanca que cubre toda la carretera y los montículos laterales. Hemos llegado a las minas de mármol, canteras a cielo abierto que se extienden por una amplia zona y van comiendo la montaña como si de un gigantesco queso se tratara. Pero aquí nos detendremos a la vuelta.

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Macael, de mármol

A la entrada de Macael nos recibe su popular icono: el Mortero. Sobre una sólida base, a modo de impactante bienvenida publicitaria de la riqueza del lugar, se asienta en medio de una rotonda central un monumental almirez de cocina que, junto con su maza, ronda las cuarenta toneladas de peso, todo ello en brillante mármol blanco. Cuentan que la elaboración de un ejemplar similar a escala usual servía antaño de prueba para pasar de aprendiz a cantero oficial por estos pagos. Subiendo por la izquierda, nos topamos de frente con el Monumento al Cantero, donde se rinde homenaje en mármol a todos los que hicieron y hacen realidad el bienestar de este y otros pueblos de la sierra de los Filabres, arrancando y trabajando su piedra congesto sufridor, sencillo y noble”, tal como indica el poema inscrito.

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Un recorrido por sus museos y monumentos

Rodeándolo por la derecha, alcanzamos el cercano centro cultural que alberga la Biblioteca, la Oficina de Turismo y el Centro de Interpretación del Mármol, su buque insignia. Este último espacio, a base de paneles informativos, ilustra al visitante acerca del papel cultural y económico de la piedra en la vida macaelero: historia, geología, industria, comercio, proyección. Siguiendo la calle, hacia el final, nos topamos con la iglesia del Rosario, mudéjar de torre y escudo, y, cortando luego a la derecha, entramos en la plaza de la Constitución.

Macael, iglesia
Qué ver en Macael y el desierto de Tabernas: gratas sorpresas en Almería
Macael, paseo esculturas
Macael, fuente leones

Modernizada en mármol grisáceo claro, conserva algunos edificios de época entre los que destaca el del ayuntamiento viejo, de blasón y bandera, hoy dedicado a otros fines públicos, pero su atracción actual es la Fuente de los Leones, copia-homenaje en mármol blanquísimo de la original del Patio de los Leones en la Alhambra granadina; los poéticos versos islámicos que la rodean están inscritos en árabe y traducidos al español. Por viejas callejas y modernas escalinatas que culebrean entre el blanco caserío, bajamos hasta la larga avenida que da al río, más bien arroyo seco. Ya abajo, justo a la derecha, se levanta el ayuntamiento actual, vasto edificio de columnas y mármol; enfrente, la acera ajardinada que mira al cauce ha sido convertida en el Paseo de las Esculturas, un museo abierto al aire libre con variadas composiciones en mármol blanco.

Miradores en Macael: el Mirador del Rosario y mirador Cosentino

Para despedirnos, subimos al Mirador del Rosario, la cima de un montículo natural que se yergue a la entrada (ya salida, en nuestro caso), en la que se ha levantado una gigantesca estatua de la virgen patrona ¡en mármol blanquísimo!, con inigualables vistas panorámicas del pueblo, la serranía y el valle del Almanzora. Una curiosidad inesperada: en la subida, breve pero en fuerte pendiente, avistamos de lejos dos cérvidos cornudos inmóviles como estatuas sobre la baranda del camino; cuando advierten nuestra presencia, se pierden de un salto por la falda boscosa del cerro, parecen de la casa. Pero aún nos queda lo más esperado, lo que en pocos sitios se puede ver: las minas a cielo abierto, las canteras del mármol.

Macael, canteras

Volviendo por donde vinimos, poco antes de la zona polvorienta de la ida, nos desviamos hacia la derecha, montaña arriba, para ver las canteras desde lo alto. Pendiente, curvas y camiones continuos, pero vía ancha, bien pisada y protegida. En la cota máxima, antes de que la carretera continúe hacia abajo y cambie de valle, nos detenemos en varios puntos para obtener las mejores perspectivas. El mirador Cosentino (un apellido muy familiar aquí que destaca entre los impulsores del pueblo y da nombre a una empresa del mármol de alcance internacional), con su dolmen marmóreo, completado con paradas más bajas, nos da una idea de las enormes dimensiones del asunto: excavadoras, cortadoras, camiones, máquinas, operarios, como hormigas en su hormiguero, comen y comen colina tras colina, en las profundidades de un inmenso cráter calizo que aumentan sin cesar, entre altos acantilados terrosos, rojizos y blancos purísimos de donde arrancan los grandes bloques de la ansiada piedra que luego cortan, tallan, pulen, esculpen, fabrican, venden. Una visión única en un escenario de película.

Regresamos a la carretera principal y, más adelante, a medio camino de Tabernas, hacemos una pequeña y última parada en un pueblecito al lado de la carretera: Tahal. Colgado de un barranco, duerme este pueblo blanco, como el de la canción de Serrat, de calles empinadas y rincones de cuento, centro turístico rural de sierra y sol, que aún conserva casonas, fuentes, iglesia y la torre remozada de un viejo castillo; unos encaladores están repasando las paredes, siempre impolutas y brillantes. Que no todo va a ser mármol.

Tahal-macael

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