Decía Thomas Mann que Venecia era bella por un lado y una trampa para visitantes por otro. El autor de La Montaña Mágica no estaba del todo equivocado. Esta ciudad, que posiblemente algún día desaparecerá, está considerada como una de las más bonitas de Europa y es también uno de los destinos más visitados del mundo.
Casi 20.000 personas pasean cada día por sus canales y estrechas callejuelas, lo que ha convertido a esta preciosa ciudad en una especie de parque temático en el que hay que excavar para encontrar los tesoros que, por debajo de los souvenirs y los puentes abarrotados de gente, todavía existen.
Con la intención de mostraros una Venecia no convencional que podáis descubrir aún teniendo poco tiempo, me aventuro a elegir algunos de los rincones todavía poco transitados de esta ciudad de ensueño.
Librería Acqua Alta
Esta librería, que se inunda cuando sube la marea (de ahí su nombre), tiene un dueño de lo más peculiar. Considerada una de las librerías más bonitas del mundo. Su propietario, Luigi Frizzo, ideó una forma muy original para evitar que se mojaran sus libros cuando entraba el agua del canal frente al cual se encuentra la librería.
Así, metidas en góndolas e incluso en una bañera, las obras más preciadas de Frizzo están protegidas otorgándole a este rincón veneciano, hogar también de muchos gatos que se pasean entre las columnas de libros, un encanto incomparable. Por ello, os recomiendo comenzar el día visitando esta librería, donde podréis además dar con algún tesoro literario que os acompañará durante vuestro viaje por Venecia.
Isla de Mazzorbo
Venecia está construida sobre un archipiélago de 118 islas. Las más conocidas y visitadas por los turistas son las de Burano, conocida por sus coloridas casas, y la de Murano, famosa por la elaboración del cristal que recibe su nombre.
Muchas de las islas son de propiedad privada o pertenecen a órdenes monásticas, mientras que un buen número de ellas alberga hoteles de lujo dirigidos a un público muy selecto.
Sin embargo, entre Burano y Torcello, se encuentra una de las menos frecuentadas pero no por ello menos pintoresca. Enclave también de casas de colores y sobre todo de huertas y viñedos, Mazzorbo es un rincón de paz en medio del bullicio. Además de tener el encanto propio de las zonas vitivinícolas, este islote también tiene una magnífica iglesia, la de Santa Caterina, que es la única que sigue en pie de todas las que se construyeron en Mazzorbo a lo largo de la historia.
Palacio Dandolo y la sala Il Ridotto
A pocos pasos de la Plaza de San Marcos y con una fantástica fachada rosada se encuentra el antiguo Palacio Dandolo, hoy el Hotel Danieli, uno de los más famosos del continente. La historia de este edificio es larguísima y en ella se incluyen huéspedes notables como Wagner, Balzac o Dickens.
Francesco Guardi también se encargó de plasmar una parte de la misma en su cuadro de la sala de Il Ridotto ( "la sala privada" en italiano), antes de que el Dandolo fuera remodelado en 1768. Esta concurrida sala, que era un ala del palacio, fue de alguna manera la primera sala oficial de juego del mundo al gozar del reconocimiento gubernamental como tal en 1638.
Aunque alojarse a día de hoy en el Hotel Danieli es algo prohibitivo, no está de más darse un pequeño lujo y tomar algo en su espléndida terraza con unas vistas increíbles al Gran Canal.
Paradiso Perduto y Cantine del Vino Già Schiavi
Con mesas largas, un ambiente musicalmente animado y filas de platos suculentos a precios decentes, este restaurante se convierte en un auténtico paraíso perdido y el perfecto retrato de la autenticidad.
Su buena comida y el ambiente vibrante que tiene hacen que sea un rincón digno de visitar en una ciudad donde no es fácil encontrar un buen lugar para comer que no sea ni demasiado caro, ni demasiado turístico. El pescado está especialmente bueno, aunque os aconsejo dejaros llevar por lo que veáis en la barra o los platos de los comensales que estén sentados junto a vosotros.
Por otro lado, el Cantinone Già Schiavi es un rincón ideal para tomarse un vino de aperitivo (los hay desde un euro que están muy buenos) y comer una tapa. Además, como tiene tienda, podéis comprar un buen vino del Veneto para llevároslo de recuerdo.
Chiesa di San Francesco della Vigna
Saliendo un poco del centro neurálgico de Venecia y adentrándose en los barrios donde se puede apreciar la verdadera vida de la ciudad, llegamos al barrio de Castello. Allí es donde está la plaza del Campo San Francesco della Vigna y la magnífica iglesia homónima.
La segunda parte de su nombre "de la viña", se debe al hecho de que en su lugar antiguamente se encontraban los viñedos más importantes de toda Venecia. Dentro podemos contemplar unos curiosos limoneros, además de una colección de obras de arte sin duda muy apreciable, incluyendo una Madonna de Bellini y figuras de mármol de Pietro y Tullio Lombardo.
Por fuera, la fachada de Palladio deja a los visitantes boquiabiertos, ya que seguramente no esperan encontrarse con esta joya fuera de la ruta convencional.
Y aquí termina nuestro recorrido, breve pero intenso. Venecia guarda más secretos que espero desvelaros en alguna otra ocasión, pero de momento estos enclaves os servirán para llevaros una imagen original y auténtica de esta preciosa ciudad.